Sincerémonos, muchos de nosotros seguro que hemos atravesado o atravesamos etapas de estar totalmente flipados con el entrenamiento y los objetivos. Pierdes un día de rutina atlética y te sientes como si acabases de perder un vuelo el día de navidad para la reunión familiar. Y en la lucha contra esa sensación tan dramática somos capaces de urdir las peores artimañas para calzar el entrenamiento en lugares donde parecía imposible, como es el caso que se ilustra.
Es una especie de fiebre, un tipo de enajenación transitoria que no debe ser tomada a mal, porque en el fondo somos buena gente y con el tiempo y la experiencia podemos llegar a aprender a dejar de ser un #RunnerIrresponsable
