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Siempre nos quedará la elíptica

Jesús España, en su tiempo de descuento como atleta, recuerda su devoción por Sebastian Coe o la importancia de la elíptica en el sótano de su casa “porque me ha permitido llegar hasta aquí”.  El 12 de agosto, pase lo que pase, en el maratón del Europeo de Berlín, terminará su carrera. 

El tiempo de descuento ya empezó. Cada día es uno menos para el 12 de agosto, el día del maratón del Europeo de Berlín que, pase lo que pase, será la última carrera de Jesús España. Y es tan difícil hablar de finales…. Al menos, a mí me lo parece, pero enfrente encuentro a un tipo completamente preparado que ya no necesita ni una vida más. “Siempre tiene que haber un final y el mío no se puede retrasar más. La vida del atleta es corta y yo la he hecho larga”. Por eso tal vez sea mejor no pensar en el día siguiente, en el 13 de agosto, en en el que desaparecerá el hombre que todavía vive las 24 horas del día por y para el atletismo. “Sé que será duro pero no me asusta esa dureza. Sé que la vida es así, que esto tenía que llegar y que nada es para siempre. Jamás lo sentí con tanta fuerza como el día que tuve que dejar la pista. Aquel día fue el de mi primera muerte deportiva, porque yo nunca dejaré de ser un atleta de pista. Un hombre del 3.000 y del 5.000 que ha amado la pista, que echa de menos esa maravillosa agonía de la pista y que no me cansaré de repetir que cuando llevas tu cuerpo al límite es cuando más disfrutas. Es más, esa sensación de poderío no se paga con nada. No es comparable a nada. Pero hay una fisiología que es la que manda y que no te lo deja hacer toda la vida”.


“Si no fuese por esta máquina, yo no hubiera llegado hasta aquí. Si quería intentarlo, debía ahorrar impactos”.

Son 39 años los de Jesús España, 40 el próximo 21 de agosto, lo que da la razón a sus palabras en las que “la ilusión todavía puede con los dolores. Es más, ni siquiera me asustan los dolores. He aprendido a convivir con ellos. Sé como hacerlos frente. Sin ir más lejos, en las últimas cinco semanas, antes del maratón de Sevilla, tuve demasiados problemas en los talones. Pero no me rendí. Al contrario. Me subí a la bicicleta elíptica que tengo en el sótano de mi casa que es una vivienda unifamiliar. Mientras los vecinos han montado ahí su bodega, yo tengo a la elíptica, donde he hecho tantos kilómetros desde que la compré en 2008 que ya ni me atrevo a contabilizarlos”. Aun así no la reprocha nada a esa bicicleta elíptica que, incluso, vivió una mudanza “en la que tuvimos hasta que desmontarla. Pero, si no fuese por esta máquina, yo no hubiera llegado hasta aquí. Si quería intentarlo, debía ahorrar impactos. No me quedaba otro remedio.  Tengo una manera muy agresiva de correr. Tenía que aceptarlo como una parte más del juego o de mi vida, porque esto es así. Si el cuerpo no se gastase, los atletas no tendríamos fecha de caducidad, Coe no se hubiese retirado nunca. Todavía estaríamos disfrutando de sus duelos con Steve Ovett, de toda la magia de aquellos años”. 

De hecho, fue Sebastian Coe uno de los precursores en la vida de Jesús España. “Se puede decir que sí”, acepta, “porque mi padre, que es un fanático de todos los deportes, tenía grabada en una cinta de vídeo la carrera de 1.500 de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 84 con aquel podio famoso de Coe, Cram y Abascal. Pero a mí el que me gustaba era Coe. Cada vez que veía la cinta me fijaba en él. Siempre aprendía algo nuevo. Tenía esa inclinación, esa obsesión por él. De hecho, a los 13 o 14 años, utilicé el poco dinero que tenía ahorrado para comprarme el libro de Peter Coe que, aparte de su padre, era su entrenador: ‘Entrenamiento para corredores de fondo y mediofondo’. Y con el tiempo entendí porque Coe fue lo que fue. Uno de los entrenamientos que se me quedó grabado que él hacía fue 6×400 en 50 segundos recuperando 5 minutos. A los 18 años, pensaba que algún día yo podría hacer eso, porque me veía como un corredor de 1.500 en el futuro. Pero, a lo sumo, hacía un 400 en 49 segundos. No podía más y todo eso no hizo más que reforzar mi admiración por Coe. Quizá porque siempre anhelas lo que no puedes hacer, llegar hasta donde sólo llegan los elegidos. Pero, claro, la vida coloca a cada uno en su lugar”. 


“Ya está bien de que yo sea el centro de atención y de que mi trabajo arrastre a toda la familia”. 

Jesús España no sabe qué será de él a partir del 13 de agosto cuando todo haya acabado. “Estoy buscando una alternativa, pero eso no se encuentra de hoy para mañana. Necesitas tiempo. Necesitas paciencia y, mientras tanto, lo mejor que puedo hacer es disfrutar de mi gente, de mis hijos, de mi mujer que, además, ha sido mi fisio… Siempre tan pendiente, siempre esa frase ‘papa, no puede que tiene que descansar’, y no, ya está bien de que yo sea el centro de atención y de que mi trabajo arrastre a toda la familia. Ha llegado un momento en el que había que acabar con esta rutina”. De ahí que la retirada sea una decisión innegociable. “También creo que es inteligente”, añade. “Me prefiero marchar estando a un buen nivel que esperar al declive. Entonces sería peor. Siempre he pensado que hay que saber marcharse de los sitios y sé que no es fácil marcharte. Pero ya va siendo hora de salir a correr en vez de salir a entrenar. Mi vida me lo está pidiendo. Así que es inútil pensar en la dureza del día después, porque la dureza es muy relativa. No recuerdo cosas mucho peores que cuando tuve que dejar la pista y encontrar acomodo en el maratón. Supe hacerlo y no se me tragó la tierra”.  


“Las agonía de la pista, al final, deja grandes satisfacciones”

Son las cosas de envejecer. “Si se quiere decir así, sí”, acepta. “Pero envejecer no es fácil ni difícil. Simplemente, no queda otra y, si no lo recuerdas tú, te lo recuerdan los dolores, como decía antes. Hace mucho que, debido a ellos, yo ya no puedo aproximarme a los volúmenes de entrenamiento que me gustaría. Sin ir más lejos, el último domingo llegué a hacer dos horas y cuarto en la elíptica. Si hace quince años me hubieran dicho esto…, no sé lo que hubiese dicho yo. Pero resulta que ese domingo me subí a la elíptica con mi bote de sales, como si fuese una tirada larga para el maratón, y ni se me hizo largo”. Al final, todo es encontrarse a uno mismo. “No creo en el aburrimiento”, explica. “Creo en la concentración, en la motivación que uno le pone a lo que busca. Hay veces que me subo a la elíptica y, sí, me acompaña algún concierto de algún grupo que me gusta como ‘Héroes del silencio’ e, incluso, una carrera de algún maratón en el Ipad. Pero otras veces no pongo nada y no pasa nada. Soy yo solo y el silencio, y no me cuesta, no lo echo en falta, porque estoy trabajando la capacidad de concentración que luego necesitaré en carrera. Es más, siempre recuerdo que los entrenamientos que más me han aportado son los que he hecho solo. Ha sido así siempre, hasta cuando llegué a correr algún kilómetro en 2’20” o a terminar esos últimos 400 en 54 segundos… Qué tiempos aquellos, madre mía… “

Es la nostalgia, el poder de la nostalgia metida en una vida como la suya, que deja un legado: “Las agonía de la pista, al final, deja grandes satisfacciones”. Por eso es imprescindible volver a la pista y al adolescente que “no hacía más que rebobinar en el vídeo aquella cinta VHS de la final de 1.500 de Los Ángeles 84 para volver a ver a Sebastian Coe. De hecho, al final, de tanto que la forcé, se acabó estropeando”. Sin embargo, es una prueba que delata la inclinación de Jesús España por el atletismo anglosajón de los años ochenta, en los que ganaba el hombre blanco. “Yo quise ser uno de ellos. Quizá uno de los herederos de esa época.  Sobre todo en el 1.500. Pero, mientras lo intentaba, me di cuenta de que mi distancia estaba en el 3.000 y en el 5.000″. Y no queda nada que reprocharle hoy al pasado que le ha permitido, a los 39 años, llegar hasta aquí. “Uno tiene que ser agradecido. He trabajado duro pero he tenido esa posibilidad. Siempre recuerdo el caso de mi padre. Jugaba de extremo izquierdo en el equipo del pueblo. Y, por lo que me han contado, era muy bueno y muy rápido. Pero a los 18 años se rompió la rodilla, la famosa triada, y ya no hubo posibilidad de saber hasta donde podría haber llegado”. De ahí la importancia de poder elegir el día del adiós. 

@AlfredoVaronaA 


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4 COMENTARIOS

  1. Gracias Alfredo y Jesús por transmitir estas palabras e ideas sobre la retirada deportiva de un gran atleta y un amigo.

    Me gustan las palabras de Jesús y, sobre todo, remarcar la idea que emana de sus palabras. No hay una retirada ideal, pero lo mejor que podemos hacer cada uno es elegir cómo queremos que sea la nuestra (Dentro de las posibilidades que tenemos a elegir). Jesús ha decidido cómo será la suya y está conforme con dicha decisión, es algo muy importante a la hora de cerrar una etapa tan importante de nuestra vida.

    Me alegra haber compartido entrenamientos, competiciones y sueños deportivos con Jesús, ambos apuntábamos a corredores de 1500m y acabamos en otras distancias, pero siempre hemos disfrutado con lo que hemos hecho y seguro que encontrará la forma de seguir haciéndolo, aunque sea sin un dorsal.

  2. Grande grande !!!De los pies a la cabeza,hasta coincidimos en los idolos!Lastima por los jovenes que dejaran de tener donde mirarse, atletismo en estado puro DON JESUS ESPAÑA!!

  3. Independientemente de su nivel deportivo y de todo lo que lo ha sabido mantener en el tiempo, algo indiscutiblemente excepcional y brillante, siempre agradeceré a Jesús la gran labor que ha realizado toda su vida transmitiendo valores muy importantes para el desarrollo de cualquier joven deportista. Podría decir incluso que esos valores pueden ser útiles para cualquier joven.

    También hay que decir que es algo que no le ha costado mucho porque esos valores siempre han fluido desde lo más profundo de su personalidad.

    De hecho, creo que ha sido el atleta español más importante de mi generación por esa combinación deportiva-personal que sin necesitar de redes sociales ha generado un carisma no logrado por ningún otro atleta. Por mi parte, siempre le agradeceré a Jesús todo lo que me ha enseñado y todo lo que ha hecho por el Atletismo.

  4. Un excepcional atleta y tambien maravillosa persona que siempre he admirado.
    Sencillo, humilde, llano, directo, trabajador, sabia como llegar bien a las grandes citas…y en Berlin se despedira segyro a lo grande, como muy bien merece

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