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La Adicción al Running

Es un tema recurrente en los últimos meses: los peligros del running.  A propósito del caso Brownlee en el pasado Campeonato del Mundo de Triatlón volvieron a saltar las críticas y las alarmas cuando Alistair Brownlee casi acaba con la vida de su hermano Jonathan al obligarle a continuar hasta la meta cuando su cuerpo había dicho basta. A menudo, el llevar tu persona al borde de la muerte es aplaudido cual gesta por el grueso de la opinión pública, aunque por fortuna cada vez menos. Ya ha quedado bien definida nuestra opinión sobre este tema en bastantes artículos, y por eso hoy daremos un paso más adelante proponiendo el concepto de “Adicción al deporte”.

Las adicciones son esos pequeños y deleznables duendecillos que aparecen sobre nuestros hombros y nos susurran con insolencia “Sí hombre, un poquito más… no pasa nada, está bien”. No velan por nuestros intereses sino por nuestra destrucción, y hay que aprender a convivir con ellos porque una vez se manifiestan (siempre estuvieron allí) nunca más desaparecerán del todo. La adicción ha sido ampliamente estudiada por ilustres psicólogos, médicos e investigadores, pero siempre restringida al alcohol y las drogas. No fue hasta finales del siglo XX cuando entrasen a considerarse como comportamientos adictivos el juego, el sexo, los videojuegos, internet o… el ejercicio.

Por tanto podemos decir que algunos comportamientos extremos y objetivamente irracionales (como el caso de las extenuaciones, máxime en corredores populares) serían fruto de una adicción y, por tanto, serían comportamientos patológicos. Entonces, ¿algunos de nosotros estamos enfermos? En efecto, y para poder saber si tenemos que ir al loquero existe una herramienta de identificación de yonkis del deporte desarrollada por la Nottingham Trent University. Se trata de un cuestionario básico con seis preguntas a las que debes responder con una valoración entre 1 y 5 donde 1 es en desacuerdo y 5 de acuerdo.

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El objetivo del estudio es desarrollar un instrumento psicométrico para poder identificar fácilmente aquellos individuos en peligro de sufrir adicción al ejercicio. Sea cual sea, cualquier tipo de adicción acabará mal por definición, e incluso un comportamiento gratificante practicado de forma obsesiva podría acarrear consecuencias negativas severas. Así, hacer ejercicio es considerado beneficioso para la salud, pero practicarlo sin límites y hasta grados extremos podría ser perjudicial e incluso llegaría a ser adictivo. El predominio de estos casos sin embargo es muy raro (esto lo escribían Veale en el 1987 y Szabo en el 2000, pero ahora somos muchos más los que estamos zumbados) pero cuando acontece, sus consecuencias negativas pueden ser devastadoras.

En un momento se acuñó el término “adicción positiva” para definir las bondades de (por ejemplo) el running pero, como a la larga ninguna adicción lleva a buen puerto, los teóricos vieron conveniente rebautizarlo como “fuerte compromiso”.

Deportistas comprometidos vs Deportistas adictos

El compromiso con las prácticas deportivas es el resultado de un análisis intelectual de las recompensas: relaciones sociales, beneficios para la salud, estatus, prestigio y/o dinero. Y aquí llegamos a un punto interesante del asunto porque los deportistas comprometidos se enganchan al deporte por recompensas extrínsecas, y lo ven como una parte importante de sus vidas. Además no experimentan el síndrome de abstinencia cuando por algún motivo no pueden salir a entrenar un día.

Por otra parte los deportistas adictos se ejercitan por recompensas intrínsecas, ocupando el deporte la principal parte de sus vidas. Asimismo experimentan perturbadoras sensaciones de privación cuando no pueden entrenar; estas personas ven alterado su estilo de vida causandoles problemas físicos, médicos, financieros y sociales. A mí esto me suena un poco excesivo, pero si pensamos en términos deportivos más generalistas (por ejemplo un culturista que padezca vigorexia) podría imaginarme una situación más tremenda.

El caso es que este estudio explica y justifica detalladamente su herramienta para identificar individuos asintomáticos, sintomáticos y en riesgo de padecer adicción al ejercicio. Sin embargo a mi entender las preguntas son demasiado evidentes, y alguien que tiene un problema puede no querer sincerarse al respecto al ver venir por dónde le van a llevar sus respuestas:

  1. El ejercicio es lo más importante en tu vida.
  2. Han surgido conflictos entre mi familia/pareja y yo por la cantidad de ejercicio que hago.
  3. Hago ejercicio para cambiar mi estado de ánimo.
  4. Con el tiempo he ido aumentando la cantidad de ejercicio que hago por día.
  5. Si fallo a un entrenamiento me pongo de mal humor e irritable.
  6. Si reduzco la cantidad de ejercicio, y después vuelvo a comenzar, al final acabo ejercitándome tanto como lo hacía antes.

Esta lectura es interesante por ser un análisis objetivo y científico sobre un tema tan delicado. Hay otras publicaciones al respecto, por ejemplo en alguno otro estudio incluso se dan pistas sobre cuánto es entrenar demasiado. Algunos autores utilizan un término de más de ocho sesiones por semana. Otros definen un nivel alto de actividad física en más de una hora diaria seis o siete días por semana. Otras publicaciones como la RET (Revista de Toxicomanías) se basan en las sustancias que intervienen en nuestro organismo cuando nos excedemos en el ejercicio y que podrían ser causa de una adicción.

Es muy difícil admitir que tienes una adicción, sobre todo cuando empleas mucho tiempo y esfuerzo en desarrollarla. No sé si yo habré sido adicto en algún momento pero sí he estado obsesionado con entrenar; quizá pertenezco al grupo de riesgo aunque no a día de hoy, y echando la vista atrás pienso que en algún momento me pasé de la raya. Pero lo mejor para aprender cualquier cosa es saltar del nido y calzarse el leñazo, porque los consejos nunca superarán a la experiencia. Suerte en el vuelo y que caigáis bien. O mejor que no.


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