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"Mi único premio por el récord ha sido una hamburguesa un poco más guarra de la cuenta"

Javier Cienfuegos vive el año de su vida cada día más cerca de los 80 metros en el lanzamiento de martillo. Pero detrás de esa mole humana existe un tipo de 29 años de lo más natural. Un gran cabezota, cuyo único premio que da, tras batir los récords de España, es el de comerse “una hamburguesa un poco más guarra de la cuenta”.  

Conduce el mismo coche de hace diez años “y los que le quedan”. Los récords de España no le han cambiado ni una uña. El hijo del funcionario del Ministerio de Medio Ambiente y de la peluquera sigue siendo el mismo. Se sigue llamando Javier Cienfuegos y, a los 29 años, sabe que aún no es el crack mundial que apuntaba en categorías inferiores. Pero da la sensación de que cada hora, cada minuto que pasa en la vida, está más cerca de lograrlo. “Soy un gran cabezota”, avisa al recordar lo que ha tenido que sufrir para llegar hasta aquí. Pero esa es la magia de estar hoy aquí, la de perseverar en lo que uno quiere y la de no arrepentirse nunca. “Prefiero una barbacoa con los amigos a un récord de España”.

Pregunta. ¿Hay alguien que tenga mas fuerza que usted?

Respuesta. No lo sé. Pero tampoco se equivoque conmigo. Donde está mi fuerza es en mi cabezonería. No en otro sitio. Es más, tengo dudas de que alguien pueda ganarme en cabezonería. He pasado seis años peleando por una marca que nunca llegaba, y esos años se han hecho muy largos, y a veces me quedaba tan cerca… Pero podía volver a intentarlo…

P-¿No se desahogaba dando patadas a las puertas de rabia?

R- No, hombre, eso no. Además, mi rabia es muy pacífica. Prefería preguntarme qué ha salido mal. Prefería seguir intentándolo. Prefería seguir recordándome a mí mismo: ‘si en categorías inferiores ibas para crack mundial, ¿por qué no lo vas a conseguir algún día? ¿por qué vas a dejar de intentarlo?’

P-Y lo ha logrado.

R-No, no lo he logrado. Aún no soy ese crack mundial que le decía y no sé si lo lograré, pero ahora parece…

P-¿Y no le da vértigo que todo le salga tan bien?

R-No, no, porque sigo siendo el mismo.  Igual que antes le decía que cuando salía mal le daba vueltas a todo…, ahora, que me salen las cosas, me sigo preguntando: ‘joder, ¿cómo es que este lanzamiento ha salido tan bien?’

P-¿Tantas preguntas no le amargan la vida?

R-Eso digo yo, pero es que de niño ya era así. Siempre me estaba preguntando por qué este examen no ha salido mejor, por qué había tenido que fallar en algo que sabía. Siempre he intentado saber el por qué de las cosas. Me inquietaba muchísimo esa pregunta.

P-¿Qué nota sacó usted en la Selectividad?

R- 7,1 con la media del bachillerato.

P-¿Y qué estudió? 

R-Comencé fisioterapia en la universidad Complutense de Madrid. Pero enseguida descubrí un problema. Los profesores transmitían ese amor por la profesión, pero yo no conseguía quedarme con él. Un día me pregunté: ‘¿te ves trabajando en esto toda tu vida?’ y vi que no, que no podía contestar que sí. Y, al año siguiente, me matriculé en Ciencias del Deporte y ya la he terminado.

P-De lo que se trata es de encontrar tu sitio. 

R-Exacto.

“Prefiero una barbacoa con los amigos a un récord de España”

P-¿Cómo se enamora uno del lanzamiento de martillo?

R-En mi caso se dieron las circunstancias. Yo era un chico muy grande, con tendencia a coger peso, que temía que mi cuerpo se convirtiese en uno de esos cuerpos Coca Cola, uno de esos cuerpos rectangulares en los que los hombros, las caderas y las piernas son iguales. Pero entonces conocí el lanzamiento que me permitía trabajar mi cuerpo, trabajar la fuerza. Desde que me fui a la Blume con 17 años nunca he debajo de hacerlo. Hasta que me muera seguiré haciendo fuerza.

