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Me duele el tendón de Aquiles ¿Tengo una tendinopatía?

dolor en el tendon de aquiles

Deberíamos empezar con este post contextualizando un concepto que está totalmente popularizado, como es el de la “tendinitis”, así como un concepto general, pero que no se suele explicar de forma correcta qué es exactamente. Vayamos por partes. En las ciencias de la salud se usan comúnmente una serie de sufijos que ayudan a comprender o a diagnosticar fenómenos que nos afectan al organismo; en este sentido, vamos a comentar el sufijo -patía, el sufijo -itis y el sufijo -osis.

Con tendinopatía en términos generales hacemos referencia a una afectación de una estructura o de un órgano del cuerpo, que altera su estado general de salud; como ejemplos conocidos por todos podemos encontrarnos desde una cardiopatía hasta una tendinopatía, que son dolencias de distinta importancia.

Por otro lado, el sufijo -itis, como tendinitis o periostitis, indica un proceso agudo, una inflamación, que por definición es un proceso que puede llegar a tener una duración de aproximadamente 2 semanas. En nuestro organismo existen una serie de marcadores inflamatorios que en condiciones normales desaparecen al cabo de unos 14 días y que indican que el proceso inflamatorio como una respuesta aguda ha terminado. Pero no quiere decir que el proceso de dolor haya desaparecido o que la problemática haya sido resuelta.

Aquí es donde empieza a aparecer el otro tipo de sufijo, -osis, que indica un proceso degenerativo de una estructura, en este caso suele estar referido a estructuras del sistema musculoesquelético, como son la tendinosis, periostosis, condrosis… Es un sufijo que nos ayuda a explicar que los procesos lesivos que duran más de dos semanas de evolución y que el organismo no ha sido capaz de resolver, sigan cursando y causando dolor, pero sin inflamación significativa de forma regular. Por lo tanto, una estructura puede estar en un proceso degenerativo y no necesariamente debe estar provocando una inflamación.

Luego por otro lado están las reagudizaciones que se pueden producir de forma periódica según si ha habido un episodio agudo que altere directamente la estructura, o si ha habido un proceso de sobrecarga importante que haya provocado un aumento de la clínica, por ejemplo.

En el caso de una tendinopatía de Aquiles por ejemplo, una reagudización de un tendón con patología crónica podría producirse por un sobreesfuerzo en una carrera de larga duración con mucho desnivel, sin haber llevado a cabo un entrenamiento adecuado. El tendón se podría ver obligado a trabajar “por encima de sus posibilidades” generando así una respuesta aguda a un proceso ya cronificado.

Dolor en el tendón de Aquiles: fases

Esta afectación del tendón tiene distintas fases de gravedad o severidad: una fase aguda o inflamatoria, una segunda fase en el cual el tendón intenta curarse de las alteraciones que está sufriendo, y una tercera fase en que el tendón se degenera. La fase inicial es la tendinitis, mal utilizada tradicionalmente ya que se utilizaba para describir todas las fases de la patología, y la última fase es conocida como tendinosis, caracterizada por degeneración de los tejidos que forman el tendón.

Me duele el tendón de Aquiles ¿Tengo una tendinopatía?

Y es que en éste post vamos a comentar la afectación de uno de los tendones que más sufren en la actividad de los corredores: el tendón de Aquiles. Este es el tendón que se inserta en el hueso calcáneo del pie, y es el punto de anclaje de la musculatura de la cara posterior de la pierna, los gemelos, que están compuestos por los músculos sóleo y gastrocnemios interno y externo.

Cada uno de estos músculos tiene una estructura particular y un tipo de lesión muscular distinta entre ellos (desde las lesiones del sóleo que podríamos clasificar en varios tipos según la zona de afectación, y que resulta bastante común entre los corredores; hasta la lesión denominada “tennis leg” que suele ser una lesión del músculo gemelo interno y que suele aparecer con el signo de la pedrada, como si te hubieran disparado desde detrás!)

