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No todo es el romanticismo

Yago Rojo, a los 23 años, pide más apoyo para la clase media de nuestro atletismo: “Yo creo que el presidente de la Federación ni me conoce”, añade él, futuro ingeniero mecánico, que acaba de bajar de 29’00” en el Campeonato de España de 10 km y clasificarse para la Copa de Europa. 

No todo es el romanticismo. De hecho, hoy, uno va a echar de menos aquellos tiempos en los que hablaba con Higuero y, si la memoria no me falla, me decía que en años, que tampoco eran extraordinarios, sus ganancias llegaban a los 100.000 €. Sin embargo, hoy escucho a Yago Rojo que en el campeonato de España de 10.000 acaba de bajar de 29’00” minutos por primera vez y que se ha clasificado para la Copa de Europa, decir  “nada”.  No cobra nada. Ni siquiera en los seis crosses que ha corrido este año en los que sólo le dieron un fijo de 200€ en el de Cáceres. En realidad, si hablamos del dinero que él ha ganado en el atletismo la conversación se acaba a la velocidad de la luz. Tiene 23 años y está acostumbrado a que su manager Álvaro Jiménez, un ex atleta de 13’39” en 5.000 y 29’08” en 10.000, le recuerde en cada viaje: “No, es que en esta carrera tampoco hay dinero para pagarte un fijo”. 

Y miren que machaca en la pista del INEF. Y no, no todo es el romanticismo.  Pero la diferencia es que a su edad el tema del dinero no le envenena ni por dentro ni por fuera. De ahí que no imaginen en él amenaza de rabia ni frustración, sino un realismo que nos hace pensar a todos, incluso a los altos cargos de la Federación. “Si hubiese querido ganar dinero, me tendría que haber hecho tenista o futbolista. Entonces sí es posible que viviese en un ático en Pozuelo o en Ciudad de la Imagen. Pero como esa no es mi realidad no tiene sentido pensar en ella”. Por eso él, estudiante de ingeniería mecánica, insiste en lo más importante de toda esta historia (“hago lo que me gusta”) y no admite chantaje. “Hasta hace dos años corría 1.500 y llegué a hacer una marca aceptable, 3’46” para mi edad. Pero no me gustaba. Me di cuenta de que yo no disfrutaba haciendo 10×300 entre otras cosas porque las series cortas me generaban vómitos. Me di cuenta entonces de que a mí lo que me apasiona es la distancia. El hecho de que llegue un domingo y tenga que hacer 22 kilómetros y vea como los kilómetros van pasando a 3’30″… Me quedo sin palabras…”


“Hace años que no gano una carrera, pero últimamente cada vez que corro me voy a casa como si hubiese ganado”. 

El resultado es un atleta de 10.000 metros, Yago Rojo, que acaba de lograr en Braga (Portugal) el éxito de su vida: 28’57”. Al menos, por ahora, “porque si me dices en septiembre que iba a pasar esto no me lo creo. Te hubiese dicho, ‘me estás engañando’. Entonces me parecía imposible bajar de 29 minutos en 10 km y, sin embargo, lo he logrado. A lo sumo, aspiraba a bajar de 29’40”. Pero resulta que en el kilómetro 9 de la San Silvestre Internacional, cuando veo 26’00” justos en el reloj, me digo, ‘Yago, si lo haces a 3’00”, bajas de 29’00″‘. Al final, hice 29’06”, pero la sensación siguió siendo inexplicable. Yo que, a lo máximo, que había ido era un 4.000 en el bosque a 3’02”, me veía haciendo un 10.000 a 2’54”. Desde entonces, estoy más convencido que nunca de que se puede soñar y de que lo injusto sería no hacerlo”. También admite razonarlo de otra forma. “Hace años que no gano una carrera, pero últimamente cada vez que corro me voy a casa como si hubiese ganado”. 

Yago Rojo entrenando junto a Sebas Martos FOTO: http://sportmedia.es/

“A mi familia todavía le cuesta entender que la primera cosa que haga yo, al levantarme por la mañana, sea ir a entrenar. No lo entienden. No existe esa cultura de atleta”

