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Running y contaminación

Correr en la ciudad, running in the city, salir a estirar las piernas por el barrio, o como queramos llamarlo. Los que vivimos y entrenamos en grandes ciudades tenemos (entre muchos otros) el problema de la contaminación ambiental; quizá salir a correr un ratito a ritmo moderado no requiera ni plantearse el problema, pero cuando te ves haciendo series de 2000m en el parquecillo alrededor de Can Dragó (punto de encuentro urbano habitual para runners en Barcelona) la cosa cambia:

Has quedado a las 18:30hs para partirte el pecho con tu grupo en un 3x2000m. El tráfico a esa hora es intenso, y uno de los lados del circuito da a la avenida Meridiana, una arteria gigantesca con un flujo exacerbado de tráfico rodado. En la última serie, cuando tu técnica de carrera parece la de Robocop haciendo vallas y llevas la boca abierta como boquerón fuera del agua, pasas al lado de la parada del Bus. Y en ese momento arranca uno de los largos con fuelle en el centro, soltando una zorrera de negrura por el escape; ni que decir tiene que la nube tóxica se ubica indefectiblemente delante de tu cara. Tus alvéolos reciben con los brazos abiertos tamaño chorro de porquería, y casi puedes sentir cómo la carbonilla te llega hasta el esfínter tras la primera bocanada. En compañía de esa sensación te preguntas: ¿Esto está bien? ¿O quizá y muy probablemente me estoy matando?

Todo apunta a que el monóxido de carbono no nos va a reportar nada positivo, así que veamos cómo podemos esquivar los venenos del aire para optimizar la salubridad de nuestra preparación física.

Los mejores horarios para evitar la polución mientras corres.

Es complicado encontrar un horario compatible con un trabajo estándar, ya que los niveles más bajos de contaminación se establecen entre las 20h de la noche y las 7h de la mañana según un estudio del servicio sanitario canadiense, que habría medido las fluctuaciones horarias de polución de las ciudades más pobladas de Canadá durante un periodo de cuatro años.

El tráfico rodado es el gran responsable del monóxido de carbono y dióxido de nitrógeno presente en el ambiente, por lo que sus valores comienzan a subir a las 6 de la mañana y tienen el pico a las 8. El ozono por el contrario se ve incrementado tras un proceso químico entre ciertos componentes activados por el Sol, y al igual que con la aparición del dióxido de sulfuro esto sucede después del mediodía y en las horas de más calor. Por ello la calidad del aire se ve afectada a lo largo del día por diferentes tóxicos y en diferentes horarios, y no hay un momento “ideal” para entrenar durante el día.

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Eso nos deja pocas alternativas:

  1. Entrenamiento de madrugada, que a mí en concreto me mataría más que hacer series chupando un habano.
  2. Entrenamiento indoor. Los gimnasios tienen filtros en su sistema de ventilación que purifican el aire. Pero lidiar con la fauna de gimnasio y acumular kilómetros en una cinta no es el mejor plan que se me viene a la cabeza.
  3. Colocarte una máscara anti-contaminación. Esto hará las delicias de aquellos a quienes les guste llamar la atención pero, preparaos para ser los responsables de innumerables esguinces de cuello en aquellos que se giren para mirar.

Comprobada la dificultad para evitar la contaminación, lo siguiente es estudiar cómo de perjudicial es, y si merece la pena el esfuerzo necesario para darle esquinazo.

Un corredor inhala unas 20 veces más aire durante la actividad física que en estado de reposo según la Asociación Americana del Pulmón, lo que también multiplica por 20 la broza tóxica que filtran tus pulmones. Y esos tóxicos no son sólo los gases de los escapes sino también el material en suspensión del tráfico rodado: polvo, partículas provenientes del desgaste de los neumáticos (látex entre otros, que es un potente alérgeno), partículas de alquitrán y otros materiales de la carretera, etc, etc. Gran parte del volumen de aire que inhalamos los corredores entra a través de la boca, por lo que todo este material llega más fácilmente a los pulmones al no pasar el filtro de la nariz. Estos tóxicos producen irritación, picor e inflamación de vías respiratorias y ojos en corredores sanos, siendo más peligroso en gente con enfermedades pulmonares y asma.

La otra cara de la polución son los elementos más pequeños, las moléculas de los diferentes gases nocivos para la salud que penetran en nuestro organismo sin poder ser filtradas y que campan a sus anchas por el torrente sanguíneo. Los ya mencionados gases de combustión y el temido ozono. Como un potente oxidante, el ozono es extremadamente irritante para el sistema respiratorio. Poniéndonos técnicos, reacciona con una variedad de biomoléculas extracelulares e intracelulares, produciendo cambios perjudiciales que pueden ser medidos por alteraciones en la función pulmonar. Además, el ozono es menos soluble que otros gases irritantes, y esto le posibilita penetrar más eficazmente a través del árbol traqueobronquial a regiones pulmonares del sistema respiratorio e induciendo lesiones en células residentes del pulmón.

Así, podemos decir que todas las afecciones asumibles a corto plazo se refieren al aparato respiratorio y a trastornos pulmonares y sus derivados. Esto no asusta demasiado, ya que es tan sencillo como parar cuando nos cueste respirar o sintamos molestias que podamos asociar a dichas causas. La cosa sin embargo cambia si nos planteamos los efectos a largo plazo, y es que algunos estudios afirman que la exposición prolongada y/o excesiva a contaminación ambiental, aumenta la probabilidad de cáncer de pulmón, especialmente el de adenocarcinoma.

Sacando conclusiones.

Correr en un ambiente contaminado es malo, pero no es comparable a una vida sedentaria o a la exposición a tóxicos de un fumador. Vale más entrenar con polución que no entrenar, si bien el sentido común será un gran compañero de viaje como de costumbre; no hagas fartlek entre los coches a las 9 de la mañana en Gran Vía, evita las horas de altos índices de ozono (puedes monitorizar la calidad del aire aquí), cuida detalles como utilizar calles donde el sentido del tráfico sea cuesta abajo y no al contrario, trata de concentrar los entrenamientos más exigentes los fines de semana porque no hay tanto tráfico y además quizá puedas escaparte a hacerlos fuera, etc. O también puedes irte a vivir a un pueblo, aunque allí por supuesto encontrarás otros inconvenientes como los que se ilustran en este otro artículo.

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Si te has puesto un poco paranoico no te preocupes, piensa por ejemplo en Pekín, donde la nube de mierda que azota la ciudad multiplica los valores de insalubridad de nuestras urbes. Y la gente corre, compite y no muere mucho más que aquí. Su situación es tan extrema que llevó a Haile Gebreselassie (que por cierto acaba de anunciar que se retira del atletismo profesional) a optar por no participar en el maratón de la olimpiada de 2008 en dicha ciudad.

Y, sobre todo, que este artículo no sea una excusa más para no salir a correr sino todo lo contrario. Correr siempre es bueno.


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