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Joaquín Carmona: el mejor tuitero del atletismo es un indigente

Se resuelve el misterio de la manera más insospechada después de 10 años. El gran Joaquín Carmona vive en la calle y lleva 3 meses fuera de Twitter porque, con las bibliotecas cerradas, no tiene donde encender el portátil. Una historia durísima. Ojalá alguien pueda salir en su rescate.

Bueno, pues prepárense. No sé ni por donde empezar pero aquí tengo a mi lado a Joaquín Carmona en un parque de Madrid donde están sus cartones, su colchón, su mochila, los tres libros que ha cogido prestados en la biblioteca. Y, por supuesto, su ordenador portátil. Sin ése ordenador (que se compró hace muchos años) esta historia sería imposible.

Joaquín Carmona nunca hubiese llegado a nosotros. Su manera de radiografiar el atletismo a través de su cuenta de Twitter tampoco la echaríamos tanto en falta después de estos tres meses en los que, desaparecido de la red, nos hemos preguntado:

– ¿Habrá muerto? ¿Se lo habrá llevado el coronavirus?

Por suerte la respuesta es NO.

Otra cosa es la letra pequeña de esa respuesta.

-El último tuit lo puse en la estación de Atocha el día que empezó el Estado de Alarma y la policía me ordenó que me fuese antes de cerrar todo. Desde entonces, no tengo donde encender el ordenador ni donde cargar la batería.

Supongo que ya no hace falta dar más datos. Aunque parezca mentira, Joaquín Carmona es un indigente. Un hombre de 46 años que no tiene donde vivir y que prefiere dormir en un parque de Madrid a hacerlo en los albergues, donde le han contado  “situaciones horribles” a las que prefiere no enfrentarse.

-Al menos, aquí tengo un colchón.

Si no fuese porque lo tengo enfrente me parecería una pesadilla. No entiendo que un hombre, que ha sabido llegar a tanta gente a través de Twitter, sea un hombre a la intemperie, que se ducha en una Casa de Baños por 50 céntimos.

He cogido comida de los cubos de basura e, incluso, el colchón en el que duermo lo he encontrado en la calle.

Joaquín fue un hombre que llegó a Madrid a los 19 años, que empezó a trabajar “repartiendo publicidad” y que luego tuvo “un quiosco de helados en la calle Orense”.  

Quién se lo iba a decir.

Llegó desde Zamudio, un pueblo al lado de Lezama en Bilbao, donde fue el menor de dos hermanos en una familia totalmente desestructurada. “Mi padre era alcohólico y mi madre enfermó muy pronto de manera que la pobre solo podía salir a la calle una vez al año porque vivíamos en un cuarto sin ascensor y costaba lo indecible manejarla. Desde muy niño me recuerdo yendo yo ir a hacer la compra”.

Y era buen estudiante. “De hecho, en octavo de básica saqué sobresaliente pero luego, en tercero de BUP, ante la situación que había en casa, una vez que me quedé huérfano dejé de estudiar”.

Hoy, no se sabe si todos esos datos valen para explicar esta broma macabra.  Joaquín Carmona durmiendo en la calle, pasando las de caín, soportando a jóvenes que le amenazan con pegarle por las noches o a esos policías que cuando le ven junto al portátil, seguramente tuiteando de atletismo, vienen a preguntarle qué hace, de dónde lo ha sacado. Se creen que lo ha robado.

Señores: ese ordenador es lo único que tiene y lo que endurece aún más esta historia. A mí me ha dejado casi sin dormir esta noche. Siempre da rabia ver a un hombre metido en la lona. Máxime en este caso con una habilidad tan especial, con una memoria tan bestial de atletismo que sabe cómo organizarla y cómo presentarla en Twitter: utiliza hasta tablas de Excel que le llevan horas y horas.

Pero si no fuese porque tiene salud, peor no se puede estar.

Joaquín Carmona no ha podido quedarse en casa durante el Estado de Alarma: no tiene casa.

