El juguete roto de Movistar

Publicado por
Aleix Serra
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Game Over. La extraña temporada 2020 llega a su fin y con ella la insaciable lluvia de críticas que ha caído sobre el Movistar Team.

Desde que se reanudara el calendario competitivo el chaparrón mediático hacia la escuadra telefónica ha sido una constante. En ocasiones, probablemente la reciente Vuelta a España sea un ejemplo de ello, las criticas eran más que justificadas, aunque en muchas otras ya era más bien una cuestión de resentimiento y despecho popular que un acto racional.

Para la mayoría de aficionados criticar a Movistar se ha convertido en un “modus vivendi”. En una especie de hábito adquirido que ha terminado aceptándose, desgraciadamente, como una costumbre.

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Hoy no me quiero centrar en tácticas, en incidentes de carrera ni en generar contenido gratuito para la segunda temporada de El día menos pensado

Lo que realmente me apetece y creo que debería empezar a corregir rápidamente la estructura de Unzué es la imagen. En concreto la “mala” imagen y la mala fama de un equipo que lo tendrá muy complicado para revertir ese pensamiento generalizado.

En la era digital y del marketing, el “personal branding” cobra especial importancia y lo cierto es que la marca personal del equipo está seriamente dañada.

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La inexplicable actitud del equipo camino de la Covatilla ha sido la gota que colmó el vaso. Los memes no han tardado en viralizar y en Twitter el equipo fue objeto de constantes risas y burlas.

Una actitud ofensiva y descarada hacia la victoria es lo único que piden los aficionados. Foto. FB Movistar Team

La desconexión entre equipo y afición es total. Una realidad que afecta no solo a ciclistas, staff y directivos sino también a la marca comercial que hay detrás de toda la estructura.

Movistar llegó al ciclismo con la intención de rentabilizar el patrocinio. De beneficiarse, como es lógico, de una imagen deportiva, saludable y de equipo.

Ahora mismo Movistar Team tiene asegurada la continuidad hasta 2023 pero no me extrañaría nada que una empresa de semejantes dimensiones se bajará del carro si no mejora esta imagen social.

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Una multinacional de estas características no tiene ninguna necesidad de exponerse diariamente a las críticas en un sector que no es el suyo.  El ciclismo solo debería aportar beneficios intangibles a la compañía, pero ahora mismo la situación está muy lejos de ser la ideal.

El distanciamiento con la afición es a día de hoy el principal problema del equipo. El juguete roto que ningún equipo deportivo quiere tener y que se está convirtiendo en un auténtico calvario.

Los resultados no están nunca asegurados, y menos aún en un deporte como el ciclismo, pero lo que si deberíamos dar por sentado es la perseverancia y el esfuerzo.

A día de hoy y entendiendo que el equipo se encuentra en plena reconstrucción de la plantilla, sería demasiado osado pensar o pedir según qué resultados.

Ahora mismo lo único que pedimos, creo que hablo en nombre de gran parte de la afición, es que el equipo salga a ganar las carreras. Y es que hay una enorme diferencia entre salir a ganar o salir a no perder.

La actitud en carrera es lo único que separa estos dos mundos. Una actitud ofensiva, descarada y positiva que vuelva a enamorar a unos aficionados a quienes no les vale lo de ganar la clasificación por equipos.

Recuperar tácticas atrevidas y asumir que según que corredores no son los mismos que hace 10 años (cosa totalmente comprensible) es el único camino para revertir la situación.

La temporada más aciaga para el equipo, con solo dos victorias de Marc Soler en todo el año, llega a su fin. Por delante vienen meses de tranquilidad mediática en los que habrá tiempo para hacer balance y poner los cimientos en vistas a un nuevo curso.

Nairo, Alejandro, Mikel, Enric o Marc. Los nombres no son el problema. El problema es el excesivo conservadurismo de un equipo que parece contentarse con demasiado poco.

Movistar tiene presupuesto, calidad de plantilla, infraestructura y potencial para brillar en cualquier carrera. Todo pasa por creer en el proyecto y dejarse la piel hasta el último metro.

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Aleix Serra