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Lo que no cuentan de las bebidas energéticas

bebidas energéticas

El consumo de bebidas energéticas ha experimentado un aumento exponencial durante las últimas décadas, especialmente entre los jóvenes, obteniendo un valor actual de mercado en todo el mundo de 27.500 millones de dólares.

Mientras la popularidad de estas bebidas como productos antifatiga crece, aumenta la preocupación ante las evidencias de sus efectos negativos sobre la salud y su consumo en circunstancias no recomendables. Y no es para menos. Según cifras facilitadas, un 31% de adultos consume este tipo de bebidas de forma habitual frente a un 62% en la franja de 10 y 18 años.

¿Qué son las bebidas energéticas?

Estas bebidas suelen comercializarse como una forma para mejorar el rendimiento físico, obtener un impulso extra de energía o de agudeza mental. Aunque hay muchas marcas y fórmulas diferentes en el mercado, todas suelen contener ingredientes similares, además de cafeína, las bebidas energéticas suelen contener otros ingredientes,  como taurina, L-carnitina, glucuronolactona, ginkgo, guaraná, ginseng y vitaminas del grupo B, entre otros. Algunas de las bebidas energéticas más comunes son Red Bull, Monster, Bang Energy Drink y Rockstar.

Ante la creciente evidencia internacional sobre el aumento del consumo e impacto y riesgo en la salud de los consumidores, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) solicitó a un Comité Científico una evaluación del riesgo, vertiendo un informe con conclusiones muy claras sobre sus efectos adversos.

Y es que a nadie se le escapa que las bebidas energéticas gozan de una buena aceptación entre los jóvenes gracias en parte a su estrategia publicitaria, que conduce a una percepción del riesgo asociado a su consumo más bien bajo. Ángel Rubio, especialista publicitario de la agencia Corring Sports, afirma que “las empresas de bebidas energéticas dirigen sus campañas a los jóvenes y a los que buscan emociones. Utilizan imágenes y un lenguaje que atrae a los que buscan aventura. Al alinear sus productos con estos valores, son capaces de crear una fuerte conexión en la mente de sus consumidores”.

Como resultado, las bebidas energéticas se han convertido en sinónimo de un estilo de vida activo, ideales para quienes buscan una ventaja competitiva, un aparentemente valioso complemento para su caja de herramientas.

Sin embargo, es importante consumirlas con moderación y ser consciente de los riesgos potenciales, especialmente ante consumos elevados:

-Además de la estimulación de los sistemas Nervioso Central (SNC) y cardiovascular, el consumo crónico de bebidas energéticas se ha asociado a sobredosis de cafeína, hipertensión, pérdida de masa ósea y osteoporosis, fobias, cefalea, síndrome depresivo, ansiedad o cambios en la frecuencia cardíaca que pueden derivar en otras enfermedades cardiovasculares.

-Entre los efectos secundarios resultantes destacan palpitaciones, insomnio, náuseas, vómitos y micción frecuente. También se ha argumentado que el consumo excesivo de bebidas energéticas puede servir como indicador del uso de otras sustancias y otras conductas de riesgo.

-Consumir alcohol mezclado con bebidas energéticas conduce a un estado que incluye una menor percepción del grado de intoxicación etílica, una mayor estimulación y un mayor deseo de beber.

-Se ha asociado también de forma independiente con la inactividad física, más tiempo de ocio frente a la pantalla, nivel socioeconómico bajo, malos hábitos alimenticios, un mayor índice de masa corporal y peor rendimiento escolar.

Consumo excesivo de azúcar causante de obesidad y resistencia a la insulina, cosa que a su vez influye negativamente en las alteraciones cardíacas que puede provocar el abuso de este tipo de bebidas.

-El informe también pone de manifiesto el riesgo de interacción con los medicamentos, así como de la presencia de otros componentes con principios activos naturales como el ginseng o el gingko, con ingesta contraindicada en periodos de embarazo y la lactancia.  En el caso del ginseng, también en la infancia y adolescència.

El consumo de las bebidas energéticas no está recomendado para niños ni mujeres embarazadas o en período de lactancia

¿Qué se considera un consumo elevado de bebidas energéticas?

Conviene saber que en España se comercializan hasta cuatro modalidades diferentes de bebidas energéticas en función de la cantidad de cafeína que contienen: de 15, 32, 40 y 55 mg por cada 100ml, en envases que suelen ir de los 250ml a 500ml.

Así, una lata puede moverse entorno a los 80 y 300 mg de cafeína que equivaldría a cuatro cafés espressos (75mg).

Una persona que consuma más de 1,4 miligramos de cafeína por kilo de peso al día puede sufrir insomnio y reducción de la duración del sueño. Si esta ingesta sobrepasa los 3 miligramos de cafeína por kilo de peso, puede implicar además riesgos cardiovasculares y hematológicos, neurológicos y psico-comportamentales. Esta cantidad, considerada perjudicial, se alcanza o supera con facilidad consumiendo medio litro al día de la mayoría de bebidas energizantes.

Ahora veamos qué se entiende por consumo moderado. El informe de AESAN establece una serie de pautas en función de los kg de peso del consumidor/a y la composición de la bebida:

  • Los consumidores de 50 kg deben evitar el consumo de bebidas energéticas con más de 32 mg/100ml para evitar alteraciones del sueño.
  • Los consumidores de 60 kg no deben consumir 1000 ml de cualquier bebida energética ni superar 500 ml de estas bebidas con concentraciones de 40-55 mg cafeína/100 ml, por sus alteraciones del sueño y efectos adversos generales para la salud.
  • Los consumidores de 70 kg no deben consumir más de 500 ml de bebidas de 32 mg cafeína/100 ml (o 250 ml/día de bebidas con 40-55. mg cafeína/100 ml) para evitar alteraciones del sueño. Además, no se deben consumir más de 1000 ml de bebidas de 32-40 mg cafeína/100 ml o más de 500 ml de bebidas energéticas de 55 mg cafeína/100 ml para evitar los efectos adversos para la salud.

Por último, se pone el acento en el consumo de los conocidos “shots” o “caffeine/energy shots”, muy extendidos como suplementación deportiva durante la competición, comercializados en formato pequeño que concentran, en menos de 100 ml, elevadas concentraciones de cafeína muy superiores a las de las bebidas energéticas.

 


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