Joaquín Carmona era un misterio que se resuelve hoy de la manera más cruel e insospechada. Qué pena. Yo mismo me imaginaba que sería un hombre que trabajaba en un laboratorio, en una universidad o en el departamento de contabilidad de una empresa. Jamás a un indigente que se conecta al wifi de una biblioteca pública que, desde el 15 de marzo, tiene los pupitres cerrados  por la crisis del COVID-19.

-Quiero volver a Twitter pero es que no puedo -justifica él.

Joaquín también es un hombre que jamás se ha puesto un dorsal y al que le gustaría encontrar algún día el autógrafo que le firmó Paula Radcliffe tras la San Silvestre 2005.

-Desde que se vino abajo el puesto de helados he sobrevivido como he podido. Me he apuntado a Bolsas de Empleo público y alguna cosa temporal ha salido. He trabajado también en la consigna del Atlético de Madrid. Y entre todo, de lo poco que he ganado es de lo que voy tirando porque yo no gasto nada. Sólo lo elemental para comer, para subsistir.

Se trata de un hombre con buena presencia que, además, es vegetariano. Escucharle hablar de atletismo o de cine es un primor en este poco rato que estuve con él. Y, desde luego, su cabeza me parece que funciona estupendamente.

Quiero decir que no veo nada raro pero es duro estar a su lado. Cae la noche y empieza a refrescar en serio en Madrid y él está con unas chanclas de baño porque no puede comprarse unas zapatillas. Y por donde primero entra el frío es por los pies.

Sin embargo, este hombre es el mismo que ha creado una comunidad de fieles seguidores en Twitter que, sin conocerlo personalmente, lo adoran. El otro día hasta un maratoniano de élite Iván Fernández me decía que lo había escrito personalmente para preguntarle dónde estaba.

En la calle, amigo. Joaquín Carmona está en la calle, donde no hay consuelo ni ascensor por ahora.

Es más, aquí, en la calle, hace hasta sus necesidades porque no hay otra posibilidad.

Y, en pleno confinamiento, la policía le ha llamado la atención por ir a cargar el móvil al Metro cuando él no tenía otra posibilidad y era una necesidad vital “ya solo para escuchar algo de música”. Eran las 24 horas al día sin nada que hacer, porque él no podía ni ver la televisión.

También es posible que esos mismos policías, que le llaman la atención, aplaudan o compartan un tuit suyo por la red. Pero es que, claro, no pueden ni imaginarse que ése hombre sea Joaquín Carmona.

Los trabajadores sociales, a los que Joaquín les dice ‘miren, yo es que escribo de atletismo en Twitter’, tampoco se pueden imaginar de la magnitud de la que estamos hablando.

El sábado el tuit que escribí preguntando por él superó las 200.000 impresiones con una actividad incesante.

Preguntó por él gente de todas las profesiones, hasta abogados del Estado.

Pero es que nadie. Nadie, en realidad, puede imaginarse esto. Ni siquiera las empresas que se gastan miles de euros en cursos de community manager y cosas así se podrían imaginar que un indigente llegue hasta donde ha llegado Carmona. Qué talento o, mejor dicho, qué talentazo el de este hombre con esa cinta en el pelo que, en realidad, es un calcetín al que le da la vuelta.

Yo me enteré por casualidad de donde estaba. Fui y allí lo encontré o más bien lo asalté como luego le reconocí. Encontré un hombre sumamente educado que en principio era remiso a contar esta historia. Su historia.

Traté de convencerle de que esta es la única manera de que la gente pueda ayudarle porque peor no se puede estar. Y yo, con lo que gano, no puedo ayudarle: la única ayuda es contarlo, resolver este misterio, reivindicar que no hay derecho a que el talento tuitee de madrugada a la intemperie, en los aledaños de la Casa Endendida, hasta donde llega el wifi o hasta donde se acaba la batería del ordenador.

Y, si se acaba, no queda otra que esperar hasta la mañana siguiente cuando vuelvan a abrir las puertas de la biblioteca. Y Joaquín Carmona volverá a ir allí silencioso y mal vestido porque no hay más que lo que hay.

