Los primeros días de calor, de piscina, de playa, del sol estimulando la acumulación de melanina en tu piel. En esta época resulta sencillo identificar a los runners, porque cuando nos enfundamos el bañador las huellas del sol delatan nuestras costumbres; al moreno albañil (torso y piernas) hay que sumar la blanca silueta del gps en nuestra muñeca, o del brazalete porta-móvil, por no hablar de nuestros pies que parecen decir que venimos de atravesar un campo de cal.
Una pequeña muestra física que distingue al corredor de forma cómica. Pero extrapolando a capricho esta distinción a otro ámbito, me gusta pensar al corredor como a un ser distinguido; entiendo como corredor respetable aquel lleno de voluntad, de disciplina, con capacidad de sufrimiento, independiente, tenaz, motivado, respetuoso… feliz. ¿Demasiada carga humana y responsabilidad ética solo por correr? Quizá este concepto sólo exista en la caverna de Platón, pero no me cabe duda de que este deporte es una experiencia vital que apunta en esa dirección, #orgullorunner.
Hostia!!, ese corredor distinguido soy yo