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La moda está de running

Group Of Runners Warming Up Before Run

No, no me he equivocado en el título. Es cierto que el running está de moda. Lo dice mucha gente desde hace ya unos años. Algunos hablan de una burbuja como si de economía se tratara. Yo me decanto por que el “running” vino para quedarse. Otra cosa es todo el circo que le rodea donde se observa que, tras el espectacular auge de carreras y eventos por doquier -aparecidos al son de la campana del dinero-, comienza a hacer aguas. Carreras que pierden interés en forma de inscritos o directamente echan el cierre. Algunas incluso antes de llegar a la pila bautismal.

El caso es que soy de los que defiende que el running ha llegado para quedarse porque, hoy en día, la gente que lo practica es diferente. La sociedad ha cambiado. Por un lado hay una mayor concienciación de que uno debe cuidarse (eso todo el mundo lo ha sabido siempre) y por otro existe una mayor decisión individual de las personas a defender ese coto privado que es uno mismo. Siempre va a haber tiempo para trabajar, para la familia, para los amigos, para los deberes y quehaceres diarios, pero, en ese presupuesto de tiempo en que la sociedad se organiza, hoy en día siempre se dedica un hueco para uno mismo.

Recuerdo que a finales de los setenta y hasta mediados de los ochenta ya hubo otro boom. Por eso cuando alguien me habla del boom del atletismo popular, el running, yo a veces contesto que, para mí es el segundo. En esa explosión (controlada) de libertades del postfranquismo, hubo multitud de expresiones culturales que salieron de su corsé para correr con relativa libertad. El atletismo fue una de esas expresiones. La excursión de atletas de renombre a Nueva York para correr su famoso maratón a finales de los setenta propició que se popularizase este deporte a la par que estas mismas personas participaban en la creación de nuevos clubes de atletismo y nuevas carreras.

Creo que si se realizara un sencillo estudio estadístico sobre la cantidad y años de fundación de clubes y carreras populares y con los resultados formáramos un doble histograma como si de una pirámide de población se tratara, observaríamos dos claros picos: el decenio de 1975 a 1985 y el decenio de 2005 a 2015.

Pero, ¿cuál es la gran diferencia entre ambos períodos? Desde mi perspectiva observo dos claramente: el tipo de club y la incorporación de la mujer.

El tipo de club es muy diferente porque así como en la primera década (1975-1985) los clubes de nueva creación tenían una vertiente atlética oficial, creándose al amparo de las federaciones correspondientes en base a la reglamentación oficial y enfocados al calendario oficial de competiciones, los actuales clubes de nueva creación están mayoritariamente fuera de este circuito de la oficialidad. Clubes que son asociaciones informales de corredores, dirigido por atletas o exatletas de renombre, clubs de empresa, grupos formados en la redes sociales, de entidades privadas como gimnasios, tiendas, webs,  etc… En cualquier caso no están registrados como clubes en la respectiva federación. No digo ni que sea bueno ni malo. Es un hecho.

Esto ha facilitado enormemente la incorporación de corredores, dado que el nivel de compromiso requerido es mucho menor a la vez que la volatilidad de muchas de esas personas a la hora de darle continuidad a una actividad es a su vez bastante elevado.

El otro gran cambio que observo con sincera alegría es la incorporación masiva de la mujer al mundo de la carrera a pie. Vuelvo a finales de los setenta y con un ejemplo: Carmen Valero. ¿A alguien le suena? Esta mujer fue doble campeona del mundo de cross, la primera atleta española en competir en unos JJOO, nombrada mejor deportista española del año en cuatro ocasiones, y un largo etcétera. Si ya acojona con esta introducción, ahora diré que lo logró en una época en la que apenas había mujeres corriendo por las calles; en una época en que a una mujer que pasaba corriendo alguien le podía gritar “¡Vete a casa a fregar!” gratuitamente y sin que nadie se escandalizara -excepto, claro, la interpelada-. Como si de una provocación ante la que había dar respuesta se tratara.

Carmen-Valero

Seguro que alguien conoce el caso de Kathrine Switzer, que para poder completar el maratón de Boston en 1967 (prueba reservada exclusivamente a hombres) se inscribió disimulando su nombre de mujer rellenando el formulario con sólo las iniciales y teniendo que escapar -literalmente- de uno de los comisarios de carrera que pretendía sacarla de la carrera por la fuerza. El poder de la prensa que inmortalizó la escena, hizo que se revisase esta controvertida prohibición. Aun así, la prueba del maratón no formó parte del calendario de los JJOO en categoría femenina hasta Los Ángeles ’84.

Madre mía si Carmen Valero estuviera en activo hoy en día y lograse esas victorias. No reproduzco las veces y disciplinas que “campeonó” a nivel nacional para no hacer el artículo inacabable. Si Carmen Valero lograse hoy lo que logró en su día sería una de las mujeres más famosas de España por pleno derecho (y aunque no estuviera vinculada al partido de gobierno de turno). El caso es que eso no sucede en la actualidad. Carmen Valero era un portento y el máximo exponente de una (más) generación de mujeres que fueron heroínas con menos de los, ya de por sí pocos, medios y oportunidades que había en la época.

Hoy en día esto no es así. Por suerte para todos, ver a una mujer entrenarse no sólo no es excepción, sino lo habitual. Por doquier. En EEUU hay maratones con decenas de miles de mujeres participantes. Hay maratones incluso, con mayor porcentaje de participación femenina que masculina. En España hemos acumulado un retraso excepcional. Hasta estos últimos años, la proporción se solía mover entre un 90% de hombres y un 10% de mujeres. Últimamente esto no es así y ya hay carreras que sobrepasan cómodamente el 25% de participación femenina.

Antes decía que el running había llegado para quedarse y uno de los pilares en que lo sustentaba está en esa parcela que las personas se están reservando hoy en día para sí mismas. En mis mayores he visto que las mujeres han antepuesto casi siempre todo a ellas mismas. Por suerte para la mujer de hoy en día esto no es así. La existencia de estereotipos que hacían sentirse culpable por realizar una actividad personal e individual poco a poco van quedando atrás. Y el cuidarse mediante la realización de la práctica deportiva es una de ellas.

Su desembarco, el de la mujer, en el mundo del running es quizás lo más importante que ha sucedido en la última década atléticamente hablando. Las empresas no han sido ajenas a esta tendencia y, por suerte o por desgracia han inundado el mercado con todo tipo de productos, para la nutrición, la salud y también la equipación deportiva. Hoy en día es normal encontrar calzado deportivo específico para mujer. Creo que a estas alturas a todo el mundo le queda claro que no siempre ha sido así. Prácticamente hasta la década pasada, las mujeres que querían correr tenían que comprar zapatillas pensadas y fabricadas para un público masculino. La crueldad del capitalismo: si no eres mercado… no existes. Pero como ahora sí… ¡Tachan! De todo… ¡y dos tazas! La economía de mercado manda y hay que volverse visible para que te tengan en cuenta…

Hacerse visible… uhmmmm! Creo que tengo la clave para saber cuál es el siguiente movimiento de las marcas con respecto a la mujer y el running. Pero eso será en: LA MODA ESTÁ DE RUNNING (PARTE II)


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