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El precio de entrenar a Mechaal

EFE
Si el TAS no le sanciona por sus ausencias en los controles antidopaje, Antonio Serrano se hará cargo de él en Madrid. Aquí contamos a qué precio.

Adel Mechaal, a los 26 años, ya está en Madrid, donde deshizo su maleta y fijó su nuevo domicilio. Y si no fuese sancionado empezará a entrenar a las órdenes de Antonio Serrano. Un clásico del atletismo, un hombre de buena reputación entre cuyas facultades figura la vocación infinita. Morirá hablando de atletismo. Tiene 51 años y lleva en esto desde la adolescencia cuando dejó de trabajar en el bar de sus padres. Luego, fue un buen fondista y entre los miles de corredores, que ha entrenado desde 1991, no se conoce a casi nadie que hable mal de él. En realidad, pasa por ser lo contrario que Mechaal. Un hombre discreto, aplicado empleado de la Federación, metido mañana y tarde en las pistas del INEF donde, sin embargo, nunca deja de soñar con volver a tener un atleta puntero. Algo que no tiene, y mucho menos ahora, desde que se retiraron Higuero, De la Ossa e, incluso, Chema Martínez. Así es el precio de los años.

Serrano era hasta hace no tanto el Alberto Salazar español. Tenía un grupo valioso capaz de batallar en cualquier parte. Pero ahora, más allá de Javi Guerra en el maratón, la clase alta del grupo (Diana Martín, Victor García, Alessandra Aguilar…) abandonó sus mejores épocas. Ley de vida que se demostró en los JJOO, donde solo uno de esos atletas, Diana Martín, terminó la prueba y lo hizo a duras penas. Así que fríamente una alternativa como la de Mechaal es como un regalo de bodas para Serrano. A esos niveles, no se entiende el entrenador conformista. La ambición está en el reloj. Pero para lograr lo que uno pretende hace falta tener atletas como los que ya apenas quedan en el grupo de Serrano y los jóvenes que vienen, que son varios, aún necesitan tiempo. Todavía están lejos de una mínima olímpica.

Entrenamiento de Aleesandra Aguilar. De fondo, Antonio Serrano con su inseparable crono (TW @aserrano1965)
Entrenamiento de Alessandra Aguilar. De fondo, Antonio Serrano con su inseparable crono en mano (TW @aserrano1965)

El problema es si ese atleta es Adel Mechaal, si a Serrano le favorece o le perjudica socialmente coger a un hombre así, si esto es como meter a Billy Wilder en la cocina y esperar que se conforme con unos huevos fritos. Mechaal, a su edad, ya es un atleta experimentado en fabricar enemigos, absolutamente alejado del consenso popular. Máxime después de lo que ha pasado este verano y que Mechaal, más allá de confesarnos su devoción por un antiguo escritor como Ramiro de Maeztu, no ha aclarado para nada. Así que no vale la pena engañarse. Su reputación anda ahora en un estado catastrófico. Las propias redes sociales ardieron victoriosas con sus eliminaciones a primeras de cambio en los Juegos de Río de Janeiro. A comparación de eso, su anarquía en los entrenamientos del último año es una broma.

“Triunfar es algo más que levantar los brazos en un Europeo o en un Nacional”

Un diagnóstico, en realidad, duro pero realista. No sólo cuesta afiliarse a él. También tomarle en serio y separarle de esa palabra, revancha, que le gusta tanto y que ya no le hace bien. Triunfar es algo más que levantar los brazos en un Europeo o en un Nacional. Triunfar es que la gente se enorgullezca de un atleta de ese nivel entre otras cosas porque apenas hay atletas de esa categoría en nuestro país. Nadie como Antonio Serrano lo sabe en todos estos años que lleva sin meter a uno de los suyos en una final olímpica porque ya no tiene a ese tipo de atleta. Mechaal, sin embargo, se aproxima a ese retrato. Joven, en la edad óptima, 26 años y con los límites aún por descubrir. Nació para ser valiente. Vive preocupado por hacer historia. Toda la materia prima es incuestionable. Si se deja aconsejar, podría ser un tesoro. La tentación, en definitiva, es lógica para casi todos los entrenadores del mundo.

Así que sólo nos queda esperar, en primer lugar que Mechaal no sea sancionado por esos tres controles que desobedeció antes de los JJOO. No fue uno. Fueron tres. Después, Serrano ya sabe que este trabajo no tendrá horario. Durará las 24 horas del día y será amplio, como un libro de anatomía. No sólo se tratará de mejorar los resultados en la pista. No será ni siquiera un problema de correr más o menos. Tampoco de voluntad que, desde que el atleta pidió la excedencia en su trabajo, se da por hecho que le sobra. El problema, en realidad, será reformar el estereotipo social que representa Adel Mechaal entre cuyos valores la humildad parece fuera de juego. Si no se logra esto, dará  igual que sea medallista olímpico o mundial. La sociedad seguirá sin reconocerlo como a uno de los suyos.

@AlfredoVaronaA


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