El tendón de Aquiles tiene unas características particulares que lo convierten en un tendón muy resistente y capaz de tolerar toda la carga a la que es sometido (es un tendón que se somete a estrés de forma constante para estar de pie, caminar, correr, saltar…), pero también se puede ver afectado bajo ciertas situaciones. Se dice a veces que el tendón de Aquiles es como un “basurero” del cuerpo donde van a parar residuos bioquímicos, toxinas y otras sustancias del cuerpo que alteran su estructura. También se dice que es un tendón que se ve alterado (y degenerado) con los altos niveles de estrés, con mayor incidencia que otro tipo de tendones, dándose incluso situaciones de ruptura del tendón asociadas a ello.

Otro aspecto a tener en cuenta es el tema del dolor… este no es un signo que esté relacionado con el estado de salud del tendón de Aquiles. Podemos encontrarnos con casos en que el tendón sea totalmente sensible, irritativo y doloroso, y que al llevarse a cabo pruebas complementarias muestren un tendón muy ligeramente alterado, en fase inflamatoria poco significativa; y por otro lado podemos encontrarnos casos de tendones totalmente degenerados, incluso que hayan terminado con ruptura total, y que no han dado signos de alarma a través del dolor. Este proceso de dolor en los tendones va relacionado con procesos histoquímicos y receptores celulares, y no tiene una relación estricta.

La planificación de entrenamiento diario de los corredores somete al organismo a una alta carga tanto a nivel muscular como de otras estructuras como son los tendones, ligamentos, cápsulas o huesos. Cada paso que se da, supone un impacto para el organismo. Normalmente estos impactos se absorben en sentido ascendente, y el músculo tiene un papel muy importante en la absorción de las vibraciones y tensiones que generan estos impactos, pero puede llegar un momento en que el músculo no sea lo suficientemente competente como para afrontar la absorción de todos los impactos, y se empiecen a ver afectados los otros tipos de estructuras, entre ellos los tendones. Por lo que tenemos que el tendón puede soportar las cargas tanto del impacto que debe absorber como de todas las tracciones a las que se ve sometido por parte de los músculos a los que está unido. Por lo tanto, cada vez que el tríceps sural se contrae y se produce una flexión plantar, el tendón de Aquiles se ve sometido a una tracción entre su inserción en el calcáneo y su unión con el grupo muscular. Y éstos son solo un par de los distintos tipos de estímulos a los que se ve sometido y que pueden alterar su estructura a largo plazo!

Triceps sural y tendón de Aquiles, insertado en la parte posterior del calcáneo.

Con ésta alteración que se produce a nivel interno del tendón, aparecen unos cambios característicos en la estructura del tendón que dan como resultado un tejido con menos capacidad de soportar tensiones y por lo tanto menos competente a la hora de adaptarse a la carga.

¿Qué hago si veo que me duele el tendón de Aquiles?

Como característica común de la lesión en este estado, está la aparición temprana de dolor agudo cuando se inicia la actividad física (provoca una reducción a la tolerancia al ejercicio), que desaparece después de un rato cuando el cuerpo ha calentado, y que vuelve a aparecer al final de la actividad, o cuando ésta acaba. Si este tipo de molestia se produce de forma regular lo más recomendable es disminuir el volumen y la intensidad del entrenamiento, y consultar a un médico deportivo para luego iniciar el tratamiento de fisioterapia si es necesario.

El tendón también puede ser doloroso a la palpación: a veces simplemente un calzado excesivamente apretado por la parte posterior ya puede ser causante de dolor a nivel del tendón (y también puede ser causante del propio problema); en otras, la palpación directa con las manos a nivel del tendón es muy dolorosa (esta palpación dolorosa puede diferir en la localización del tendón, pero suele “cantar” más a nivel de la inserción directa en el calcáneo o ligeramente por encima).

Hay ciertas actividades que son especialmente agresivas para este tipo de afectación, por el tipo de demanda que generan, que son aquellas actividades asociadas a acciones de potencia del tren inferior (arrancadas, saltos, ciclos de estiramiento-acortamiento a alta velocidad…), y que suelen ser precisamente contenidos de alta calidad dentro de las planificaciones del entrenamiento para muchos deportes, por lo que a veces cuando se da la recomendación de disminuir las cargas de entrenamiento, aparecen ciertas reticencias a eliminar temporalmente algunos ejercicios.

Éste aspecto de dosificar las cargas de entrenamiento darían lugar a un post totalmente independiente para hablar de ello, pero vamos a dejar un par de anotaciones genéricas al respecto, como son que: a veces es más importante entrenar con calidad por encima de la cantidad; a veces merece la pena sustituir ciertos contenidos del entrenamiento por contenidos totalmente específicos para el tendón, pese a que no colaboren al objetivo general del entrenamiento; a veces es muy recomendable jugar con ciertos tipos de superficies de entrenamiento para reducir el tipo de estrés al que se ve sometido el tendón.

Si no se respetan los tiempos ni los procedimientos, el proceso degenerativo de la tendinopatía se irá agravando y empeorando de forma progresiva, hasta llegar a un punto muy avanzado en la lesión, en que incluso levantarse por la mañana pueda ser una tortura cuando al poner el pie en el suelo se siente un fuerte pinchazo a nivel del tendón. En este caso ya hablaríamos de que la afectación del tendón puede “contagiarse” a estructuras cercanas como puede ser la fascia plantar, que también se podría volver más rígida y sensible, e incluso unir una fascitis plantar a la tendinopatía del tendón de Aquiles; sin duda un cóctel mortal.

Y la pregunta del millón… ¿qué puedo hacer?

Tratamientos y recuperación del tendón de Aquiles

En cuanto a la orientación del tratamiento para una tendinopatía, podemos hablar de distintos tipos de actuación.

Por una parte podemos hablar de la actuación en un primer momento, cuando el tendón duele después de la actividad física. Vamos a poner el ejemplo de que hemos salido a entrenar, y al final de la sesión de entrenamiento acabamos con sensación de molestia intensa en nuestro tendón de Aquiles… ¿debo poner frío o calor? En este caso, sin duda, frío! Trataremos de ayudar al cuerpo a normalizar la situación de inflamación que se haya podido generar.

Pero por otro lado, si nos encontramos ante la situación de una tendinopatía en estado avanzado, que permite mantener en cierta manera el ritmo de los entrenamientos, y que antes de empezar a correr es dolorosa…en este caso puede ser recomendable aplicar calor antes de empezar a entrenar para ayudar a mejorar las condiciones viscoelásticas del tendón. Por lo tanto, en unas ocasiones puede estar indicado el calor, y en otras sin duda está indicado el frío.

Luego debemos tener en cuenta también un factor tremendamente importante en las tendinopatías, que son los desequilibrios existentes en las tensiones musculares de las cadenas posteriores y anteriores. En el caso del que hablamos, es muy muy importante mantener una buena elasticidad de toda la cadena posterior, desde la fascia plantar hasta la musculatura glútea y lumbar. Si existe algún tipo de restricción de elasticidad en algún punto de la cadena, se puede generar una tensión excesiva a nivel de la inserción del tendón, que se traduzca en una sobresolicitación constante.

En cuanto a variantes del tratamiento de fisioterapia, como bien sabemos cada fisio tiene su librillo. Hoy en día hay muchísimos fisioterapeutas capacitados para tratar de forma adecuada una tendinopatía, pero es cierto que recomendamos acudir a un fisioterapeuta deportivo con experiencia en este tipo de patologías para afrontar con más posibilidades de éxito en su tratamiento. Aquí, el “fisio” podrá optar por técnicas tan distintas como los ganchos (fibrólisis diacutánea), la terapia manual de una u otra especialidad, la masoterapia, la punción seca, el stretching pasivo y activo, ejercicio terapéutico o alguna variedad de electroterapia (nosotros creemos que se puede llevar a cabo todo el tratamiento sin necesidad de recurrir a ningún tipo de aparato).

Ejercicio terapéutico. Es un concepto que habla por sí solo. Ejercitarse como elemento de terapia. Debería ser algo que todos entendiéramos verdad? Pues no es así.

