EFE/ Juan Ignacio Roncoroni
He elegido estos 10 momentos y, en mi caso, los coloco por este orden.
Y, de repente, apareció Asier Martínez como no nos habíamos llegado nunca a plantear. Para mí ha sido el mejor momento del año del atletismo español y ¿por qué? Pues, miren, por su edad (21 años), por lo inesperadísimo y porque ver a un español en la final olímpica de 110 vallas parecía un milagro. Pero, entre Holloway, Parchment, Levy… estuvo Asier Martínez con esa planta, con esa naturalidad, con esa sensación de que aquí no pasa nada. Y una marca que lo licencia para lo imposible: 13’22.
Desde el Mundial de Sevilla 99, con el triunfo de Abel Antón, no vivíamos nada así en el maratón. Y, de repente, en la madrugada del 8 de agosto, apareció Ayad Lamdassem. Quién nos lo iba a decir con 39 años. Hasta el km 40 nos hizo soñar con la medalla en unos JJOO. Y si las uñas de los pies no se le hubiesen roto… Mira que le había avisado Mostaza, su representante, “Ayad, ves al podólogo, cuídate esas uñas, que siempre te dan problemas en maratón”, “no, no, Miguel, que no hay problema”. Pero, en cualquier caso, su quinto puesto fue memorable.
¿Que por qué coloco en tercer lugar la medalla olímpica de Ana Peleteiro, la única medalla olímpica? Porque de alguna manera era esperada. Se sabía que podía estar ahí. Y, sí, claro que fue extraordinario. Y Ana actuó con la determinación que lo había hecho en invierno en el Europeo de pista cubierta de Polonia. Y jamás lo olvidaremos. Jamás olvidaremos ese 14,87 que llevó a Peleteiro a lo máximo porque las dos primeras (Yulimar y Mamona) eran inalcanzables.
Parece que me he vuelto loco con las proezas que hizo Katir este verano (3’28″76 en 1.500 o 12’50″79 en 5.000…) y colocarle en cuarto lugar. Pero yo diría que aún necesitamos tiempo para asimilar este tsunami que vino tan de golpe. Necesitamos volver a verle el próximo verano, hacernos a la idea de que esto va a ser así siempre. En 2021 me quedo con la naturalidad con la que se metió en la final olímpica y valoro su octavo puesto en la final. Corriendo mal, Katir fue octavo en unos JJOO.
Su currículum, a los 26 años, tampoco invitaba a pensar que pudiese luchar por medalla en los JJOO. Nos habíamos preparado para ovacionar a Bragado. Pero, a falta 150 metros, después de 49 km larguísimos, Tur ya tenía esa medalla, era suya. Pero entonces la agonía reclamó su protagonismo. Y no pudo ser. Y apareció Evan Dunfee, el canadiense. Y la derrota de Marc Tur salió en los telediarios del mundo entero. Fue la gloria de los derrotados (admiración máxima, para siempre). Qué duro fue pero cuánta honestidad.
Todo lo que apuntó en el Mundial de Doha 2019 se confirmó en Tokio. Es más, de este verano salimos con la certeza de que Adrián Ben ya está listo para luchar por las medallas en un gran campeonato. Su edad (23 años) es carne de leyenda. Korir, Rotich, Dobek, Bol y, en quinta posición, un español, Adrián Ben, como no había ocurrido en la vida en el 800 de unos JJOO. Pero, sobre todo, nos queda la sensación de que esto no ha hecho más que empezar y que esa mirada de Ben nos acompañará muchos veranos.
Sólo le faltó bajar de los 4’00” en 1.500 para vivir el verano perfecto. Y la cosa es que disparó varias veces al poste. Pero, en todo caso, los JJOO la hicieron inmortal en nuestra memoria. Con pasar a semifinales nos bastaba en una distancia tan difícil. Pero Marta se acercó al infinito. En la final fue a hacer la mejor marca de su vida (4’00″12). Quizá Kipyegon, Muir, Hassan… sean inalcanzables para ella, pero este verano fue muy, muy bonito. No nos lo puede quitar nadie.
Estuvo ahí. Lo tuvo esta vez y qué merecido era para él, para Eusebio Cáceres. Y lo era. Era tercero con un buen salto (8,18 metros). Pero quedaba un último escalón por subir, el último salto del griego Militiadis Tentoglou que lo fue a bordar (8,41 metros). Al final, Eusebio Cáceres, a los 29 años, se quedó cuarto, a tres centímetros de la medalla. No hubiese existido medalla más merecida para un atleta que nunca se ha dado por vencido y que ha superado mil y un obstáculos. Qué cerca, qué pena quizás. Pero volverá.
La grada estaba sin público y hacía mucho calor en Getafe. Pero todo lo que nos contaron de Steve Prefontaine ocurrió aquella tarde de domingo con Natalia Romero, a los 32 años. Ella cogió las riendas desde la primera zancada en el campeonato de España de 800. Y marchó en busca de la mínima para los JJOO. Y lo logró. Y luego fue a Tokio y fue capaz de pasar a semifinales. Y, además, su clasificación fue la primera alegría del atletismo español en los JJOO. Y, aunque no fuese lo más mediático, eso no se olvida. No se puede olvidar.
Es verdad que sus JJOO fueron muy, muy decepcionantes. Y eso pesa en el recuerdo de 2021. Pero no me quiero olvidar de su medalla de oro en los 400 del Europeo de pista cubierta de Torun (Polonia) por lo que significó. Fue la revancha de Birmingham. La merecida revancha de aquel oro que le quitaron los jueces por pisar levemente la línea. Todos necesitábamos esa revancha: lo fuese o no lo fuese. El destino estaba en deuda con Husillos.