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La perversa historia de un entrenador de provincias

Pistas a las que no les queda ya ni tartán, utilizar tu propio dinero y el riesgo de que tu hijo te diga: “El atletismo me ha quitado a un padre”. Así es el caso de José Carlos Tuñas Dugnol. La Coruña. 
Casi en la despedida llegó la frase que me pareció más trascendental: “Mi hijo me dijo que el atletismo le ha robado un padre y no pude decirle nada: llevaba razón”. Por eso me tomo la libertad de encabezar esta historia con esa frase de José Carlos Tuñas Dugnol. Un hombre de 57 años, inseparable del entrenador de atletismo que es inexplicable sin el entrenador que nunca dejará de ser. De ahí que uno empiece por dar vueltas a esa frase de su hijo. No se me ocurre entonces otra cosa que la dificultad de arrancar a un hombre de su vocación. A veces, hay vocaciones muy malvadas. Nadie sabe cómo prohibirles el paso. “Moriré viendo atletismo”, añade Tuñas, que ha madrugado en esta mañana de sábado para hablar conmigo en el Paseo Marítimo de Riazor, aunque, sinceramente, no tengo tan claro que mi presencia sea tan necesaria. Él no necesita que nadie le haga preguntas de atletismo, da la sensación de que podría tirarse hablando desde el principio hasta el final de la película.
En realidad, es un caso curioso el de este hombre o quizá solo sea uno de tantos entrenadores, que tiene su trabajo por las mañanas. Luego, están las tardes o los fines de semana en los que da vida al entrenador de provincias que lleva dentro y que, lejos de ganar dinero con esto, ha llegado “a comprar tacos de salida” con su propio dinero para los atletas. Pero si hablamos de dinero esta historia no encendería ni la luz. “Nunca he cobrado a un atleta por entrenarle porque a mí, cuando hacía atletismo, nadie me cobró nada”. Pero así es el atletismo, capaz de fabricar gentes como éstas, imposibles de resumir en tiempo récord. En el caso de José Carlos Tuñas habría que viajar a su infancia en Lugo cuando los niños de su generación se tiraban todo el día en la calle. “Hasta el más torpe subía al árbol a coger el balón. Sin embargo, hoy en las clases de educación física cuesta encontrar a dos que sepan hacer bien la voltereta”.
Hijo de un periodista deportivo, Tuñas se enamoró sin intermediarios del atletismo. El intermediario fue él, que llegó a hacer 30’59” en 10.000 en la pista de Vallehermoso. También estudió INEF y aprobó una oposición de funcionario. Su vida estaba en Madrid, donde jamás recordará con cariño aquellas mañanas en las que debía entrar de espaldas en el Metro, a primera hora de la mañana, para ir a trabajar. Por eso cuando tuvo opción de venir a La Coruña no lo meditó ni con el cielo ni con el infierno. Vino y el tiempo le ha convertido en un reputado entrenador de provincias. Lleva a más de 100 atletas, entre los que ahora tiene un grupo selecto de velocistas cuyo máximo exponente sería Mauro Triana. El primer atleta de Galicia que ha bajado de 21 segundos en 200 metros. El mismo que ha terminado la carrera de fisioterapia. El mismo que ha logrado tres medallas en campeonatos nacionales o el mismo que se quedó a 13 centésimas de acudir al último Europeo de Berlín. Y, sin embargo, todo eso se traduce en una austeridad que da pánico o en una falta de medios que, “si no fuese por su compromiso casi salvaje con el atletismo”, es para firmar la renuncia antes de que salga el juicio. Ni una maldita sala de musculación siquiera.

“Siempre digo que en Madrid vales lo que vale tu marca. Si no la haces, no te dan los medios”

Pero no. Mauro no renuncia y José Carlos Tuñas, que es su entrenador, aún menos. En realidad, no hay enemigos suficientemente poderosos frente a esta pasión. No hay más que ver su mirada. La mirada del entrenador, que parece la de un adolescente recién enamorado. No hay más que escucharle hablar de esta vida llamada atletismo en la que imagina que “no está todo inventado. Lo que ayer era la Biblia hemos visto que hoy se ha quedado obsoleto. El tiempo hace su trabajo. Siempre se le puede dar una vuelta más a la tuerca. Siempre nos podremos actualizar. No podemos renunciar a ese derecho. No podemos dejar de escuchar  a los que más saben,  a gente como Jacques Piasenta, el entrenador de María José Perec, la francesa que ha sido triple medallista olímpica. Pues bien, el primer año que Piasenta la tuvo el 80% de su trabajo con ella fue técnica de carrera. Seguro que fue muy aburrido, pero si no corriges defectos adquiridos nunca podrás llegar a lo máximo o, si llegas, lo harás con más esfuerzo. Por eso uno de mis deberes como entrenador es recordar que el atletismo no solo se resume a colocar las cargas y a hacer series y kilómetros“.
Por eso es tan importante leer y es tan importante grabar a los atletas en vídeo; dedicar tiempo a las cosas y hasta exponerte a que tu hijo te diga, “el atletismo me ha robado a un padre”. Montarte en el coche o salir a la calle y preguntarte si era esto lo que querías ahora que tu hijo ya es mayor de edad y ya no se puede recuperar el tiempo. Pero quizás hay cargos de conciencia que no le deben torturar a uno o vidas como la de los entrenadores de atletismo en provincias que se desviven por esto por nada ni por nadie que no sean los demás. A cambio, la Federación Española rara vez les compensa con un viaje al extranjero en grandes campeonatos, “de esos que también hacen ilusión”. Pero esas son las cosas de estas gentes, mejores o peores personas, triunfadores o no triunfadores, capaces de explicarte que, en cualquier caso,”esta vida también merece la pena. Creo que no la cambio por la de Madrid. Siempre digo que en Madrid vales lo que vale tu marca. Si no la haces, no te dan los medios, y eso es más duro. Aquí, de antemano, ya conoces las reglas de juego. Sabes que la austeridad es asombrosa. Puedo decir que hasta hace poco la pista en la que trabajábamos en invierno, cuando dabas la salida, veías que los clavos hacían chispas con el tartán porque chocaban con el asfalto lo que quiere decir que ya no había ni tartán”.
“Pero, a cambio, todas esas penurias nos han invitado a reinventarnos, a buscarnos la vida y a utilizar el entorno natural como la arena de la playa, donde hacemos series en las que el agua llega hasta las rodillas de los atletas”, explica Tuñas lo que da una idea de sus inviernos en La Coruña. No importa que llueva al máximo o que haga viento en la playa de Oza, que es la que utilizan porque  es una de las más lisas y de las más calmadas de la región. Si hay sesión marcada para esa tarde, a no ser que haya un vendaval terrible, ahí está él, aunque sea con un paraguas, y ahí están todos los atletas sin miedo a quedarse sin fuerzas dentro del agua. La diferencia es que al volver a casa ninguno de ellos escuchará decir a su hijo, “el atletismo me ha robado a un padre”, lo que, entre otras cosas, recuerda que no hay vocaciones perfectas. Ni siquiera esta cosa tan maravillosa llamada atletismo que le permite conocer a uno a gentes que, en principio, le impiden ser imparcial, José Carlos Tuñas Dugnol, ya lo han visto.

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