Inicio Entrevistas Destrozando el crono a los 77 años

Destrozando el crono a los 77 años

Es un médico gallego, José Vicente Rioseco, que acaba de batir el récord mundial de 1.500 metros corriendo en 5’11” (a menos de 3’30” el 1.000) y que aún así recuerda: “Cuidarse no significa vivir entre cojines”.

El próximo 30 de abril cumplirá 78 años, pero eso no impide nada. Ni siquiera que José Vicente Rioseco siga pensando en viajar como si tuviese 18 y en correr el 1.500 por debajo de 5’00” minutos. Y si suena a locura me parece que nos equivocamos, “porque yo hago pocas locuras”, asegura él, que acepta que a una edad como la suya “hay compañeros y amigos muertos o muy perjudicados de salud, sí”. Pero la solución no está en la pena, sino en apreciar “la suerte de estar sano y de seguir viviendo porque, al final, de lo que se trata es de vivir. No hay más truco que ése”, insiste un hombre que nunca llegará a tu vida para negar lo evidente. “No podemos engañarnos: la edad no perdona. Pero si sabemos sacar rendimiento a nuestras virtudes… ¿por qué no vamos a seguir ahí? Podemos vivir más de 100 años de vida y si no los vivimos es porque no nos cuidamos lo suficiente sea porque comemos demasiado, sea porque fumamos demasiado o por lo que sea”. Pero entonces aparece él en voz alta para disminuir distancias con lo imposible: “Cuidarse no significa vivir entre cojines”. Y pone su ejemplo: “Soy un hombre que participa de la vida. De hecho, tengo una vida social importante, participo en catas de vinos, voy a conciertos, escribo, viajo porque viajar enriquece tanto a uno… Acabo de venir de México y ahora tengo planeado un viaje de dos o tres semanas en Italia.. Quiero decir que no soy un tipo que solo piensa en el entrenamiento. Acepto su importancia en mi vida porque me levanto a las ocho, empiezo a entrenar a las nueve y no regreso a casa hasta las dos. No creo que haya atletas de élite que entrenen más que yo. Pero esta es una buena manera de vivir que me refuerza y que refuerza mi decisión de estar sano”.

Por eso Rioseco piensa que esa es la principal diferencia que le separa a él de los hombres de 77 años. “El hecho psicológico es definitivo. Ponga la atención en eso, porque es así. No se trata de que yo venga aquí a dar clases de medicina o de la vida, pero si tú crees que puedes hacerlo ¿por qué no vas a hacerlo? ¿por qué vas a perder la capacidad de sorprenderte a ti mismo?”. Incluso puede poner su propio ejemplo el sábado cuando batió el récord mundial de 1.500 a su edad corriendo por debajo de 3’30” ¿se imaginan de lo que estamos hablando? “Yo sí me lo imagino”, rebate él, “y hasta podría decirle que aspiro a más. ¿Quién dice que no puedo bajar de 5’00” en 1.500? Yo, que soy el que he de hacerlo, nunca voy a pensar que no. Mire, mi marca en 1.500 estaba en 5’28”, quería hacer 5’20”, porque el récord mundial estaba en 5’22” y, al final, hice 5’11”. Pero es verdad que me esforcé porque al día siguiente me levanté cansado”, asegura él, que no se guía por pulsaciones, sino por sensaciones. “La única máquina que utilizo es el reloj”.

En realidad, no se sabe  si esta historia es un milagro a esa edad. “No hable de milagros”, vuelve a rebatir. “A lo máximo, hable de la suerte. Si no hubiese tenido suerte igual no estaría sano. Pero estando como estoy, sintiéndome como me siento, ¿por qué vamos a reducir esta conversación a mi edad? Si le digo la verdad, no soy consciente ni de la edad que tengo. Vivo a su lado y corro a su lado. Pero más allá de eso ¿qué quiere que le diga? No me avasalla la nostalgia del tiempo pasado ni sé lo que es la artrosis. No tengo ni idea. No sé tampoco lo que es un dolor de cabeza ni cómo sabe una pastilla”, asegura él, que ejerció la medicina durante 46 años, desde los 24 hasta los 70. “Me especialicé en medicina interna y geriatría. Trabajé en muchos sitios. Fui médico de la Armada. Dirigí una residencia de ancianos…. Pero, sobre todo, quise tanto a esta profesión que necesitaría meses para resumir tantos años porque fueron tantos sufrimientos, tantas experiencias, tantos los apoyos que uno cree que prestó a la gente… Eso no se puede olvidar nunca, porque entonces te olvidas del motivo por el que viniste al mundo”.


¿Quién no sabe que las ensaladas han de tener muchos colores o que el azúcar y la sal son casi dos venenos?”

Hoy, su trabajo no sólo es vivir. También correr o, más bien, prepararse físicamente, porque “el trabajo de campo sólo es una tercera parte de lo que yo hago”, explica un hombre que vive en Ferrol, en la base del cabo Prior, a dos kilómetros del mar. “Luego, está el gimnasio donde trabajo con pesas (remo, elíptica…) y termino con un 1.000 o un 1.500 en la piscina para descargar“. Y entonces explica que es capàz de “hacer 50 metros buceando” lo que le sigue invitando a uno a preguntarse si no estamos en otro planeta. Pero él vuelve a contestar que no, “que el hecho de que no todo el mundo lo haga no significa que no pueda hacerlo yo”, añade con esa vitalidad, inseparable de él y de esa sonrisa suya con la que tantas veces termina diciendo todo lo que quiere decir.  “No creo que el hecho de ser médico haya sido una ventaja en mi vida. No tiene por qué. No hago nada extraordinario y para hacer lo que yo hago ni siquiera hay que saber mucha medicina. ¿Quién no sabe que las ensaladas han de tener muchos colores o que el azúcar y la sal son casi dos venenos?” La respuesta se encierra en él: un hombre, que tiene los récords mundiales en su categoría de 800 y 1.500 metros, capaz de reconocer que entrena mucho, “porque es así” y que “es heterodoxo” en su entreno. “La pista sólo la piso en competición”, añade él, la fuerza de un compromiso.

“Ha sido una constante en mi vida. Siempre que hice algo me implique a fondo fuese cuando estudié, fuese cuando di clases en la escuela de enfermería o fuese cuando tuve que dar algún consejo a mis tres hijos. De hecho, una de las cosas que más me costó en mi vida fue aconsejarle a mi hijo Esteban que no se dedicase al atletismo profesional. No fue fácil porque no es fácil dar consejos”, insiste hoy a los 77 años. “Él era muy buen mediofondista y llegó a hacer 3’40” en 1.500. Fue becado en una universidad norteamericana y cuando volvió a España corrió finales absolutas en la época de Fermín Cacho y toda esa generación. Pero cuando llegó el momento de convertirlo en una profesión le hice ver que en esa época la mayor parte de la gente tomaba cosas que no debía tomar y le dije que ‘de eso, nada’. Que él no iba a tomarlas. Y como no lo íbamos a hacerlo no tenía sentido insistir. Y fue duro, pero eso es así cuando escoges tu camino… Esteban es ahora empresario y sigue corriendo en su categoría…, en fin, ya lo ve, es la vida de nuestra familia, el deporte como forma de vida, la posibilidad de elegir lo que quieres hacer con tu vida… Y si la salud nos acompaña…, ya ve donde estamos… No lo limite todo a la edad”.

@AlfredoVaronaA 


Suscríbete a nuestro newsletter

Recibe en tu correo lo mejor y más destacado de LBDC

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí