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El gran día

MOMENTOS CRÍTICOS DE CARRERA: Llega el gran día

Con tanta burocracia y los mil y un problemas que van surgiendo sólo con la inscripción quizá se nos olvidaba a qué habíamos venido… Te sitúo: venías a correr, luchar contra tus límites y vencer a tus miedos. O en prosaico: a meterte en un fregado de sudores en plan aspersor, empujones inclementes, respiraciones angustiosas, falsas lesiones mal disimuladas y un festival de aspavientos por unos resultados que no se equiparan a lo que realmente deberían ser. Venías, en fin, a ser protagonista de una carrera popular. Bueno, pues ya hemos llegado al día D, ese que significa un antes y un después en la vida  de un atleta hecho a sí mismo.

Y antes de ponernos en proceso de atarnos  las bambas te tengo que informar de una cosa que se me había pasado sin querer… Muy a nuestro pesar (y de los paquis nocturnos que merodean por la calle con el sixpack) juerga y running son incompatibles. Sí, ya podéis lapidarme a gorrazos por esta traición en forma de ocultación informativa  pero en mi descargo tengo que indicar que era el único modo de que la mayoría mantuvierais la atención ante tanto tostón de texto.

Pero ojo, que no salten las alarmas: son incompatibles sólo si se da en ese orden. Aunque por desgracia la ciencia aún no ha encontrado una teoría coherente que dictamine que una resaca (la de la fiesta) sea contrarrestada con la siguiente (las secuelas de salir a correr a tope), sí que podemos efectuar el proceso a la inversa, meternos un tute de running bueno y arrastrar los despojos por los bajos fondos de la noche. Pero a no ser que tengas el talento de Ronaldinho o el buche de George Best, lo de salir y empalmar con una carrera es un error que te puede llevar directamente a la UVI. Y aún peor, condenarte a una espiral de decadencia que suele terminar en un conato de redención en cualquier reality barato contando tus miserias totalmente desdentado. ¿A qué mola Usain Bolt?, ¿a qué no tanto Poli Díaz? Pues esa es la diferencia entre saber buscar un equilibrio y dejarse confundir, como diría un sabio de la telebasura.

Ahora, tampoco hace falta que nos convirtamos en monjas de clausura: se puede salir y disfrutar hasta que uno alcanza ese momento de plena satisfacción (yo lo sitúo siempre antes de la primera ronda de chupitos de jägermeister) para poder pillar la cama y caer rendido al momento.

ESE ENEMIGO QUE RESPONDE POR INSOMNIO

Y es que dormir bien es una de las claves para que el día de actos aterricemos con totales garantías de que nuestro propósito deportivo se vaya a desarrollar con posibilidades de éxito. Y por desgracia, las primeras veces es una tarea harto difícil de cumplir. Tomando como ejemplo esos prospectos que nos pasamos por el forro o la zona del brick de leche por donde abrir que nadie hace caso, está claro que nos gusta vivir al límite y saltarnos normas, consejos y horarios. “Va, sólo un capítulo más de mi serie favorita”, “Va sólo una birra más ya que la charla está animada y acabamos de incendiar el Congreso y acabar con la crisis”, “Va, sólo una partida más al FiFa que el crio ese me ha vencido sólo por el puñetero lag”, “Va, voy a pasarme por algún foro a ver que dicen de la carrera”,  ”Va… ¡Joder! aún los platos por fregar y todavía sin tener preparada la mochila…”. Entre eso y los nervios lógicos que surgen siempre en las primeras veces lo más normal es que acabes durmiendo poco y mal.

No te ofusques, haz como si fuera un día normal y ya caerás cuando tengas que caer, aunque sea más tarde de lo que deseabas. ¿Te acuerdas cuando eras un crío, te ibas a ir de colonias y la noche previa tenías los ojos como platos y un estado nervioso digno de la fauna que pulula por los festivales musicales a las cinco de la madrugada? Pues bienvenido a un capítulo más de lo que en el siglo XXI se ha concebido como madurez, que no es otra cosa que una reinvención terrorífica, disfrazada y domesticada de la niñez.

Consejo 1

No busques soluciones de última hora en fármacos ni en los remedios de la abuela. En casos como estos es mejor no darle más importancia y dejar que la experiencia se encargue de convertir en trámite lo que en un principio parecía extraordinario. Vamos, que lo de acudir a una carrera se torne en una rutina de fin de semana.

Consejo 2

Una cerveza para que entre la modorra no va mal nunca, pero a partir de la segunda puede que nos llevemos un chasco ya que todo lo que lleva alcohol deshidrata que da gusto. Así que antes de ir a la cama está bien haberse bebido un vaso de agua para compensar. Si tus cálculos determinan que lo que debes consumir es una botella entera entonces es que te has pasado dos pueblos (y quizá eres incapaz de leer estas líneas).

Consejo 3

Hay que aterrizar el día de actos lo más tranquilo posible, eso significa haber hecho los deberes con antelación. A no ser que te haya sido imposible cambiar la agenda (o la propia prueba no te permita anticiparte) lo ideal sería que tuviéramos listo todos los engorrosos trámites previos mucho antes de esa trascendental jornada. Ese día hay que focalizar nuestros pensamientos única y exclusivamente en correr. Y si cuando hemos acudido a recoger el dorsal aprovechamos y ojeamos el circuito, las zonas por donde poder aparcar, las paradas de transportes cercanos, la situación de tu cajón de salida, el lugar dónde se va a instalar el guardarropas, lavabos, duchas, fuentes… pues todo ese tiempo e información extra que habremos ganado. Más allá de la potencia de las piernas, saber planificar la carrera puede ser la diferencia entre un corredor desastre y uno top.

