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Hoy me he acordado de Fabián Roncero en una casa de acogida

Publicado por
Alfredo Varona
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La muerte de mitos como Blanca Fernández Ochoa nos recuerda que en el atletismo también hay mitos como, por ejemplo, ése Premio Príncipe de Asturias: Fabián Roncero. Hoy, a los 48 años trabaja por las noches cuidando niños en una casa de acogida. Hay que vivir. Nadie te lo regala.

En la adversidad, la nostalgia se defiende muy mal: es una ruina.

Reconozco estos días que a uno le ha afectado el triste final de Blanca Fernández Ochoa. Será, por ello, este un artículo para recapacitar en la medida que se me ocurra: qué difícil es a veces ser ex deportista. 

La primera cosa que me ha llamado la atención es esto que ha escrito la ex gimnasta olímpica Almudena Cid: “Durante varios años, un grupo de deportistas hemos llevado a cabo encuentros mensuales conducidos por una psicóloga deportiva para hablar, debatir, compartir sobre el durante, la transición y el después del deporte de élite”.

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No me he acordado entonces de Blanca a la que no conocía más que por los recuerdos de la infancia leales, eso sí, como aquel invierno del 92. Pero sí me he acordado, por ejemplo, de Fabián Roncero, que fue Premio Príncipe de Asturias en 1997 con el equipo español de maratón del Mundial de Atenas.

Pero Fabián fue más que eso. Fue un atleta genial que nos dejó imágenes memorables desafiando a Gebrselassie como si no hubiese diferencias. Todavía es el único ciudadano español que ha bajado de 1 hora en medio maratón con el trabajo que tiene o con el talento que requiere.

En 2012 nos dejó helados cuando nos enteramos que un hombre como él, Fabián Roncero, trabajaba de dependiente raso en Decathlon en Santander.

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El reportaje dio la vuelta a España. Pero desde entonces nadie ha conseguido solucionarlo.  Ahora, con 49 años, Fabián trabaja cuidando niños por las noches para una ONG sobreviviendo, rescatando siempre la lectura positiva de la vida, olvidándose de los malos.

Yo sí recuerdo el día en el que en su barrio de Madrid, en San Blas, inauguraron un pabellón con su nombre y no tuvieron la decencia siquiera de invitarlo.

Qué difícil es a veces ser ex deportista. 

Tiene la suerte Fabián de que ya le pueden caer piedras que no va a protestar porque se adapta al medio de sea. Quizás porque su epitafio debería estar reservado para esa frase suya que, sin embargo, da pena escucharla: “En esta vida casi nadie ayuda a casi nadie”.

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No nos pone deberes, pero nos hace pensar en el día que se muera Fabián Roncero (que Dios quiera que no llegue nunca). Las redes se llenarán de voces que recordarán que ‘era un genio’ y quizás algún político, que no le vio correr nunca, dirá: ‘yo admiraba a ese hombre’.

Sin embargo, ese hombre es el mismo que, después de haber hecho lo que no hizo nadie, se gana la vida a duras penas.

Fabián Roncero ganó la maratón de Carpi, en el km 35 Marco Pantani le dice: Sabes que vas a 20km/h?

Creo que no hay comparación con el caso de Blanca, porque la cabeza de Fabián es una maratón, convencida de que “hay cosas muy pequeñitas que dan una felicidad muy grande. La felicidad no solo está en la gloria deportiva”.

Pero es difícil. A veces, es muy difícil ser ex deportista como ha explicado estos días Almudena Cid, cuatro veces olímpica: “Hay algo muy doloroso para el deportista y es que, después de haberte sentido tremendamente competente en lo que haces, sientes que no eres nadie sin ser ya el que fuiste”.

Me acordé entonces de aquel magnífico atleta de 800, Tomás de Teresa, al que conocí trabajando de teleoperador, cogiendo un teléfono hasta que le despidieron. Sin embargo, el pabellón de su pueblo en Santoña llevaba su nombre: Tomás de Teresa.

Cómo contarlo en un trabajo de tanto estrés en el que todo el mundo está deseando terminar. 

El caso es que me acordé de Tomás de Teresa como pude haberme acordado de tantos que nos hicieron vibrar como, por ejemplo, Blanca Fernández Ochoa.

Solo por eso quizás ella, la añorada Blanca, no merecía tanta adversidad: ni una cuenta bancaria con cero euros ni vivir de prestado en una habitación en la casa de su hermana pequeña.

Pero hay veces que la memoria es nula y por eso en este artículo pasa eso de lo que les avisaba al principio: la nostalgia se defiende a duras penas.

A veces, la nostalgia es una ruina. 

No todos los deportistas tienen grandes cabezas o, aún teniéndolas, no tienen algo que también existe en el mundo: la suerte.

Y ésa es gente que necesita ayuda y que a veces se encuentran con la ayuda que tiene Fabián Roncero trabajando en la nocturna para poder comer (no he querido preguntarle lo que cobra, no he querido ni llamarle).

Creo que por todo esto necesitamos gente como José María García que siente “náuseas” cuando se habla ahora de poner el nombre de Blanca Fernández Ochoa a calles, a polideportivos, a lo que sea.

Necesitamos, en realidad, gente que recuerde lo difícil que resulta ser ex deportista tantas veces. Necesitamos gente, en definitiva, que prefiera ayudar a los ex deportistas en vida en vez de muertos cuando ya nada se puede hacer. 

Y la pena es que gente que podría impedirlo como José María García desde su micrófono ya lleve tantos años jubilado.

Y cuando le escuchamos nos damos cuenta de lo que aún le seguimos echando de menos.

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Ver comentarios

  • PUFFFF SON MUCHOS LOS CASOS.MIRA MI AMIGO PERSONAL YCOMPAÑERO KELVIN DE LAS NIEVES.DOS VECES OLIMPICO CON ESPAÑA EN BOXEO.MEDALLA EUROPEA Y DIPLOMA MUNDILA.Y MULTIPLES VECES CAMPEON NACINAL.
    EL POR SUERTE ESTA TRABAJANDO EN EL DECATHLON DE HUELVA.
    PERO CUANTOS NI SIQUIERA CONSIGUEN UN TRABAJO ASI.
    ESTO QUE ESTA PASANDO ES UNA VERGUENZA . ES COMPARABLE A LOS MILES DE MILITARES QUE DIERON MAS DE 25 AÑOS AL SERVICIO DE SU PAIS Y AHORA SE AN A LA REAL CALLE SIN NADA CON UNA MANO ADELANTE Y OTRA ATRAS.
    ESTE PAIS NO TIENE SOLUCION.

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Alfredo Varona