Esto es lo que nos enseña la medicina del estilo de vida: convierte sus claves en tu mantra

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LBDC
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Somos pocos conscientes, en general, de las verdaderas implicaciones que tiene nuestro estilo de vida en la salud. No hablamos solo a nivel personal, sino de salud pública: es mucho más costoso el tratamiento que la prevención de enfermedades.

Como recuerda el artículo Medicina del estilo de vida: la importancia de considerar todas las causas de las enfermedades, publicado en Elsevier, el estilo de vida es uno de los mayores condicionantes sobre el estado de salud de la población en los países desarrollados. Y muchas de las consultas médicas de la Atención Primaria y la especializada se derivan de enfermedades relacionadas con el estilo de vida.

Qué es el estilo de vida

Según el citado artículo de Elsevier, cuyo autor es el doctor en Medicina Ramón Mora-Ripoll, el concepto “estilo de vida” se utilizó por primera vez en 1979. Lo hizo el escritor y futurista Alvin Toffler, quien vislumbró las formas de vivir de la ciudadanía en la sociedad postindustrial.

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¿Qué interviene exactamente en nuestro estilo de vida? Todo. La forma en que comemos, hacemos ejercicio, descansamos o trabajamos son las más relevantes, pero cómo pensamos, hacemos planes o nos comportamos con los demás también define nuestro estilo de vida. Incluso cómo jugamos o conducimos un vehículo.

Nuestros estilos de vida individuales conforman patrones que influyen sobre mecanismos biológicos fundamentales. Y esto, a su vez, pueden llevarnos a la salud o a la enfermedad.

Qué es la medicina del estilo de vida

En la elección de los estilos de vida interviene lo consciente y lo inconsciente. Estamos atravesados por nuestra educación, por la información que tenemos y por nuestro propio contexto a la hora de tomar decisiones.

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La medicina del estilo de vida es una disciplina clínica que se basa en la evidencia y que interviene en aquellos estilos de vida que afectan a la salud y a la calidad de vida. Engloba principios médicos, ambientales, motivacionales y de comportamiento, como recuerda Mora-Ripoll citando un estudio publicado en Altern Ther Health Med.

Esta disciplina se ocupa de prevenir para disminuir los riesgos, pero también ofrece un enfoque terapéutico concreto. Es, con frecuencia, menos costoso y más efectivo que los tratamientos habituales basados en fármacos y cirugía, según Mora-Ripoll.

Pese a ello, no pretende ser un sustituto, sino un complemento. Lamentablemente, ni es lucrativa ni acapara el suficiente interés de los sistemas públicos o privados como para ser financiada. Su aplicación es, por lo tanto, limitada.

Causas de la enfermedad

El enfoque actual que predomina pone el foco en factores de riesgo y marcadores biológicos, pero la medicina del estilo de vida tiene en cuenta otros niveles de causalidad. Por lo tanto, a la hora de establecer terapias se combinan las acciones preventivas a nivel público e individual, y la atención particular al paciente.

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Según Lifestyle Medicine, fuente del artículo publicado el Elsevier que mencionamos, las causas de enfermedades crónicas se dan en una jerarquía, luego los elementos están relacionados entre sí. Lo vemos:

  • Causas distales. La industrialización, los estilos de vida actuales y el crecimiento económico conforman esta categoría.
  • Causas mediales. Los factores psicológicos, el estrés, la ansiedad la depresión, el buen humor, la risa, el optimismo, el trabajo, el ocio, la presión social y el cambio tecnológico son causas mediales.
  • Causas proximales. En esta categoría se cita la dieta, el tabaquismo, el sendentarismo, el consumo de alcohol y drogas o las horas de dueño, pero también la exposición al sol, la contaminación o las relaciones sexuales que no son seguras.

Es así como llegamos a los factores de riesgo. Las causas anteriores confluyen en esta categoría, donde encontramos marcadores como la hipertensión, la intolerancia a la glucosa, la hiperuricemia y otros problemas de salud.

Y así, en la jerarquía que mencionábamos, llegamos a la enfermedad: las cardiovasculares, la diabetes, la ansiedad, las enfermedades respiratorias, los dolores crónicos, las enfermedades de transmisión sexual, la osteoporosis y otras.