-Qué vida ésta, amigo. Que canallada -le digo.

-Nunca lo pensé. Siempre había vivido en pisos compartidos. Incluso llegué a alquilar un estudio en Malasañana. Pero uno nunca sabe cuando se puede torcer todo y a mí se me torció y desde entonces no sé cómo salir de aquí.

-¿El hombre está a la altura del tuitero?

Los tres libros que ha cogido prestados en la biblioteca

-Para mí Twitter es una terapia que me desahoga de todo esto  y que me permite escribir de una de mis grandes pasiones como es el atletismo desde que vi ganar a Kratochvilova en el 800 en el Mundial de Helsinki 83 en unas vacaciones en Los Alcázares. Me gustaba todo pero esa carrera se me quedó grabada. Y el hecho de saber que en Twitter entretengo a la gente me lleva a pensar que por lo menos estoy haciendo algo bien.

-¿Y nadie le ha ofrecido nunca nada aunque sea por mensaje directo?

-Solo una vez en el maratón de Logroño para hablar en una mesa redonda. Pero, al final, se suspendió.

Y, bueno, qué más contar.

Creo que ya sólo me queda dar las gracias.

Gracias, Domingos Olivares por acercarme a esta historia desde Turín: ya tienes noticias de Joaquín, ya le he pedido de tu parte que deje de dormir en la calle.

Gracias a mi amigo Noel por ir como un rayo al parque y constatar que, efectivamente, era él.

Para celebrarlo nos fuimos los tres a cenar al Burger King: ya hemos quedado en que la próxima vez invitará Joaquín.

Sería señal de que las cosas han cambiado.

Que nadie me pregunte por el parque de Madrid en el que vive Joaquín Carmona porque me ha pedido que no lo diga. Tampoco hablamos apenas de su familia, que lo dejó a solas en el desierto, pero en todas las familias ocurren cosas raras.

Creo que por mi parte el objetivo ya está cumplido: ya sabemos quién es Joaquín Carmona, ya sabemos que es algo más que un hombre en apuros y que cualquier ayuda (a ser posible, un trabajo) sería bienvenida.

Yo tengo la sensación de que en Twitter ha hecho méritos más que suficientes y de que con lo grande que es el mundo hay gente que le prestará esa ayuda.


Campaña de soporte directo a Joaquín Carmona (@Jokin4318) para poder seguir realizando su labor en twitter en la que él mismo gestionará la recogida de fondos y en la que nos pide centralizar y focalizar los esfuerzos. ¡Muchas gracias! https://www.gofundme.com/f/ayuda-a-joaquin-carmona-en-twitter


 


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7 COMENTARIOS

  1. El mejor tuitero de atletismo en español. Sería un gran documentalista de la rfea para todos los eventos y apariciones en medios. Además de poder aprovechar su cuenta para la difusión de forma más o menos oficial. Espero que no se desaproveche la oportunidad, merecida por méritos propios y sobrada experiencia acreditada a lo largo de estos años así como por el número de seguidores.

  2. Sería interesante que se abriera un patreon o algo así… hay periodistas que son capaces de vivir de forma independiente con lo que reciben de suscripciones de sus seguidores. Yo le pagaría una suscripción si eso le permite tener lo mínimo para vivir dignamente y recibir toda esa información maravillosa que nos proporciona continuamente…

  3. Oye, seguro que hay miles, pero si lo publicitais bien, y además es una forma de mantener el contacto, porque no haceis un podcast semanal con Joaquin. Donde pueda aportar sus conocimientos de atletismo? No me apasiona y acabé aqui de casualidad, pero la historia transciende el deporte. Pero es una forma en la que tu mismo puedes darle un trabajo. Un podcast gratuito y otros de suscripción, con especiales en olimpiadas y/o mundiales. Vamos es una idea. Y si la cosa tira.. quiza un libro de historia del atletismo español o no sé..

  4. Me llena satisfaccion ver un artículo tan bueno, humano y real, en un periodico deportivo, enhorabuena al autor y al diario Sport. Ánimo Joaquín, espero que cambie tu situación.

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