Consejo 4

Aunque suene contradictorio, el día previo a la carrera es el día que menos debemos pensar en ella. Como en época de elecciones ese debe ser nuestra jornada de reflexión, o sea,  el día en que nos tocamos las pelotas. Así que dedícate a otros asuntos (aunque cuando acabes enganchado a esto sólo vivirás y pensarás con mentalidad runner, ya te aviso),  y si acudes a por el dorsal empápate lo justo de fiebre zapatillera. Empacharse nunca es bueno y no es cuestión de llegar mentalmente agotados a la salida.

PREPARÁNDOSE PARA LA BATALLA

El desayuno o almuerzo pre carrera es algo que resulta vital para el devenir de nuestra suerte en la prueba, tanto para bien como para mal. A veces hace el efecto de pócima mágica que certifica una buena puesta a punto, y en otras es esa patada en el estómago que justo necesitabas para alterar aún más tus ya de por si crispados nervios.

Pero como con el tema de las posturas sexuales, lo que hay que llevarse a la boca es algo que entra en el terreno de lo  muy personal. Hay gente que necesita un plato de pasta, un bol de cereales, dos piezas de fruta, la barra de muesli, café y carajillo para quedarse tan pancho, y hay otra religión runner a la que se adscriben aquellos que defienden no probar bocado porque o a) son pruebas cortas y el desgaste no es excesivo y así evitas jugártela ante la posibilidad de que algún producto esté en mal estado, o b) prefieren ir nutriéndose durante la carrera si esta es de larga distancia.

A mi ambas me parecen tan estupendas como ninguna de ellas, porque se basan en una norma básica: haz lo que a TI te siente mejor. ¿Y cómo saberlo? Pues estaría bien que algunos días antes salieses a entrenar a las horas que se disputan las pruebas para ir adecuando tu alimentación a las necesidades de tu cuerpo. Como siempre, lo primordial es no hacer experimentos. Un desayuno ligero pero con fundamento es una ecuación a menudo difícil de resolver, pero sobre todo… no almuerces por encima de tus posibilidades (ni por debajo).

Consejo 5

Antes de salir de casa haz un repaso general de si llevas todos los efectos necesarios para que puedas correr sin ningún tipo de contratiempo. Lo imprescindible:

–  Dorsal y chip (si puedes llévatelos ya puestos) y el resguardo del guardarropas (en el caso que vayas a hacer uso). Ah, en algunas carreras se dan pulseras de papel para indicar tu cajón de salida, como se te olvide te verás obligado a empezar desde el final de la marabunta (aunque eso es una leyenda urbana, – hablaremos de ello en el próximo capítulo-).
–  Ropa necesaria para cambiarte tras la carrera (no es cuestión de pillar un resfriado tras nuestro seguro triunfo, tener que faltar al día siguiente a cumplir con los compromisos Y NO PODER CONTARLO).
–  Reloj (ya no para controlar tu ritmo sino para que no se te pase la hora de salida).
–  Orgullo.

Y lo conveniente:
–  Kleenex (Por si acaso tenemos que hacer uso en un momento de apretón. Ah, te recomiendo descargar en casa, en el próximo capítulo ya te contaré por qué).
–  Botellín de agua (por si no tenemos ninguna forma de hidratarnos antes de comenzar la carrera) y algo de alimento (por si aún nos quedan algunas horas para la salida y así calmar los rugidos de nuestro estómago).
 Cabeza.

Consejo 6

En una carrera a la hora de vestir no se estrena nada. Este es uno de esos diez mandamientos gravados a fuego que cualquier corredor popular que se precie tendría que tener colocado en un marco bien vistoso en la misma pared donde se ha colgado el folio arrugado con un intento plan de entrenamiento que te va recordando insistentemente tu poca capacidad de sacrificio. Y es de primordial cumplimiento en estos casos:

a) Comienzas en este mundillo por lo que éste será tu primer gran esfuerzo.

b) Pruebas de largas distancia.

Esquivar esta recomendación puede provocar pezones en estado volcánico, axilas para imitar la pose de Steve Urkel e ingles que pueden dejar tu vida sexual fuera de juego durante una buena temporada. El escozor es parecido a ese primer día playero de verano al que acudimos valientes sin crema solar… Pero multiplicado por 1.000. Eso sin contar con la imagen churretera de sangre como si fuera una procesión de Semana Santa del que haremos participes al resto de corredores y curiosos que se agolpen en los aledaños del circuito. ¿A que queremos evitar ser víctima de un meme puteante, a que sí? Pues la ropa ideal que tenemos que vestir es aquella a la que ya hemos dado uso y no debería faltar (sobre todo en los debuts y las distancias largas) un buen fregado con vaselina. Este consejo de abuela runner se vuelve casi en una orden cuanto mayor es la distancia a recorrer. Que sí, que es muy maja la camiseta que te regalan para ese 10k, ok. Pero para el maratón ni por diez rondas de jägermeister.

Consejo 7

 La cantidad de tela que usar es algo que se decide mientras se calienta (o ya cuando tengas cierta experiencia arrogándote el papel de hombre del tiempo). Es un error tomar como referencia la temperatura que sientes nada más levantarte o con tan sólo pisar la calle. La medida justa es aquella en la que empiezas la carrera con un pelín de frío porque en el momento que pongamos en funcionamiento esa máquina de dar zancadas que son nuestras rutilantes piernas nos darán ganas de quitarnos capas inútiles con la misma fogosidad que lo haríamos en una noche en la que por una vez hayamos triunfado.

@dabitjg


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