Los estudios mencionados presentan todo lo anterior como una cadena en un cuyo primer eslabón se citan directamente los estilos de vida. Pero estos, además, intervienen en otras categorías de causas que, finalmente, aumentarán los factores de riesgo y contribuirán al desarrollo de enfermedades.

Recomendaciones generales de salud

Como recuerdan instituciones como Lifestyle Medicine, además de los artículos y estudios mencionados, hay maneras de tomar el control sobre la salud individual. Lo que hagamos no solo tendrá impacto en nosotros mismos, pues convivimos en sociedad.

1. Cuidar la alimentación

La clave es elegir alimentos integrales basados en vegetales que tenga un alto contenido en fibra. Hablamos de frutas, verduras, legumbres, cereales, frutos y semillas, que deben estar en la base de nuestra dieta. En concreto, lo ideal es consumir dos raciones al día de frutas y tres de vegetales.

El pescado, especialmente el pescado azul, está recomendado un par de veces a la semana. En cuanto a las carnes, deben ser magras y se pueden buscar alternativas vegetales, además de lácteos desnatados.

La bebida más saludable que podemos tomar es el agua, y se recomienda consumir 1,5 l al día contando también la de infusiones. Las bebidas y comidas con azúcares añadidos y grasas saturadas deben estar limitadas a un consumo muy ocasional, y representar un 10% o menos de nuestra dieta. La sal, por su parte, se debería limitar a menos de cinco gramos al día.

2. Hacer ejercicio físico

La actividad física se debe implementar de forma regular y constante. No hay que pensar solo en el gimnasio, pues las caminatas o las tareas de jardinería nos sacan del sedentarismo de manera efectiva. Siendo realistas, eso sí, hacer ejercicio un mínimo de cinco días por semana de manera moderadamente intensa siempre será mejor para nuestra salud.

En el caso de tener sobrepeso u obesidad, habrá que reducir la ingesta calórica en hasta 500 calorías diarias, y aumentar gradualmente la actividad hasta conseguir hacer ejercicio físico una hora al día.

3. Cuidar el sueño

No dormir las horas suficientes o tener un sueño de mala calidad puede disminuir sensiblemente nuestra capacidad de recuperarnos en caso de enfermedad. La medicina del estilo de vida se ocupa de identificar los comportamientos que influyen en la calidad de nuestro sueño, con el objetivo de mejorarlo.

Los adultos y los mayores deben dormir entre siete y nueve horas diarias. Aunque hay una corriente popular de pensamiento que expande la creencia de que dormir tantas horas es perder el tiempo, nada más lejos de la realidad. El descanso es necesario para preservar la salud y, por lo tanto, para seguir siendo efectivos.

4. Desechar los hábitos tóxicos

Lo que más se cita es el tabaco y el alcohol. El primero debe ser desechado por completo de manera urgente, y el segundo se debería reducir a dos unidades estándar al día en hombres y a una unidad estándar al día en mujer. Una unidad estándar corresponde a 10 gramos de alcohol puro.

Está demostrado que el consumo de tabaco aumenta el riesgo de cáncer, de enfermedades cardíacas y de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Si te cuesta dejar el hábito pregunta a tu médico, que puede darte información útil.

5. Cuidar las relaciones interpersonales

El Colegio Estadounidense de Medicina del Estilo de Vida recuerda que sentirnos socialmente conectados es esencial para nuestra salud en general, pero sobre todo para nuestra resiliencia emocional.

De hecho, cita estudios que demuestran que el aislamiento y la soledad están asociados a una mortalidad y morbilidad más alta, más aún en personas a las que ya se les han diagnosticado afecciones relacionadas con el estilo de vida.

6. Vigilar al estrés

En su justa medida, el estrés puede incitarnos a la productividad. Pero en exceso puede conducir a la depresión, la ansiedad, la obesidad o la disfunción inmune, entre otros problemas. La medicina del estilo de vida también nos ayuda a gestionarlo de manera efectiva, y para aumentar el bienestar emocional y mental siempre es útil presentar una actitud positiva y optimista, así como practicar el buen humor y la risa.

En definitiva, si bien hay otros factores que intervienen, muchas de las causas que llevan al desarrollo de una enfermedad crónica están relacionadas con nuestros estilos de vida. Es importante tomar conciencia sobre la importancia de nuestras decisiones, y no solo por las implicaciones que tienen en nuestra salud individual, sino por su extensión a la salud pública.

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