Las pulsaciones en reposo de los ciclistas profesionales siempre han levantado cierta suspicacia. A principios de los 90 se filtró que Miguel Indurain tenía apenas 28 pulsaciones por minuto. Una información que nunca se ha llegado a contrastar con exactitud y que a día de hoy sigue generando cierto debate. La controversia científica y fisiológica de saber hasta qué punto unos valores tan bajos pueden ser sanos sigue abierta y la verdad es que la comunidad científica y deportiva no se termina de poner de acuerdo.
El caso del ciclista navarro es el más significativo y las pulsaciones en reposo de Indurain han terminado generando cierta “mitología” a su alrededor. Tanto que el cuerpo y los valores en prueba de esfuerzo de Indurain se acostumbran a poner de ejemplo como valores deportivos extremos.
Es evidente que la frecuencia cardíaca en reposo disminuye con el entrenamiento cardiovascular y con el paso de los años. La adaptación del corazón es clara y más evidente en deportes de resistencia como el ciclismo, el running, el triatlón o la natación. Lo que no está científicamente demostrado es que unas pulsaciones bajas puedan ponerse por sí solas como un indicador del rendimiento o de las posibilidades físicas del deportista. Comparar entre individuos es una opción, pero nunca es la más acertada ya que conviene individualizar y contextualizar en función de otros valores como las pulsaciones máximas, el umbral aeróbico o el umbral anaeróbico. Además las pulsaciones en reposo de una persona dependen de otros factores como la edad, el género o la composición corporal.
Lo normal, según datos del American College Sports Medicine, serian unas pulsaciones en reposo para personas sedentarias de entre 70 y 90. Para adultos con un cierto nivel de actividad física dicho rango de pulsaciones debería moverse entre las 60 y 80 pulsaciones. En deportistas de élite o aficionados de alto nivel la frecuencia cardiaca en reposo puede situarse “fácilmente” por debajo de las 70 o incluso 60 pulsaciones por minuto.
De echo existe el concepto de “corazón de atleta” un término utilizado con bastante frecuencia incluso por parte del personal especializado para referirse a los cambios fisiológicos “normales” y a las particularidades de este “tipo” de corazón. El corazón de atleta, o corazón de deportista presenta un tamaño más grande, unas paredes más anchas y unas cavidades más grandes.
El corazón exactamente igual a lo que sucede con los músculos del cuerpo se adapta a las exigencias físicas con el paso del tiempo y con el entrenamiento correcto su capacidad de bombeo aumenta. El corazón del deportista es capaz de bombear una mayor cantidad de sangre en cada latido lo que también le permite bombear más despacio y con menos frecuencia por minuto.
Todas estas adaptaciones se asemejan a ciertos trastronos cardíacos, y en ocasiones podrían llegar a confundirse. Lo que en una persona sedentaria se podría considerar una cardiopatia, en una deportista es algo totalmente normal. Con el fin de diluir esta linea tan fina el personal médico y científico sigue trabajando para mejorar su capacidad de diagnostico.
Con el fin de garantizar una actividad física saludable y segura el personal especializado recomienda la realización de pruebas de esfuerzo periódicas que a través de los electrocardiogramas pudieran detectar posibles anomalías. Pruebas complementarias como las ecografias son un también una herramienta médica más para garantizar que el corazón funciona correctamente.
En cualquier caso y para lo más curiosos, que sabemos que sois varios, os dejamos con las pulsaciones en reposo de algunos de los mejores atletas de fondo de la historia *.
- Miguel Indurain 28 ppm
- Kilian Jornet 34 ppm
- Usain Bolt 34 ppm
- Alistair Brownlee 34 ppm
- Javier Gomez Noya 38 ppm
- Jan Frodeno 35 ppm
- Alberto Contador 32 ppm
- Fernando Alonso 42 ppm
- Rafael Nadal 50 ppm
*Los datos mencionados no se pueden confirmar con total exactitud. Son datos que en la mayoría de los casos han sido declarados por los mismos protagonistas en algún momento de sus carreras deportivas.
Fotografía: EFE