P-Cualquiera se mete con usted.

R-Bueno, ya le he dicho que soy pacífico, que no me gustan los problemas.

P-¿No valdría para trabajar de guardaespaldas?

R-Creo que sí. Es más, Virgilius Alekna, un lanzador que ha sido campeón olímpico, era el guardaespaldas del presidente de Lituania… Por eso me gusta saber de los demás, leer entrevistas, biografías… Hace no mucho terminé de leer la de Andre Agassi en la que ves que no es oro todo lo que reluce, los sacrificios que hay que hacer. Pero también entiendes que si te gusta lo que haces siempre sacarás más partido de ese sacrificio.

P-¿Usted es un ejemplo?

R-Pero no sólo yo sino toda la gente que está a mi alrededor. Le podría hablar de Antonio, mi entrenador, que está conmigo desde 2013-14. Ese hombre se ha roto la cabeza por mí. Ha trabajado lo que no está en los escritos y, si lo piensas fríamente, te preguntas por qué…, si él tiene su trabajo como interventor de un Ayuntamiento… Pero por eso verle ahora que las cosas salen, ver su cara… 

P-¿El éxito nos hace peores personas?

No, la mía no, entre otras razones porque estas marcas económicamente no me han reportado nada. Pero es que aunque me lo reportasen ¿por qué iba a hacerlo? ¿qué lujos necesito yo? Mi lujo la noche de los récords ha sido el de comerme alguna hamburguesa un poco más guarra de la cuenta con bacon, con queso, con toda esa grasa que a mí, personalmente, me encanta… Y como me encanta tengo que decirlo.

P-Los dietistas se van a enfadar con usted.

R-No tiene por qué. Yo digo lo que me gusta y José Javier Ortega, el hombre que me lleva la nutrición, lo sabe. Pero también sabe que me controlo porque esa es parte de mi trabajo. Ahora bien, el día que tengo oportunidad de compartir una barbacoa con mis amigos ¿cómo voy a renunciar a esos momentos ahora que tengo tan poca vida social? Creo que me los merezco después de tantos sacrificios. Sobre todo porque, para mí, tiene más valor una buena barbacoa con mi gente que un récord de España, lo tengo clarísimo.

P-La vida son momentos.

R-Por eso hay que disfrutar de ellos, vivirlo como se merecen. Mire, fui padre hace poco y eso no lo cambio por nada. Pero no es que lo diga, es que lo demuestro. Mi hija viaja conmigo a todas las partes que podemos y, si no son viajes con la federación, dormimos en la misma habitación del hotel y si se despierta llorando por la noche…, faltaría más que a mí fuesen a molestarme las lágrimas de mi hija.

P¿Se levanta usted por la noche?

R-Bueno, es que ahora mi mujer está con la lactancia. Pero si me dice, ‘levántate’, me levanto. Y como me despierto siempre le pregunto, ‘¿necesitas algún pañal, alguna toallita?’ Y si no hace falta nada aprovecho para ir al baño y tan contento, a seguir durmiendo.

P-Agradezco que sea usted un tipo que va al grano.

R-No me gusta el postureo. No me gusta compartir cosas que no hacen falta como si me voy de vacaciones… Me da hasta vergüenza y en las fotografías que me piden el problema es que soy tan grande que me cuesta esconderme. Pero yo estoy más cómodo diciendo las cosas como me parecen, siendo como el niño que era que no necesitaba aparentar nada…

P-¿No le sobra?

R-Tengo para vivir, sobre todo ahora que soy diputado de la Asamblea de Extremadura y compagino ambos trabajos. Tomé posesión en mayo y, al menos, sé que los próximos cuatro años…

P-No quería preguntarle por el político, pero me lo ha puesto usted en bandeja.

R-No pasa nada. Es una pregunta natural, porque es parte de mi vida, de una bonita parte de mi vida, porque me dejan trabajar. Me dan libertad para hacerlo y le puedo decir que en las tres áreas que llevo (juventud, empleo y deporte) nadie manda más que yo. Y no se trata de que yo imponga nada, sino de recordar que hablando se entiende la gente.


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