El ejercicio terapéutico está orientado a que sea el propio deportista quién, a través de una serie de recomendaciones y ejercicios concretos que le programa el fisioterapeuta, ayude de forma activa a mejorar el estado de la patología. Para el caso del tendón de Aquiles dentro de las variantes de los ejercicios terapéuticos, se suele recomendar el stretching activo, el refuerzo de forma concéntrica para mejorar la capacidad de fuerza del tríceps sural, pero sobre todo se suele recomendar el trabajo de tipo isométrico y excéntrico, que están pensados principalmente para mejorar las condiciones estructurales del tendón.

El ejercicio isométrico se caracteriza por la no existencia de movimiento durante la aplicación de fuerza. Podríamos definirlo como que la resistencia que ofrece la resistencia externa es exactamente igual a la fuerza que está aplicando el deportista tratando de hacer una flexión plantar del pie. De esta manera, se produce una estimulación del tríceps sural al intentar producir la flexión plantar, pero al tener una resistencia que no se puede superar, no se produce acortamiento muscular, y el tendón se ve solicitado.

A partir de aquí podríamos hablar de dos o tres variantes principales en cuanto a la forma de aplicar o recomendar estos ejercicios, pero todas ellas están basadas en que el estímulo debe ser largo, de más de 30 segundos cada repetición. Con este ejercicio se logra por un lado una ligera hipertrofia de la estructura del tendón, y por otro lado se produce un proceso analgésico que disminuye la percepción del dolor (y esto se usa principalmente para poder trabajar o entrenar con mejores sensaciones, a la vez de ser terapéutico).

En cuanto al ejercicio excéntrico está basado en el principio de que la resistencia que se trata de vencer siempre es mayor que la fuerza que se está aplicando, por lo tanto el músculo tríceps sural “pierde” la batalla al intentar hacer una flexión plantar, y termina produciéndose una flexión dorsal. En este tipo de trabajo igual que en el isométrico evidentemente se produce una estimulación del tejido muscular (en estiramiento porque la resistencia nos vence), a la vez que se estimula el tendón. Pero hay que vigilar con la intensidad de este ejercicio, puesto que es precisamente el ejercicio excéntrico uno de los que genera una alta tensión/tracción a nivel de la inserción del tendón de Aquiles en el calcáneo.

La prescripción de este tipo de ejercicios bajo una dosis y una intensidad adecuada puede mejorar también la estructura del tendón y su competencia, produciendo una serie de adaptaciones histoquímicas que reduzcan el dolor y mejoren el estado de la patología. Pero una mala prescripción de este tipo de ejercicio (sin tener en cuenta el rango de movimiento, o sin tener en cuenta el volumen y la intensidad, o sin valorar si hacerlo en flexión o extensión de rodilla), puede resultar perjudicial y agravar la clínica.

La tendinopatía del Aquiles es una afectación que puede llevar un tiempo muy variable en cuanto a su curación (si se puede acabar curando), y va a depender principalmente del tiempo de evolución, y del motivo causante de la misma. En un caso muy agudo, quizás en 4 semanas se puede dar por solventado el problema, pero en un caso cronificado puede llevar meses llegar a controlar la clínica. Y no todos los casos se pueden lograr revertir de forma satisfactoria, puesto que en algunos casos el nivel de degeneración es tan importante que al final se ven abocados a una intervención quirúrgica para tratar de reparar el tejido. Si ésta es la situación, podemos asegurar que la recuperación no va a ser menor a los 8 meses para volver a entrenar con normalidad.

Así que ante cualquier síntoma que tengáis en vuestro tendón de Aquiles, no lo dudéis y contactad a un fisioterapeuta deportivo.

Esperemos que os haya gustado este texto, y para cualquier duda que podáis tener, nos podéis contactar en info@invisible-training.com o llamando al 93 589 26 62 – 628 20 27 59.


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5 COMENTARIOS

  1. Ya tengo más de un año con eso y no se me quiere quitar me duele más cuando descanso y empiezo a caminar otra vez alguien que me pueda ayudar gracias

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