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Dolor en el Tendón Tibial Posterior en corredores Pronadores

 ¿Sientes un dolor agudo que se irradia detrás del maléolo del pie cuando das un paso? La tenosinovitis tibial posterior puede ser la causa: una inflamación de la vaina que rodea el tendón esencial del tobillo puede provocar molestias durante el movimiento.

El tendón tibial posterior es un componente crítico de la anatomía de la parte inferior de la pierna, que desempeña un papel en la estabilidad del tobillo y el pie, el equilibrio postural y la movilidad durante el movimiento activo. Desempeña un papel esencial ayudando a regular la pronación-supinación y la flexión-extensión del mediopié.

También es una fuente frecuente de dolor crónico en corredores.

Este artículo tratará el dolor del tendón tibial posterior en  pronadores, incluyendo las causas y los factores de riesgo, las características biomecánicas asociadas, la presentación clínica y los métodos de evaluación, las estrategias de tratamiento y los enfoques de prevención.

Causas y factores de riesgo

Es probable que los corredores que sobrepronan el pie con frecuencia experimenten un aumento de la tensión en el tendón tibial al intentar soportar su ciclo de marcha.

La causa exacta se desconoce en gran medida; sin embargo, ciertos factores pueden aumentar el riesgo de que una persona desarrolle síntomas. Entre ellos se incluyen :

  • Cambios relacionados con la edad en la estructura o función del tendón
  • Traumatismos o intervenciones quirúrgicas previas en el tobillo
  • Selección incorrecta del calzado o uso inadecuado de ortesis
  • Actividades de carga excesiva por terrenos irregulares
  • Desequilibrios de fuerza/resistencia muscular en la musculatura de la parte inferior del cuerpo que provocan una mecánica de carrera inadecuada.
  • La subluxación del tendón peroneo, que se produce cuando los tendones peroneos se desalinean debido a un estiramiento excesivo o a un uso excesivo, también puede provocar dolor en la parte interna del tobillo al correr.
  • Calentamiento inadecuado antes del ejercicio.
  • Sobreentrenamiento que provoque fatiga o altos volúmenes de actividad.

Características biomecánicas asociadas

Las tensiones anormales ejercidas sobre Tendón Tibial Posterior por la sobrepronación suelen ir acompañadas de otras características biomecánicas que contribuyen al desarrollo del dolor.

Éstas pueden incluir una menor absorción de impactos debido a una menor altura del arco/rigidez de torsión o a un aumento de los ángulos de eversión del retropié, lo que provoca una mayor tensión en las estructuras mediales y laterales de la extremidad inferior.

Por otro lado,  el debilitamiento de los músculos intrínsecos del pie puede conducir a un aumento de la velocidad de pronación al correr, lo que provoca una mayor irritación de los tejidos circundantes, incluidos los ligamentos y tendones unidos en varios puntos a lo largo de su recorrido, desde la parte distal por debajo de la rodilla hasta las regiones cercanas a las falanges de los dedos de los pies. Es frecuente que los pies neutros puedan hacerse pronados y  que los pronados se vuelvan más pronados.

Presentación clínica y métodos de evaluación

El dolor asociado se siente normalmente en el centro a lo largo de ambos lados, variando la anchura dependiendo de la anatomía individual, pero normalmente en 3 puntos: donde se une a la tibia proximal, posteriormente, justo debajo del maléolo medial.

tibial posterior

Cuando se palpan estos puntos, se produce una sensibilidad puntual que se observa en el examen clínico, que debe evaluarse mediante pruebas de amplitud de movimiento. También puede solicitar pruebas de imagen, para detectar huesos dañados o lesiones en los tejidos blandos que no puedan verse sólo con la exploración física.

Estrategias de tratamiento

En la mayoría de los casos, los enfoques de tratamiento se centran en ejercicios de estiramiento dirigidos a reducir la excesiva rigidez y el fortalecimiento de los músculos débiles del pie,  ayudando a reducir el dolor y mejorar el funcionamiento.

Las modalidades conservadoras, como la electroterapia, los ultrasonidos y las técnicas de liberación miofascial, se aplican localmente en la zona tratada para el alivio sintomático.

En el caso de que tras periodos largos trabajando todo este tipo de ejercicios no obtuviéramos mejora, se puede valorar la opción quirúrgica en el caso de que los ligamentos no adquieran la consistencia y fuerza adecuada.

Las medidas de apoyo adicionales, como el uso de plantillas y una elección correcta de calzado para pronadores pueden ayudar a la correcta alineación y estabilización de la articulación, ralentizando la progresión de la lesión.

Existen zapatillas capaces de ayudar a controlar el exceso de pronación, disminuyéndola, así como la rotación interna de la tibia, efectos íntimamente ligados con esta lesión. Son numerosos los estudios que corroboran que las zapatillas con control de la pronación son efectivas y ayudan en la prevención de algunas lesiones.

Existen multitud de formas para trabajar los pies, pero una progresión sencilla y preventiva debería seguir los siguientes pasos. Es recomendable hacerlos descalzos:

  • Andar de puntillas/Andar con talones: Fácil. Vamos a caminar 10 metros primero de puntillas y después con los talones. En este último paso tenemos que asegurarnos de que nuestros pies siempre apuntan hacia adelante. Hacemos los pasos sin prisa, concentrándonos y controlando todo el tiempo el equilibrio.
  • Rango de movimiento del tobillo: Con estos ejercicios mejoramos el rango de movimiento del tobillo. Para crear la resistencia utilizamos una banda elástica . Cada movimiento lo haremos primero con un pie y luego con el otro, en seres de 2×10 con cada uno.
  • Plantaflexión: El primer ejercicio lo hacemos sentados en el suelo con las piernas extendidas. Pasamos la cinta por la planta del pie y la sujetamos con las manos por los extremos. Partiendo desde una posición relajada y ejerciendo resistencia tirando de la cinta hacia nosotros, llevamos la punta del pie lentamente hacia abajo. Aguantamos un segundo y relajamos de nuevo. Vídeo. 
  • Rodeamos el pie con la cinta y la pisamos para sujetarla con el otro pie. El movimiento que tenemos que hacer es girar el pie entero hacia adentro. Aseguraos de que la cinta tiene tensión y la notáis.

tobillo

  • Rodeamos igual el pie con la cinta pero esta vez tensamos y anudamos los extremos a la pata de la silla del mismo lado del pie con el que vamos a trabajar. Al contrario que en el ejercicio anterior, aquí giramos el pie entero hacia afuera.

En conclusión, la Tendinitis del Tendón Tibial Posterior es una afección común entre los corredores pronadores que requiere una evaluación exhaustiva, un tratamiento cuidadoso y medidas preventivas para obtener resultados satisfactorios.

 


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