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Las dos maletas de Mechaal

SERIAL MEMORIAS DE ÁFRICA (II): Entrenar en ayunas, Zumo de aguacate. Y hasta 35 kilómetros seguidos en una sola sesión… La vida monacal de Adel Mechaal en Etiopía que nos sigue contando su entrenador: Antonio Serrano. 

“En realidad, África es un gran descubrimiento. O más bien te recuerda que no sabes todo lo que crees que sabes. Que siempre hay cosas por descubrir y yo se lo recordaba a Mechaal estos días cuando veíamos a Mo Farah desayunando en el Resort de Gebrselassie.  “Adel”, le decía, “te das cuenta de que ese hombre tiene 35 años y aún sigue aquí concentrándose seis meses al año”. Y se lo decía porque mi idea es que ese sea el espejo en el que se refleje Mechaal. Y el día de mañana, cuando tenga esa edad, todo siga siendo como hoy, a sus 27 años. Y siga aceptando esta crónica de vida: la de dejarlo todo, la de venirse a vivir un mes entero aquí, donde sobran horas muertas. A veces, te parece que todo se reduce a una carretera, a kilómetros de campo o a una vida que no todos están dispuestos a aguantar. Sin embargo, a los 35 años, un tipo como Mo Farah, que lo ganó todo, ahí está preparando el maratón de Londres con una disciplina que no te invita ni a darle los ‘buenos días’. Uno teme hasta molestarle y no se puede ir por ahí molestando a la gente. Ni siquiera a los mitos. 


 “No es fácil  dedicar las 24 horas del día a entrenar y descansar. Siempre hay momentos de debilidad”

Los mitos son parte de nosotros. Es más, yo creo que un hombre como Mo Farah es parte de la motivación de Adel Mechaal que todavía tiene intacta la capacidad de sorprenderme.  Hasta podría prometerles que no he conocido a nadie más profesional que él en mi vida. Adel viaja siempre con dos maletas. Una con la ropa y otra con ese gimnasio ambulante que se ha construido él (cintas, arrastres, combas…) y que ha comprado a través de Amazon. Lleva hasta un aparato de automasaje. Cosas que le invitan a uno a acompañarle hasta el fin del mundo. Sin ir más lejos, él ha pagado de su bolsillo este viaje a su hermano Said. Pero no lo considera un gasto, sino una inversión para los dos, porque ya no es como hace dos años cuando Mechaal vino solo aquí. Entonces el tiempo se le hizo largo, porque no se crean que es tan fácil. No es fácil  dedicar las 24 horas del día a entrenar y descansar. Siempre hay momentos de debilidad que uno necesita compartir: todos tenemos dudas. Yo mismo tengo dudas, pero entonces trato de convencerme de que estamos haciendo lo correcto. Incluso, recuerdo que, en mi época, el fallecido Diego García pasaba meses concentrado a solas en el Teide en los que superaba los 300 kilómetros por semana.  

No hay que tener miedo al kilometraje. En ese sentido yo llevo a Federico Bruno, un atleta argentino de 1.500, que siempre me lo recuerda. Me recuerda que él, que ahora tiene 24 años, lleva desde los 20 acostumbrado a hacer 200 kilómetros, “y no pasa nada , Antonio”, me dice, “viene bien”. Y esa es una idea que yo he reforzado estos días en Etiopía. Aquí, donde están los elegidos…; aquí, donde hay atletas que te piden que te los lleves contigo a España…; aquí, uno ve a atletas, que no son de maratón y que hacen los domingos  entrenamientos de 30, 35, 40 kilómetros seguidos... Por eso Mechaal va a ser uno de ellos y en estos días llegará hasta los 35 y no pasará nada. Luego, tendrá el resto del día para descansar, porque el atletismo es así. Si queremos igualarnos a los mejores y tenemos la opción de entrenar como ellos, porque vinimos a buscarla a Etiopía, ¿por qué vamos a malgastarla? No tendría sentido estas nueve horas de viaje ni esta aventura que, en realidad, no es tanta aventura. Es difícil encontrar una vida más rutinaria que ésta. Pero somos atletas, no somos arqueólogos.

Antonio Serrano en Etiopía

 Cada día nos levantamos a las siete de la mañana. Siempre entrenamos en ayunas. A lo sumo, tomamos un café, que  ayuda a despertar. Y con esto no quiero decir que estos atletas no desayunen. Al contrario. El desayuno es muy fuerte después de venir de entrenar. Arranca con ese zumo de aguacate, magistralmente preparado, con el que nos esperan en la cafetería del hotel. Porque, al final, el día es largo. Excepto los domingos, Mechaal dobla todos los días. Es más, los hay en los que ha llegado a hacer tres sesiones. No habrá semana en Etiopía en la que vaya a bajar de los 200 kilómetros y en la que los ritmos… ¿hasta qué punto tiene sentido valorar los ritmos? A 2.700 metros de altitud, uno ya sabe que no se puede correr rápido. La deuda de oxígeno es importante. Y, si acaso, puedo poner el ejemplo de la primera tirada larga de 30 kilómetros que hizo Mechaal y que le salió a 4’00″/km. Pero si ese mismo rodaje lo trasladamos a la Casa de Campo, sabemos que saldría fácilmente a 3’30”.  Uno ya hizo demasiada información, los suficientes años para relativizarlo todo. No todo son los números.


 “Formamos parte de un deporte humilde. Quizá por eso nos sentimos cómodos en Etiopía” 

 Lo importante es saber donde uno está. Y si nosotros estamos aquí es porque en Europa no encontramos estas condiciones en ninguna parte en esta época del año. El otro día veía unas fotografías de Kevin López en Sierra Nevada rodeado de nieve. Aquí, sin embargo, la temperatura es idónea, entre 15 y 20º, una maravilla  para entrenar. También sobran circuitos de piso blando y, a esta altitud, hasta existe una pista de tartán en el Resort de Kenenisa Bekele, donde cualquier atleta, sea del nivel que sea, debe pagar 287 briss por entrar, lo equivalente a unos 9€.  No es como la de ceniza en el hotel de Gebresselassie en la que la entrada es libre y se refleja en la clase social de los atletas. Mientras que en ésta ves a atletas casi con alpargatas, en la de Bekele el nivel es mucho más alto. Se suceden 50 o 60 atletas uniformados, equipados con ropa de marca, que te invitan a recordar que aquí estamos en el sitio exacto, entre los mejores del mundo como no dejo de recordarle a Adel ni él deja de recordarme a mí dentro de la humildad. 

 Somos humildes, al fin y al cabo. Formamos parte de un deporte humilde. Quizá por eso nos sentimos cómodos en Etiopía, donde el cansancio es una de nuestras reglas. Nos gusta el cansancio. Es apasionante. Vinimos a buscarlo y a recordar que todo es posible. Aquí hay atletas de la edad de Ouassin o Said, el hermano de Mechaal, que aún están en plena formación, que ya están en la élite. Por eso no tenemos que cerrar puertas a nada. Quizá mi única discusión con Mechaal. Él siempre da más valor a las medallas que a las marcas. Sin embargo, yo trato de convencerle de que ambas cosas son compatibles. No puede ser que un atleta como él todavía este en 13’15” en 5.000 y no tenga marca en 10.000. Pero, precisamente, es el misterio que hemos venido a resolver a Etiopía a la espera de que esta primavera, antes del Europeo de Berlín, nos dé la razón. Mientras tanto,  todavía queda mucha batalla por librar en África. Un mes nunca dejará de ser mucho tiempo”. 

@AlfredoVaronaA 


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1 COMENTARIO

  1. Tiene que demostrarse a si mismo el primero que puede estar arriba sin ayudas… a pelear chaval, con respeto y limpieza !

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