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¿Pedalear sentado o de pie? Análisis y comparativa

pedalear de pie o sentado en ciclismo, ventajas e inconvenientes

¿Pedalear de pie o pedalear sentado? Un debate que va más allá de ser una cuestión de estilo o de comodidad y que como veremos a continuación tiene una incidencia directa en el rendimiento deportivo.

A lo largo de la historia hemos visto a ciclistas pedalear de pie y otros pedalear sentados. Desde un poderosísimo Miguel Induráin que dejaba a todos sus rivales sin apenas levantarse de la bici a un “saltarín” Alberto Contador que atacaba a sus contrincantes haciendo bailar la bicicleta en plena subida.

Viendo estos dos ejemplos de grandes campeones es suficiente como para darnos cuenta de que no puede existir ninguna teoría exacta que determine si es mejor pedalear sentado o hacerlo de pie. Pese a todo sí que existen diferentes estudios que determinan que la elección de una u otra modalidad de pedaleo pueden suponer una ventaja o un inconveniente para un determinado perfil de ciclista. A continuación te dejamos con el análisis de las dos posturas de pedaleo más habituales entre ciclistas para que conozcas sus principales ventajas.

Pedalear sentado

Empezamos con la opción de pedalear sentado. La posición preferida de la mayoría y la que al fin al cabo adoptamos durante más rato encima de la bicicleta.

Dada la importancia de la cadencia en el mundo del ciclismo actual la posición de pedaleo sentado nos permite mantener los valores en un rango óptimo de forma más cómoda (85-90RPM).

Por lo general siempre que estemos sentados vamos a aprovechar mejor toda la fuerza empleada

Al estar sentados encima del sillín resulta más fácil mantener una cadencia de pedaleo alta ya que la fuerza empleada por el ciclista tiende a aprovecharse mejor y transmitir toda la potencia generada en la fase de pedaleo de una forma más efectiva.

En el caso de la bicicleta MTB, especialmente en subidas duras y por terreno roto la mejora es aún más notoria. Sentados traccionamos mejor y evitamos que la rueda patine fruto de nuestras embestidas o cambios bruscos de intensidad al ponernos de pie.

Esta postura es especialmente efectiva en terreno llano y sinuoso donde la aerodinámica juega un papel importante y dónde la inercia resulta crucial para mantener alta la velocidad. Por este motivo es habitual ver a los mejores contrarrelojistas del mundo o triatletas profesionales perfectamente sentados y “acoplados” encima de sus espectaculares cabras.

Pedalear de pie

La segunda alternativa de pedaleo y que siempre tiende a aparecer cuando la carretera pica para arriba y las fuerzas empiezan a estar justas. Pedalear de pie, y tirar de fuerza acostumbra a ser un síntoma visible de que nosotros o nuestros rivales están llegando a su límite.

En primer lugar destacar que pedalear de pie implica un mayor gasto de energía. Aspecto a tener en cuenta especialmente para aquellos que quieran ahorrar energía y llegar frescos a la parte final de la competición o de la marcha cicloturista. De pie, acostumbramos a ir más atrancados, a llevar una cadencia más baja y por lo tanto a tirar más de fuerza  y de musculatura.

Por otro lado y a favor del pedaleo de pie es evidente que este genera una mayor potencia gracias al peso de nuestro cuerpo que recae en mayor proporción sobre los pedales y sobre las bielas.  Dicho de otra forma, al levantarnos del sillín precipitamos nuestro peso encima de los pedales.

Pedalear de pie nos permite hacer cambios de ritmo con mayor facilidad

Ponernos de pie, para hacer “bailar” la bicicleta de un lado para otro, puede ser beneficioso en subidas duras y en sprints de corta duración. Esta postura nos permite acelerar el ritmo más fácilmente y responder mejor a los cambios de ritmo.

El mayor gasto energético que requiere pedalear de pie se puede detectar fácilmente con echar un ojo a nuestro ciclocomputador y ver la evolución del pulso. Al levantarnos del sillín las pulsaciones empiezan a subir y al sentarnos podremos apreciar cómo estas vuelven a bajar.

Conclusión

Probablemente lo más importante a tener en cuenta a la hora de decantarnos por una u otra opción es tener en cuenta el gasto energético que requieren ambas posturas. Más fuerza y potencia, mayor gasto.

Así que si vamos justitos de energías mucho cuidado en ponernos de pie más de lo normal. Un esfuerzo extra que podremos pagar en la parte final de la ruta.

Lo más recomendable es guardar energías y recurrir al pedaleo de pie cuando entremos en la parte final de la carrera o cuando nos encontremos en una situación límite donde todo valga con tal de mantener el ritmo del grupo.

En caso de querer atacar o responder al ataque de algún otro ciclista ponernos de pie también nos ayudará a hacerlo más rápidamente y con mayor potencia.

Por lo contrario, si rodamos a gran velocidad en terreno llano o de repechos es importante mantener la posición encima del sillín el máximo tiempo posible. El coeficiente aerodinámico es inmensamente superior y la musculatura va a agradecer el hecho de llevar una cadencia de pedaleo algo más alta.

Alternar ambas posturas nos va a permitir también relajar algunos músculos por unos segundos y rebajar la tensión muscular.

Finalmente destacar que por mucho consejo o teoría que exista lo que acabará determinado la postura de un ciclista encima de la bicicleta será su estilo y su morfología. Por lo general los ciclistas  pequeños acostumbran a pasar más rato de pie que los ciclistas corpulentos que prefieren tirar de fuerza y potencia.


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