Inicio Noticias & Blog Pecho Palomo

Pecho Palomo

Pecho Palomo es un preplaya a tiempo completo. Esto es, no se apunta al gimnasio dos meses antes del verano, entrena bíceps y pectoral como si no hubiese un mañana y se olvida del resto del cuerpo. No. Pecho Palomo es un preplaya todo el año. Ejercita solo el tronco superior prestando especial atención a los grupos musculares antes mencionados y mientras crece y crece, química mediante, las piernas encogen y encogen. Un simple efecto óptico. Camina el grandullón desproporcionado y sus andares se parecen mucho al de una paloma pechugona. Por eso le llamo Pecho Palomo.

Pecho Palomo y yo no nos teníamos ninguna simpatía. En pasado. Antes de explicar los motivos de nuestra reticente relación tengo que hacer un inciso. Cuando empecé a correr la mayoría de mis compañeros, ya fuesen de blogs, foros o corredores con los que me cruzaba cada día, eran hombres. Mujeres corredoras hay pocas. En primavera más, pero en invierno si te cruzas con una es de chiripa. Jamás, repito, jamás, sentí ningún tipo de discriminación por el simple hecho de ser mujer. Todo lo contrario. Apoyo, comprensión, ánimos, elogios, consejos y, lo más importante, la sensación de igualdad con todas sus letras. En este deporte lo mismo da si eres hombre o mujer, eres un corredor y punto. La cuestión de género es circunstancial e indiferente.

Desafortunadamente, en una sala de musculación no es así. Tienes que ganarte tu sitio, y más si eres una mujer. No quiero decir con esto que todos los hombres que hacen pesas sean unos machistas retrógrados. Para nada. Lo que sí quiero decir es que es más fácil encontrarse un Pecho Palomo en el culturismo que en el running. Y no me refiero al Pecho Palomo físico, donde, obviamente, su hábitat natural esta entre hierros., me refiero al aspecto conductista del espécimen en concreto.

¿Y cómo se comporta Pecho Palomo? Para Pecho Palomo si eres mujer y decides entrenar con pesas, estorbas. Así de simple. No te mira, y si lo hace, utiliza una mirada desdeñosa y de superioridad. Si estás esperando que termine sus series para comenzar las tuyas en cualquier máquina, nunca te dice, “Nos turnamos en los descansos” como haría con sus compañeros de género. Nones. Va a lo suyo y encima te deja las pesas para que las quites tú. Total, estás para recoger y limpiar, que no se te olvide. De cuando en cuando, Pecho Palomo utiliza un lenguaje vulgar y soez, habla demasiado alto y no tiene reparo alguno en comentar con otros pechos palomos como él aventuras varias con féminas de ficción y todo lujo de detalles. Si estás presente, te aguantas. Así se las gasta Pecho Palomo, el australopithecus.

Pero desde hace unos días Pecho Palomo es mi amigo. 

Fue el día de pectoral. Lunes. Mi sistema de entrenamiento tipo weider me divide los grupos musculares para entrenar en cinco días a la semana. Estaba en el press de banca plano realizando mi última serie. Puse 30 k. De fondo sonaba Stayin´Alive de los Bee Gees. Muy concentrada conseguí ¡Al fin! ocho repeticiones completas. Cuando me incorporé, turbia la mirada, por no decir sin sangre en el cerebro, le vi frente a mí:

 –Estás fuerte, mujer (“Mujer” es un recurso literario de ficción apropiado al momento)

-No vienes a hacer el tonto y eso se nota (mirada de aprobación)

-Pensé que no durarías ni una semana y me he llevado una sorpresa contigo…  Mientras dice esto, su pecho, desproporcionado, vasculado e hipertrofiado, sube arriba y abajo. Da miedo. Es increíble como puede sostenerse sobre unas piernas tan delgadas.

Ahora lo entiendo. Su desprecio era en realidad una estrategia. Pruebas de fuego a superar antes de alcanzar su beneplácito. He juzgado mal a Pecho Palomo. En aquel momento, me sentí como Lanzarote antes de ser armado caballero por los integrantes de la mesa redonda en la corte del rey Arturo. Muy fuerte.

Desde entonces Pecho Palomo es mi amigo. Me respeta. Si por casualidad nuestras miradas se cruzan e inclina la cabeza en un gesto de aprobación, sé que esa noche podré dormir tranquila porque he hecho un buen trabajo.

***

Dedicado a todos los preplayas machistas, temporales o fijos, que llenan los gimnasios. Gracias a ellos podemos entrenar en instalaciones medio decentes. Sin su presencia, los dueños de los gimnasios no ganarían lo suficiente para dar cobertura al resto.

 Gracias.


Suscríbete a nuestro newsletter

Recibe en tu correo lo mejor y más destacado de LBDC

1 COMENTARIO

  1. Honestamente, pésimo articulo, cargado de prejucios personales, mejor lo hubíeses escrito en tu diario privado o en tu página de facebook, a ser posible en esta última, activando la opción “Solo yo”…. Palomina

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí