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Pesadilla runner

Todos los que hemos competido hemos sufrido la “pesadilla runner”. Cuanto más importante es la prueba más ligero es el sueño, y más probabilidades hay de sufrir y recordar estos dramas de Morfeo.

Que levante la mano quien no haya oído hablar o no haya experimentado el típico de correr y no avanzar. Yo he llegado a soñar que me arrastraba con las piernas como trapos con la única ayuda de mis brazos para tratar de llegar a meta. Los rivales no te alcanzan pero tú nunca llegas y siempre sufres.

También está la del sueño idílico que se torna pesadilla; por algún extraño motivo vas en el grupo de cabeza, suelto y fresco como un joven galgo, sin una brizna de cansancio. Todo indica que vas a reventar la prueba alzándote con un triunfo apoteósico, pero justo cuando das el hachazo y comienzas a destacarte del grupo, por causas desconocidas te pierdes. Sí, te pierdes y pronto deja de preocuparte el hecho de estar perdiendo posiciones, porque lo que has perdido totalmente es el norte y no eres siquiera capaz de volver al circuito. De pronto estás en medio de una masa urbana irreconocible con disfraz de corredor y con cara de asustado; si la cosa se pone lo suficientemente jodida puedes llegar a enlazar con el sueño descrito anteriormente, perdiendo así el control sobre tus piernas y usando tus brazos para desplazarte. Aún se puede poner más feo, porque al estar en un territorio desconocido y quién sabe cuan alejado del circuito (que a estas alturas estará en otra dimensión), un grupo de malhechores comenzará a perseguirte para robarte o violarte o matarte o, peor aún, lesionarte. Entonces tú completamente aterrorizado huirás con la ayuda de tus brazos pero te darán caza y te mearás de miedo. Después de eso te despiertas en un charco… y no de sudor.

Pero hoy quería yo contaros la historia de una pesadilla que se hizo realidad, y no es otra que aquella en la cual escuchas el disparo de salida y tú estás fuera de ella, por ejemplo con el chip y el dorsal en la mano, o cagando en un retrete de plástico portátil. Fue en un cross de cuyo nombre no quiero acordarme, al que podemos llamar Frío y Lluvioso. Habíamos llegado muy temprano porque otros compañeros de otras categorías corrían muy temprano aunque, tanto otro amigo como un servidor corríamos a última hora. Tras hacer tiempo durante horas jodiéndome de frío con los pies mojados y los huesos escarchados, empecé a vestirme para calentar. Alguien me había dicho la hora de mi salida al principio de la mañana y ni me molesté en comprobar el dato, pero mientras me cambiaba bajo la puerta del maletero para no mojarme, una amiga vino gritando buenas nuevas a lo Filípides: toda la gente de mi quinta estaba colocada en la línea de salida con pulgar e índice en el crono. No os puedo explicar cómo se me aflojó el esfínter; me quité todo y me puse los clavos como pude para salir esprintando hacia la salida. Recuerdo ir por la recta de salida como si fuese la llegada, pero viendo a toda la gente al fondo tras la cinta. Por un momento pensé “bueno tu calentamiento va a ser un 400 a 1′ pero al menos vas a llegar”, sin embargo el juez (que debía ser un cachondo) apretó el gatillo de su revólver a falta de unos 50 metros. Una avalancha de gente corriendo hacia mí, la esencia del sinsentido, confusión, puro ridículo. Tengo que reconocer que no llegué a la línea de salida, pero cuando cambié el sentido de la marcha casi iba el último. Si no me falla la memoria creo que hay algún vídeo rodando por youtube que espero nadie sea capaz de ubicar.

Y esa es la historia de un sueño hecho realidad, y sin jugar a la primitiva… gratis.


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2 COMENTARIOS

  1. Lo recuerdo perfectamente, ese “alguien” que te dijo la hora de salida fuí yo, y uno de los que te gritó para avisarte que no llegabas a la salida XD!

    P.D: El cross era Santa Coloma de Farners 😛

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