El verano, esa época solo apta para ‘búhos’

Las nocturnas, solo aptas para búhos
Las nocturnas, solo aptas para búhos

Estamos en pleno verano. Esa estación tan delicada para los ‘runners’, esa época en la que hay que tener tantos condicionantes en cuenta para rendir al mismo nivel que el resto del año. Humedad, altas temperaturas, fuertes tormentas que arrecian de forma inesperada, que irrumpen sin estar prevenidos. Todos estos agentes externos se dan cita en un tramo del año en el que, además, se da la circunstancia de que solemos tener vacaciones. Y tener vacaciones suele ser sinónimo, en la mayoría de casos, de excesos, de descontrol en nuestra dieta, de relax y, en definitiva, de aparcar nuestro planning habitual de entrenamiento.

Pero a pesar de remar a contracorriente frente a todos estos factores ‘desestabilizantes’, queremos salir a correr. Sí, porque somos unos valientes. Somos conscientes de que difícilmente mantendremos ese punto de forma óptimo, ese pico en el que solemos estar sobre el mes de mayo tras esa primera mitad de temporada en el que hemos participado ya en varias competiciones y hemos olvidado del todo esa ‘cuesta de enero’ tan típica en la que debemos hacer bajar todo lo ingerido durante las vacaciones navideñas.

Franjas horarias limitadas

¿Qué pasa cuando nos proponemos salir en los tres-cuatro meses (ahora con esto del cambio climático incluso más) veraniegos de calor tan intenso? Que resulta que las franjas horarias para hacerlo se reducen muchísimo. Básicamente, tenemos dos opciones: 1) Pegarnos el ‘madrugón padre’ y salir a correr a primerísima hora, entre las 6 y las 8. A partir de esa hora el sol empieza a hacer acto de presencia y a percutir con dureza sobre nuestras nucas. 2) Salir a partir de las 20h, como los búhos. Si queremos hacer una tirada larga, nos veremos obligados a sacar el frontal de nuestro baúl de los recuerdos. No queda otra porque antes de las 20h el sol aún pega con relativa justicia.

Hay casos excepcionales, obviamente. Si lo que pretendemos es prepararnos para alguna prueba en la que sabemos de antemano que las condiciones serán de extrema dureza y calor, evidentemente debemos prepararnos en escenarios lo más parecidos posible a lo que nos encontraremos el día de la carrera. En ese contexto, debemos estar muy muy informados sobre las consecuencias y las posibles reacciones que puede tener nuestro cuerpo si lo exponemos a una gran carga física con temperaturas superiores a 30º y en índices de humedad altísimos como suelen darse en la época veraniega, sobre todo cerca de la costa.

La hidratación como forma de vida

La hidratación es fundamental. La nutricionista Anna Grífols nos contaba hace poco en la Radio del Corredor algunos de los elementos que debemos tener más en cuenta cuando el calor intenso hace acto de presencia.  “Una de las cosas más importantes cuando llega el verano es que tenemos una sudoración más elevada. Cuando estamos entrenando hay que tener en cuenta que una deshidratación provoca una pérdida del rendimiento, aumento de los calambres, pero además nos provoca más riesgo de sufrir problemas intestinales”, analiza Grífols. La nutricionista, además, destaca un elemento fundamental como son las sales: Hay que tener en cuenta la hora: si está en pleno sol en verano va a tomar una persona entrenada dos píldoras de sales a la hora (sobre todo si es en la costa con la humedad). Quizás a una persona no entrenada le digo que se tome cuatro. No hay que tener miedo a tomar sales porque la necesidad de sales va de unos 450 a 1000mg por hora y resulta que una píldora tiene unos 200. Cada caso es individual y hay que tener en cuenta que una pauta de una persona no se le va a aplicar a otra”.

Una gran solución llamada ‘carreras nocturnas’

La gran pregunta para los corredores amateur es: ¿En qué pruebas podré rendir a mi máximo nivel si estoy acostumbrado a correr en competición a las 9 de la mañana? Está claro que en menor medida pero siguen habiendo carreras a esa hora durante el verano, aunque se intenta que comiencen antes, sobre las 8. Pero las pruebas que de verdad disparan sus inscripciones en esta época son las nocturnas. Hay muchos corredores que aseguran rendir a su máximo nivel cuando el sol se pone, cuando el día llega a su fin. Las nocturnas tienen su qué. Correr de noche es algo distinto. Obviamente no es lo mismo un ‘trail’ a oscuras que una prueba en asfalto. En plena montaña la inseguridad que nos invade a la hora de realizar cada pisada suele ser mucho mayor que en asfalto, una superficie mucho más uniforme, más allá de que en ciudad, en prueba urbana, la iluminación artificial que nos proyecta es siempre más contundente.

Ya sabéis, para los ‘búhos’, vuestro momento ha llegado.


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