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Entrenamiento Inadecuado

Aunque te niegues a reconocerlo te ha pasado en algún momento, porque los humanos tarde o temprano somos víctimas de nuestra obcecación. Son lecciones complicadas de aprender: apearse del burro no es plato de buen gusto, y cuesta comprender que un paso atrás pueda ser en realidad muchos hacia delante.

¿Por qué nos enquistamos en rutinas que no nos hacen bien o que ya no sirven? ¿Somos “rutinólicos”? Cierto es que encontramos la tranquilidad en el hábito, y el hábito no es el enemigo sino todo lo contrario siempre y cuando sea productivo y saludable. El mayor problema acaece cuando una rutina es en principio adecuada y la identificamos como una aliada categórica e inmutable, “Esto es así y para siempre”. Nos estamos equivocando porque el Mundo y todo lo que en él habita y sucede, muta.

Un ejemplo que todos pueden entender. Te llama una compañía telefónica (Vomistar, Garrafone, Forrange, Rastrel… la que sea) y te hacen una oferta que no puedes rechazar porque vas a pagar la mitad y te cuadruplican la velocidad de internet. Acabas de adoptar una rutina, la de pagar todos los meses una cantidad a cambio de un servicio; lo difrutas, te hace bien y van pasando los meses mientras tú, henchido de felicidad, correteas por campos de margaritas y amapolas gozando de tu buen hacer. Todo va bien desde tu visión personal y subjetiva hasta que, un año y medio después hablas con un colega. Resulta que él lleva unos seis meses pagando la mitad que tú y, no solo eso, sino que además goza de un nuevo invento llamado fibra óptica que se mea en tu cablecito del plehistoceno: es Paquirrín vs. Usain Bolt en un 100 lisos. De pronto tomas conciencia de que estás haciendo el canelo y de que tu operador de telefonía lleva meses trabajándote el esfínter con total impunidad. Entre lágrimas y sollozos te das una larga ducha de agua caliente y reúnes fuerza para comenzar con las duras negociaciones de cara a un cambio de compañía.

En este caso es evidente la obsolescencia de nuestro antiguo hábito pero, yéndonos ya al ámbito del running, es mucho más complicado identificar dónde está la falla en un método de entrenamiento. Son innumerables las formas, criterios, entrenadores, testimonios o consejos que puedes encontrar; algunos ridículos, otros criminales, muchos estupendos y todos al alcance de nuestra mano para ser probados. La cuestión es saber realmente lo que te está pasando, porque hay varias posibilidades:

  1. Has estado entrenando de forma perfecta y optimizada, has llegado al límite de tus posibilidades y el estancamiento en tu rendimiento deportivo responde al hecho de que tu organismo está dándolo todo, y sucede que estás gozando de la meseta perfecta en una gráfica de rendimiento. A ver, llámame Rappel pero te adelanto que esto no te está pasando, lo siento.
  2. Te estás fundiendo con entrenamientos excesivos o inadecuados para tus posibilidades y características. Tienes descompensaciones, lesiones recurrentes o principios de las mismas, la sombra de la fatiga crónica se cierne sobre ti. Analiza de dónde viene ese exceso, ¿tu entrenador es Terminator? ¿O por el contrario te picas con la brisa cuando sientes que te adelanta? Quizá lo único que necesitas en tranquilizarte un poco.
  3. Te escaqueas de los entrenamientos más que de clase de religión en el instituto, pero puede que no seas consciente de lo vago que eres. Aquí si no hay kilómetros no hay rendimiento, no pain no gain, ni trampa ni cartón. Para esto va bien adquirir la costumbre de registrar tus entrenamientos y hacer un recuento mensual para ser consciente de lo que en realidad estás corriendo. Nota importante: apuntar el entrenamiento diario no implica publicarlo en Facebook.
  4. Entrenas con un método adecuado a tus necesidades, no eres un inconsciente que se pica con su sombra o con los abejorros primaverales, tampoco eres ningún vago y gozas de una voluntad férrea para solventar todos los entrenos semana tras semana. Sin embargo llega el día de la competición y obtienes como resultado un mojón rugoso y caliente: te haces caca frente a la presión. Este es un problema que trasciende a lo que ahora nos concierne, pero te diré que esto es running, no somos cirujanos que operan a corazón abierto, o jueces Tejanos que firman sentencias de muerte. Difruta y no sufras cuando no toca 😉

Algo muy dicho pero que aplica al caso: cada maestrillo tiene su librillo. No hay fórmulas universales que además puedan ser específicas y perfectas al 100% para cada individuo. Prueba-ensayo error, debes experimentar con tu cuerpo y probar cambios para averiguar qué camino lleva hacia tu luz. Y me voy con más frases, “si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”, “nada cambia si nada cambia”… Las cuadrículas sirven cuando uno está aprendiendo a escribir, los poetas escriben sobre blanco.


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