Entrevistas

Fatima Ouhaddou, de cocinera a internacional: “El maratón es imprescindible en mi vida”

Publicado por
Alfredo Varona
Publicidad

Es la nueva sensación del maratón español. Tiene 29 años, una hija de cuatro y una excelente seguridad en sí misma. “Sueño con una medalla olímpica. La puedo conseguir”.

Nació en un pueblo de Rabat. A los ocho años, vino a vivir a Casariche (Sevilla). Ahora, a los 29, ha descubierto que su sitio está en el maratón. “He hecho de todo en mi vida. He trabajado en el campo, de cocinera, de monitora, hasta de administración y finanzas, que es lo mío”, explica Fatima Ouhaddou, que será una de las tres maratonianas de España en el Mundial de Budapest.

¿Quién es Fatima Ouhaddou?
Una chica de pueblo normal y corriente que disfruta de cada momento de la vida.

¿Y en el atletismo?
El atletismo es parte de mí, imprescindible en mi vida. Llevo desde los 20 años. Tengo 29 y empiezo a pensar que puedo vivir de esto en breve. Ahora empiezo a tocar el cielo con las manos. He invertido mi vida en esto.

Publicidad

¿Y cómo lo ha hecho?
Mi marido. Gracias a mi marido, a su trabajo. Vivimos de lo que gana él, que es mediador intercultural en un Centro de menores.

Y tiene una hija.
De cuatro años. Mi gran complemento. Me da la energía necesaria. Mi vida cambió con ella. Siempre me anima ‘mami, mami lo has hecho muy bien’. Ella también corre y le apasiona. Cuando hago tiradas por la carretera en coche viene conmigo. El coche lo lleva mi marido y ella lo vive como si corriese ella.

¿Cómo ha sido su vida?
Yo vivía en Casariche, un pueblo de Sevilla. Mi padre llegó hace muchos años e hizo la agrupación familiar. Y allí he crecido como una chica más hasta que conocí a mi entrenador, que luego se convirtió en mi marido y nos vinimos a Aguilar de la Frontera en Córdoba. Y esa es mi vida. Ya ve que el roce hace el cariño.

Publicidad

O sea, que su marido es su entrenador.
Lo ha sido. Pero ahora ya no. Recuerdo los JJOO de Tokio viendo a Lamdassem luchar por la medalla en el maratón. Recuerdo que entonces le dije a mi marido: ‘¿por qué yo no puedo estar ahí?’ y él me contestó, ‘bueno, Fatima, vamos a intentarlo’.

¿Y entonces?
Mi marido es amigo de Ayad Lamdasem de cuando eran pequeños. Mi marido llegó a hacer 1h05m en media. El caso es que habló con Ayad y le recomendó a Johny Ouriagly, el mismo entrenador suyo. Comenzamos a distancia. Pero ahora vengo a menudo a Mallorca donde vive él. De hecho, ahora estoy aquí.

¿Qué ha cambiado?
Mucho. Gracias a él he dado el salto a la élite. Todo lo que me diga va a misa. Me entiende. Sabe mis puntos débiles y se preocupa por mí. Sabe que me gusta la naturaleza y trata de que me pierda por el campo en las tiradas largas. He llegado a los 40 kilómetros. Hay días en los que doblando he llegado a rozar los 50.

¿Y no es mucho?
Es nuestra manera de trabajar. Trabajamos el fondo, la comodidad. La calidad la tocamos menos y nos funciona. Pero, sobre todo, él me pregunta cómo estás. Y, según mi respuesta, hago una cosa u otra. Antes no era así.

Publicidad

¿Cómo era antes?
Antes salía a correr, sin más. Pero el confinamiento fue clave en mi vida. Encerrada en casa entendí que necesitaba hacer deporte, que yo no podía vivir sin correr, que me lo pide el cuerpo. La pandemia me abrió los ojos. Luego, me inscribí en carreras. Hice medallas a nivel de Andalucía y entendí que puedo soñar.

Y está soñando.
Para el maratón de Rotterdam he llegado a superar los 200 kilómetros semanales y, en vez de cansada, me sentía feliz.

La felicidad le ha hecho internacional.
El año pasado obtuve plaza para el Mundial de media maratón en China. Pero no pudo ser con las limitaciones del covid. Por eso ahora iré al Mundial de Budapest con más ganas aún. Esto es una parte de mi sueño hasta llegar a los JJOO.

2 horas, 26 minutos, 44 segundos en Rotterdam.
Me ha dado fuerza para creer. Además, fue el último día para hacer la mínima para el maratón. No paraba de llorar de felicidad, de decir ‘por fin’ y el teléfono no dejaba de sonar, qué felicidad.

¿Dónde está el límite?
No lo tengo. No lo veo. Cada paso que estoy dando me convence más. Puedo llegar donde quiero. He sacrificado mucho. Mi vida ha dado un giro de 180 grados. He perdido seis kilos, y eso que he ganado masa muscular. Pero insisto en que ahora que toco el cielo con las manos…, todo me parece tan fácil. Tenía que haberlo hecho antes.

¿Y cuándo su hija se despierta por las noches?
No, no se despierta. Apenas se despierta. Tengo una maravilla. Se compagina conmigo al cien por cien, incluso a la hora de la siesta. Pero si está mala está claro que hay que ejercer de madre. Pero no pasa nada. A mí me llena.

Villa olímpica de París, verano de 2024.
Quiero estar ahí. Sueño con una medalla. La puedo conseguir. Voy a sacrificar todo. Si no es ahora será más adelante. Pero siempre intentaré ir al cien por cien. Por mí y por mi familia, que son mi primer gran apoyo. Porque esta lucha no solo es mía. Es también suya, de mi hija, de mi madre, de mis hermanos y, por supuesto, de mi marido.

Publicidad
Compartir
Publicado por
Alfredo Varona