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No sin Bruno Hortelano

EFE
Volverá a la pista y volverá sin descuentos como el de los JJOO de Río. Y entonces todo sería como ayer.

La luz está encendida esta noche. No hay inconveniente para imaginar que Bruno Hortelano no vaya a salir de Vietnam. Volverá a correr sin descuentos. Volverá a desafiar los 20 segundos en los 200 metros. Volverá también para explicar que la vida es así y que él ya nunca volverá a ser el mismo. A su edad, ya completó la mejor inversión de su vida. Gastó una de las vidas que le quedaban en un escenario donde otros mueren sin compasión, de madrugada, en carretera y sin cinturón de seguridad. Pero él volverá a la pista, en Missouri o en Moratalaz, donde su mano derecha siempre será su amuleto. Un soldado insobornable empeñado en seguir a sus órdenes después de una reconstrucción masiva. Tanta lealtad no se paga con nada.

El hombre se portó como el atleta, sin pena ni miedo. De ahí que, a partir de ahora, ya sabe que se puede sobrevivir a todo, hasta a ese barniz de dramatismo que marcará para siempre cualquier entrevista con él. La sombra de aquella madrugada será imprescindible, como si fuese el título de un libro o de una película que ya no nos hará llorar de pena, sino de emoción. Volverá Bruno Hortelano y nosotros volveremos con él, más orgullosos que nunca. Y el día, ese día en el que vuelva a mirar al cielo y a declararse con el puño en alto, no sólo se habrá ganado una carrera. También la posibilidad de escribir guerra y paz, de brindar a su salud o de presumir de su fortaleza. La lealtad suele ser así.

“Volvió para recordar a la carretera que volverá a pelear (..). La carretera no lo ha logrado. Ni siquiera la carretera cuando se ofusca puede con todo”.

Para entonces, su legión de admiradores ya habrá cruzado fronteras. Hasta en Jamaica le pondrán de ejemplo a él, a un velocista de raza blanca, que anuló la idea de morir en la carretera antes de tiempo. Quizá porque no se podía ir ahora. En realidad, no se puede ir nunca Bruno Hortelano que, antes de volver a la pista, volvió a la Carretera de La Coruña, a ese kilometro 27, testigo de la madrugada del lunes en el que pudo perderlo todo. Volvió, además, solo y sin compañía y sin cerrar ni un segundo los ojos. Volvió para recordar a la carretera que volverá a pelear la medalla olímpica y que entre las cosas más difíciles de este mundo figura la de derrotar a un hombre, que está a una semana de cumplir 25 años. La carretera no lo ha logrado. Ni siquiera la carretera cuando se ofusca puede con todo.

Así que háganme caso. Sean realistas o sean optimistas. La combinación es magnífica: es mejor tener valor que tener razón. Y si realmente hoy me equivoqué y Bruno Hortelano no vuelve a desafiar a Usain Bolt ni a opositar a esa medalla olímpica, tampoco pasará nada si él sigue siendo un hombre feliz. Hay historias así en la vida, injusticias sin remedio, días a los que no hay manera de poner paz. De eso presume la literatura. La crueldad no siempre muere soltera. Pero hasta que la realidad nos demuestre tan mala idea por ahora uno prefiere imaginar a Bruno en el podio de unos JJOO dentro de cuatro años. No sólo es salud. También me recuerda que los aficionados inconscientemente somos egoístas.

@AlfredoVaronaA


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