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El juego del running es uno contra si mismo en el que (casi) siempre gana el bar

La cerveza es totalmente complementaria con la práctica del running

Parafraseando aquella frase mítica que se extendió en su momento en el mundo del fútbol y que citó una leyenda como Gary Lineker (“El fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania”), en el mundo del running podríamos adaptar la frase por la de “El deporte del running es uno contra si mismo en el que (casi) siempre gana el bar”. Vaya por delante que aquí no estamos diciendo que running y bar no sean compatibles ni complementarios (a ver si se nos van a echar encima nuestros amigos de ‘Drinking Runners’ y ‘Beer Runners’). Al contrario, lo defendemos a ultranza.

La evolución de la desescalada deportiva

Esto se trata tan solo de una reflexión sobre cómo ha ido evolucionando la situación desde que el pasado 2 de mayo se abriera la veda para volver a correr y a paracticar deporte al aire libre. Cual manada de búfalos, todos y todas invadimos las calles. Hemos visto a grupos de adolescentes domingos a las 7.30 de la mañana con sus bicicletas por las montañas, corriendo, haciendo excursiones, cuando muchos en su vida se habían levantado de la cama antes de las 11 o las 12 después de una noche de sábado ajetreada.

Hemos visto a caminantes noveles, a gente que no tenía implementado ni por asomo el hábito de hacer deporte con cierta frecuencia y a lo largo de estas semanas ha mantenido una regularidad pasmosa. Nuevos ‘runners’ por doquier, en cada avenida. En cada paseo y en cada parque.

Las hordas se han quedado en las terrazas

¿Pero soy el único que ha salido estos días y ha visto cómo el ‘sufflé’ se ha bajado una barbaridad? En el paseo peatonal que baja desde el núcleo urbano de mi pueblo hasta la playa (unos dos kilómetros) ayer vi una afluencia totalmente comparable a la que había hace un año, cuando el coronavirus nos hubiera parecido una broma de mal gusto. Nada que ver con el ‘boom’ que se vivió semanas atrás. Hordas de gente, en grupo, solos, de chándal, en camisa, de todas las edades y estilos, bajaban como magnetizadas hacia la zona marítima. Tanto tiempo encerrados en sus casas había provocado que muchos aprovecharan esa pequeña rendija para ver la luz solar.

Ojo, seguro que muchos de aquellos que por primera vez se enfundaron unas zapatillas, una camiseta de deporte y unos pantalones cómodos y trotaron un rato para experimentar qué era aquello tan extendido del ‘running’ van a engancharse y sumarse a la ‘comunidad’.

Pero la inmensa mayoría lo ha ido paulatinamente dejando al mismo tiempo que las terrazas y los bares abrían (aún sin total libertad) sus puertas y volvían a llenar sus barriles de cerveza. Es una ‘batalla’ que sabíamos ya perdida de antemano, pero no ha dejado de ser curioso observar cómo la manada ha ido convirtiéndose poco a poco de nuevo en ‘grupos aislados’. ¡Larga vida al running y larga vida a las cañas en los bares y terrazas!


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