Son ya 15 años sin él en la pista y, lamentablemente, ya nos hemos acostumbrado. Pero cada vez que uno recuerda a El Guerrouj el recuerdo es unánime.
Hoy cumple 47 años Hicham El Guerrouj.
Hace 15 que se retiró.
– No podía traicionar al atletismo corriendo sin pasión -justificó.
Fue una explicación sabia al nivel de un atleta que dejó un recuerdo unánime.
Y, en realidad, ése es nuestro único pecado al recordar hoy a El Guerrouj: le admiramos demasiado y le quisimos tanto que el día que se retiró nos encontramos con un problema:
No teníamos nada que celebrar.
El Guerrouj se retiró pronto, a los 31 años, porque la motivación se acabó y fue como cuando a uno se le acaba el dinero al salir a la calle.
– No tengo donde encontrar la motivación – insistió él.
Nos dimos cuenta de la presión a la que se sometía y a la que estaba sometido.
Sus carreras iba a verlas hasta Mohamed VI, el rey de Marruecos.
Y había llegado el momento en el que El Guerrouj ya no podía conseguir nada mejor de lo que había conseguido como doble campeón olímpico en Atenas 2004 (1.500 y 5.000).
Acabó con una maldición que duró 8 años, desde que tropezó con Morceli y se cayó en los JJOO de Atlanta 96.
No pudo solucionarlo en Sidney donde apareció Noah Ngeny, que se metió en una fiesta en la que no estaba invitado.
Pero esos 8 años fueron intensisimos.
Cada vez que competía El Guerrouj era como un regalo de cumpleaños para el mundo.
Siempre ocurría algo grande.
Llegó a bajar 10 veces de 3’29” en 1.500.
Fue cuatro veces seguidas campeón del mundo.
Siempre recordaré la última recta del 1.500 de los JJOO de Atenas frente a un atleta que se las sabía todas: Bernard Lagat.
Solo podía ganar El Guerrouj.
Tenía que ganar El Guerrouj.
Pero, antes de que ganase El Guerrouj, la incertidumbre fue máxima.
Duró ocho años, en realidad.
Por eso, nada mas terminar en Atenas, El Guerrouj, se arrodilló en la pista y puso las palmas de las manos en el suelo.
Pudo ser su manera de avisarnos: “esto se ha terminado”.
En el momento no nos dimos cuenta.
Despues, lo entendimos todo.
Un atleta como El Guerrouj tenía que elegir el final y ese final sólo podía ser en lo más alto.
El Guerrouj fue un atleta muy serio: la seriedad pudo hasta ser su mejor publicidad.
Creamos una complicidad con él que todavía se mantiene en el recuerdo.
La última vez que le vimos hace dos años, en la inauguración del estadio Vallehermoso, nos hubiese gustado retroceder en el tiempo.
Pero hay recuerdos que es mejor no arañar como los cristales de Bohemia.
En una época sin la tecnología de ahora, El Guerrouj llegó a hacer 3’26″00 en 1.500 en Roma.
Compruebo ahora que fue el 14 de julio de 1998.
Al día siguiente madrugué para bajar a comprar el periódico.
Recuerdo que en el AS le dedicaron una página completa.
23 años después, nadie ha sido capaz de correr más rápido.
Hasta esta temporada parecía imposible pero esta temporada nos ha convencido de que tarde o temprano la marca de. Hicham El Guerrouj caerá.
Su nombre entonces volverá a los periódicos y los más jovenes, que no le vieron correr, preguntarán.
Si me preguntan a mí ya han visto lo que he escrito hoy.
Y miren que nada me hubiese ilusionado más que Reyes Estévez (aquel aún era un gran Reyes) hubiese derrotado a El Guerrouj en Atenas 2004.
Viajamos a Atenas con esa esperanza.
Pero con el paso de los años nos hemos convencido de que El Guerrouj fue uno de los mejores regalos que nos ha hecho el atletismo.
Tenía todo lo que se nos ocurría pedirle a un atleta.
Son 15 años sin él en la pista y, lamentablemente, ya nos hemos acostumbrado.
Pero lo que daríamos por volver a verle.