Y no, claro que no todo es el romanticismo. Pero, al menos, es inseparable de esa  palabra que puede hacernos mejores: humildad. “No podría ser de otra forma. No tengo más que ver a mis padres. Los dos trabajan a turnos en el aeropuerto. Sin ir más lejos, hoy mi padre tiene que entrar a trabajar a las cuatro y media de la madrugada y el próximo día puede tocarle el turno que empieza a las diez de la noche y acaba a las seis de la mañana. Y cuando uno pasa un día sin dormir se da realmente cuenta de lo que esa vida significa. Por eso nunca se puede dejar de valorar a los padres”, añade sin perder de vista su casa, en el barrio de Aluche, a un kilómetro justo de la Casa de Campo, donde Yago Rojo empezó un día a correr como podría no haber empezado nunca. “A mi familia todavía le cuesta entender que la primera cosa que haga yo, al levantarme por la mañana, sea ir a entrenar. No lo entienden. No existe esa cultura de atleta. Han vivido toda su vida sin ella. De ahí que el hecho de ver todo esto les resulte un poco extraño. Pero cuando iba a primero de la ESO quedé segundo en una carrera y sólo me ganó un chaval mucho mayor que yo de Bachillerato que jugaba en el Rayo Vallecano. Luego, fui al campeonato de España cadete en Oviedo, en una pista de 180 metros, y me sorprendí a mí mismo. Llevaba cuatro días entrenando, voy y quedo sexto”. 

Fue lo que le invitó a perseverar para siempre. “Todavía digo que parece que fue ayer, pero han pasado diez años”. Un tiempo en el que ha aprendido a conocerse. “A los 23 años,conozco mi cuerpo al 110%. Sé cuando puedo entrenar. Sé cuando necesito descansar… La prueba está en mi relación con Juan del Campo, mi entrenador. Él me dice más o menos los kilómetros que debo hacer, pero me deja que elija a mi manera los días en los que debo doblar“. Todo eso también es parte de un deporte como el atletismo que, por encima de todo, es un reflejo de la vida. “He aprendido que si trabajas mucho, si duermes mucho y si te cuidas mucho, al final, puede pasar. Va a costar, porque tiene que costar. De lo contrario, no sería importante… Al menos, para tí, que eres el que estás ahí y el que luego te preguntas, ‘¿cómo es posible?’ Pero este mismo año yo lo empezaba en septiembre con la idea de estudiar mucho. Jamás pensaba que fuese a correr tanto y reconozco que esto apasiona. He llegado hasta este punto casi sin querer. A veces, siento que ni me ha dado tiempo a pensarlo”. De ahí que su cabeza no esté en peligro. “No tengo ese miedo”, replica. “No le vería mucho sentido, sobre todo porque tengo un buen círculo, mi casa, mi familia, mi grupo o esa frase de Juan del Campo cada vez que terminamos el entrenamiento, ‘venga, chavales, a la ducha que hay que irse a estudiar'”.


 “He aprendido que si trabajas mucho, si duermes mucho y si te cuidas mucho, al final, puede pasar.” 

 En realidad, tiene mucho que explicar esa frase. “Para mí, lo resume todo”, admite él que va a entrenar a la pista del INEF en autobús excepto los días en los que su madre le puede prestar el coche.  “Te recuerda lo que eres y te avisa de que no vas a poder vivir de esto. Te recuerda que, si ahora no te labras un futuro, mañana puede ser tarde”, explica Yago Rojo que prácticamente todo el dinero que ha ganado en su vida está lejos de la pista de atletismo. Ha trabajado, incluso, en El Corte Inglés en alguna temporada. “Pero es que es así. Yo no vivo de correr. No he ahorrado nada lo que no quiere decir que no aspire a ello. No sé si será fácil o difícil. Pero habrá que ir por partes y, antes de imaginar que uno puede ser campeón de Europa, si es que realmente valgo para ello, tendré que ser campeón de España. Y con esto pretendo decir que en nuestro atletismo hay una clase media que también merece apoyo… No todo son los grandes nombres, Husillos, Mechaal… También estamos nosotros que quién sabe si alguna vez podremos tener nuestras opciones… pero yo ahora mismo, si le soy sincero, dudo que me conozca el presidente de la Federación… Tengo mis dudas”. 

El romanticismo repara heridas. “Al final, compites frente a atletas que son de carne y hueso como tú, que pueden salir a calentar a la recta y no encontrar sensaciones. ¿Por qué no vas a aprovechar tu oportunidad?” Quizá porque la vida son oportunidades. “Tienes que saber lo que quieres como creo que yo lo supe hace años cuando pedí al grupo de Juan del Campo entrenar con ellos. Desde el principio, me avisaron que sería difícil porque ya era un grupo muy amplio. No podía masificarse. Pero siempre recordaré ese mensaje que me envió Berlanas, a las tres o cuatro semanas, desde la villa olímpica de Río de Janeiro, dándome el ok. Por eso siempre digo que ha sido Luismi quien ha apostado por mí y me ha permitido comprobar lo que significa entrenar en grupo, donde los kilómetros pasan solos y  con chavales como Tariku, Miguel González…, que te sacan los ojos en las series”. Así que sólo queda poner fin a esa frase de su manager, “en este cross tampoco hay dinero para tí, Yago”, y recordar que hay esfuerzos que merecen mejor recompensa. No todo es el romanticismo.  

@AlfredoVaronaA 


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