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No tienes ninguna prisa

Foto: @TARIKU_
Sentados en un banco, a pie de pista del INEF, allí donde empiezan los sueños, se descubren grandes cosas, grandes cabezas… Tesoros de la juventud…

 Hace no mucho escuché al polivalente Quique Peinado decir que una de las cosas por las que no se veía envejecer en el periodismo, es porque no se veía a los 40 años entrevistando a un chico de 20. Tenía claro que eso no era lo que quería para él. Y me hizo pensar, porque alguna vez yo mismo he tenido esa sensación. En mis tiempos de la Facultad la juventud tampoco nos impedía hablar en la cafetería acerca de esa idea, legítima y orgullosa. Siendo muy joven, uno empezaba a sentir que esta no era una profesión para jóvenes. Así que ahora, que ya dejé de ser joven, es posible que juegue en dirección prohibida. Todavía me sorprendo entrevistando a jóvenes de 20 contradiciendo las leyes de Quique Peinado, contradiciendo quizá a lo que yo mismo imaginé algún día entre los gruesos muros de la universidad de periodismo.  Hoy, podría buscar algún motivo o alguna excusa para justificarme. Quizá hasta podría pedirme explicaciones a mí mismo. Pero no sabría cómo hacerlo. Las palabras no me prestan ese servicio. Así que sólo se me ocurre que en un mundo en el que cada vez hay más periodistas que no escriben, en el que cada vez se maneja menos la calle o el teléfono, uno se resigna a dejar de hacerlo.

Se puede hacer mejor o peor, pero si no preguntas no aprendes. No aprendes que hay chavales de 18 o 20 años de los que uno tiene mucho que aprender. La última vez que me sucedió fue una mañana de la semana pasada en la pista del INEF. Entonces fui a sentarme en el mismo banco que Tariku Novales, que ya había terminado el entrenamiento. La realidad es que uno no sabía que era él. No le ponía cara. No voy a engañarles. De ahí la inocencia de ese encuentro que hoy me invita a escribir de él o a recordar que Novales es un atleta que acaba de cumplir 20 años con una pinta fantástica. Sus piernas ya asaltaron escenarios de categoría.  Pero en ese rato hubo algo que me pareció más valioso que detallar ahora su currículum. Fue su cabeza, la naturalidad con la que este muchacho explicaba la paciencia. La misma con la que resumía que ya no había carreras que consiguieran ponerle nervioso, “porque no adelantas nada”. La misma naturalidad, en definitiva, con la que valoraba el efecto del tiempo que está por venir o se refería a su entrenador como Juanillo (Juan del Campo), ese hombre que cada insiste en que el porvenir esta en el futuro, no en la impaciencia.  “Si él invierte su tiempo en explicártelo”, decía Novales, “tú tienes el deber de escucharle y, si crees en él, de hacerle caso”.

Hay veces que una sola frase vale para resumir horas. Si el futuro no cierra los ojos, ya habrá tiempo de volver a hablar con Tariku, de quedar con él o de llamarle por teléfono para que nos cuente vida y milagros. Me dio su teléfono. Pero si hoy regresé a la pista del INEF, hasta esa joven mañana de primavera, fue para recordar que hay tipos de 40 o 50 a los que nunca escucharás hablar como a este muchacho. O para convencerme a mí mismo de que, a los 60 años, no pasaría nada si sigo entrevistando a jóvenes de 20 como me hubiese resultado imposible imaginar en la época de estudiante. Entonces yo también era Quique Peinado. Pero ahora ya no sabría cómo dar libertad a esa idea. Supongo que son distintas maneras de envejecer y todas son válidas. Pero quizá entonces uno perdería esa oportunidad. que nos muestra el oficio, de rejuvenecer o de conocer a jóvenes como Tariku Novales que, a los 20 años recién cumplidos, atacan a la impaciencia y te resumen la vida en una sola frase: no tengo ninguna prisa. No tienes ninguna prisa.

@AlfredoVaronaA 


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