Detenido por incitar a tomar….una cerveza

Jose Enrique Villacorta, valedor de los “Lions Factory” -grupo de entrenamiento con sede en León del que emanan algunas de las figuras emergentes del fondo nacional-, se presentaba en la rueda de prensa convocada en la sala capitular del Hostal de San Marcos arropado por la plana mayor de su cuadra atlética. No era una elección al azar. El lugar donde durante siglos los frailes atendieron los maltrechos cuerpos de los peregrinos. Apenas habían pasado 24 horas desde su puesta en libertad, junto a la de los otros detenidos, Daniel Arce y Sebas Martos, una vez efectuadas las diligencias de reconocimiento e interrogatorio en el marco de una investigación policial orquestada desde Madrid-a denuncia particular- por tráfico de sustancias dopantes. Unas horas repletas de filtraciones que hacían tambalear a uno de los bastiones del atletismo español. Sus caras lo decían todo. Momentos que dejan cicatriz.

Como era de esperar, Villacorta y sus atletas defendieron su inocencia con firmeza, en un caso que en estos momentos se encuentra bajo secreto sumarial y va camino de convertirse en un sainete.  Advirtieron estar delante de “falsas acusaciones”, “ruines”, a través de una  “denuncia engañosa” de la que esperan resarcir su honorabilidad a través de “acciones legales a todos los niveles y contra todos aquellos que la han provocado”. A pesar del ruido mediático, en esta ocasión contaban con el aval del mundo del atletismo que desde un primero momento mostró su escepticismo con las informaciones que se sucedían sobre su posible implicación.

El golpe teatral se produjo horas más tarde. El diario As y El País revelaban informaciones de fuentes cercanas a la investigación que señalaban a Sergio Sánchez como autor material de una denuncia falsa que parece desmoronarse por momentos. Sancionado por consumo de EPO en el año 2013, encausado un año más tarde en la operación “Jimbo” por tráfico de sustancias dopantes, cuesta entender que se le concediera el beneficio de la duda.

Las especulaciones sobre su posible implicación, a tenor de su enemistad manifiesta hacia los “Lions Factory”, daban paso a incredulidad e indignación. Y lo que es peor, el volumen de filtraciones que originó una investigación y detención con tan poca carga probatoria. La más curiosa, la que presumiblemente precipitó la intervención por incitación al dopaje con “Ginken”, frase interceptada en las escuchas telefónicas de Villacorta a Roberto Alaiz que se encontraba en Amsterdam, cuando en realidad se trataba de “Tómate una Heineken que no da positivo” como informa Carlos Arribas en el diario El País.