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"Me puse muy nervioso pensando que no estabas vivo"

Alfredo Varona y Domingo Olivares, que fue el chaval que le avisó de la historia de @jokin4318, reconstruyen los últimos 4 años de Joaquín Carmona en la biblioteca, en su portátil, en su propio mundo.  “No quería imaginar que estuvieses durmiendo en la calle”.

Domingo Olivares es el joven de 26 años que trabaja en la Universidad de Turín (Italia) y que, desde allí, me avisó donde estaba Joaquín Carmona.

Domingo Olivares es el joven que hoy ha escrito en primera persona: “Me alegro muchísimo de que la vida te haya dado una oportunidad, Joaquín. Te la mereces”.

Domingo Olivares también es el muchacho al que probablemente no entendería Joaquín: “Te preguntarás por qué nunca te dije nada”.

Domingo Olivares era un estudiante de Químicas en la Complutense que iba a la biblioteca a estudiar y que conoció a Joaquín Carmona en septiembre de 2015.  “Te digo que te conocí porque compartíamos mesa, pero solo nos cruzábamos un saludo y nos ayudábamos a colocar el enchufe del portátil”.

Domingo Olivares también es el joven al que le pudo la curiosidad. “Y lo reconozco. No sabía quien eras, pero eras la persona que veía todos los fines de semana, en verano o en invierno. Intenté hablar contigo alguna vez por curiosidad, pero parecía difícil: siempre estabas concentrado en tu portátil y no te parabas ni  en los descansillos de la biblioteca.

Y por eso mismo Domingo Olivares era el joven que siempre volvía a casa preguntándose: “¿Quién es esta persona que veo todos los días?”

Porque la curiosidad también es muy sana. “Un día nos tocó en la misma mesa, como tantas veces, pero esta vez vi un DNI en el suelo. Me fui a recogerlo, vi tu fotografía y me fijé en tu nombre”.

Domingo Olivares reconoce que un día fijó su mirada en la pantalla del ordenador de Joaquín y salió de dudas: “este señor es un experto en atletismo”. El día que le tocó sentarse detrás de él volvió a tirar de curiosidad. “Vi tu fotografía con tu nombre @jokin4318 en Twitter. Entré y vi que tenías miles de seguidores”.

Otro día, Domingo Olivares se lo contó a sus amigos y Fernando Rus, un buen atleta aficionado, le dijo: “Ese señor es la persona que más sabe de atletismo de España”. Se quedó loco. Y entonces empezó a preguntar en la biblioteca si alguien sabía algo de Joaquín Carmona, pero nadie lo sabía. “Solo sabíamos que cuando salías de la biblioteca de Pío Baroja te sentabas en la calle hasta muy tarde. Y allí siempre estabas con tu portátil”, recuerda.

Biblioteca Pública Pio Baroja

A Domingo Olivares nunca se le ocurrió pensar en lo peor. “Joaquín, no me imaginaba que estuvieses durmiendo en la calle, porque te veía muy aseado. Estabas bien físicamente (mejor que yo) y eras siempre muy educado. Venías con una mochila y con tu portátil hasta que, de repente, un día hablando con la gente de la biblioteca en el descansillo me contaron que te vieron durmiendo en el parque. Qué susto. Me relajé al día siguiente  cuando me dijeron que te vieron repartiendo cartas”.

Domingo Olivares tampoco se olvidará de ese otro día “en el que estábamos prácticamente solos en la biblioteca, y se acercaron dos indigentes a ti, tú les dijiste que estabas trabajando y que ahora no podías ayudarles porque estabas ocupado. Me resultó muy extraño. Quise pensar que les conseguías comida, pero esto me llenó de preguntas que al final no te hice”.

Domingo Olivares se fue a Italia en octubre de 2018, y le perdió la pista. Pero hace un par de días, Fernando Rus, le mandó ese artículo en el que yo preguntaba dónde estaba Carmona y porque había dejado de escribir desde hace tres meses. “Me puse muy nervioso pensando que no estabas vivo”.

Domingo Olivares, por encima de todo, es un gran chaval. “La persona que había visto más tiempo en los últimos años ahora podría estar muerta. Escribí rápidamente a Alfredo Varona, le dije en el parque en el que podías estar y la biblioteca a la que ibas. Luego, me puse muy contento, saber que iba a ir gente a ayudarte”.

A Domingo Olivares hay que seguir escuchándole y seguir poniéndose de pie. “Yo pensaba que dormías en el Centro Dotacional de Arganzuela, y que, como siempre venías con buena presencia a la biblioteca, no vivías en la calle. Ahora lo pienso y me arrepiento, de no haberte hablado antes de forma directa. Pero me daba la sensación de que preferías preservar tu intimidad tan concentrado como siempre en tu portátil”.

A veces, la cabeza da muchas vueltas: demasiadas.

Ahora, Domingo Olivares no hace más que pensar en todo aquello. “Siento que  hay mucha gente como Joaquín Carmona viviendo en la calle. Siento que son personas que hacen el mundo mejor desde el anonimato y que es necesario ayudarles”.

Domingo Olivares respira tranquilo al final de esta carta. “Ayer, todo el mundo se hizo eco de la noticia. Fue uno de los días más felices de mi vida. Saber que el mundo iba a ayudarte me llenó de alegría. Estuve hablando con mi familia todo el día para compartir mi satisfacción”.

Domingo Olivares es el joven de 26 años al que le gustaría, “cuando vuelva a Madrid tener la oportunidad de hablar contigo, Joaquín, para recuperar esa conversación que nunca tuvimos”.


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