Inicio Entrevistas El dentista marca la diferencia

El dentista marca la diferencia

Maravillosa lección del atleta Víctor Puyuelo que desde niño lo tuvo claro. “Yo quiero ayudar a los demás”. Hoy, a los 26 años, es dentista. “El dolor siempre tiene su recompensa“.

Nada como un 24 de diciembre para imaginar la razón de ser de su trabajo, “un paciente que viene con dolor a la consulta y se va con cara de agradecimiento”. Porque la vida también es “ayudar a los demás” como intuía él de niño cuando decía: “Yo quiero estudiar algo relacionado con la salud”. Y pudo ser nutricion, pudo ser fisioterapia o pudo ser medicina. Pero fue odontología lo que provoca que hoy Víctor Puyuelo sea un dentista de 26 años, encerrado en un cuerpo de atleta, que sabe latín acerca del dolor. “Es esa palabra maldita que nadie quiere ver pasar a su lado. Pero es una palabra que existe y el paciente, como el atleta, pelea frente a ella, porque es parte de nuestra vida. De hecho, el 80% de los que vienen a consulta llegan con pensamientos negativos: te hablan del dolor, que están pasando, y tú tienes que hablarles de la recompensa que les espera como si fuese una línea de meta”. 

“A veces, cuesta mucho llegar a esa meta”, insiste. “No sólo para el paciente. También para el dentista. Pero tienes que estar ahí y tratar a esa gente como si fuese tu madre. Yo no sé si nací para ayudar a los demás. Pero me gusta hacerlo. Es más, me molesta que un trabajo como el mío sea tan caro para la gente y que haya tan pocas cosas incluidas en la Seguridad Social porque si no tienes dinero…, qué haces? Y la desgracia es que hay veces en las que no se puede hacer nada. Por eso aprovecho esta oportunidad para preguntar qué puedes hacer si te quedas sin dientes y no tienes dinero. Quién puede contestarme a esa pregunta? Hay sitios a los que no puede llegar el dentista”.

El caso es que reconforta escuchar a alguien que habla así, “porque si todos nos dedicamos a pensar solo en nosotros mismos no sé qué clase de futuro vendrá”. Quizá por eso yo llegué a él el día en el que me enteré que Víctor Puyuelo se negó a subir al podio en el Cross de Huesca, junto a un atleta investigado por dopaje. “Si nosotros mismos decimos sí a todo no vamos a ningún lado. Las sanciones hay que endurecerlas para que no vuelvan a pasar. Si yo salgo de trabajar a las ocho de la noche, y me sacrifico para entrenar, lo mínimo que aspiro es a ir a una competición en la que se juegue limpio”, agrega Víctor Puyuelo, cuya biografía de atleta maneja datos de valor con 14’00” en 5.000 o 29’40” en 10.000. También fue seis veces internacional en categorías menores y octavo de Europa junior en 3.000 obstáculos. Pero quizá esta vez no llegó aquí para hablar de él, sino para hablar de un mundo mejor. Me parece oportuno. No veo tan fácil encontrar a gente como él.
“Mi profesión no me ha marcado”, insiste, “lo que me marca es lo que uno cree que puede hacer por la gente y lo que he visto en casa. Hasta que se jubiló, mi padre tenía una tienda de animales, pegada a la catedral de Jaca. Sin ser un atleta que entrenase más de cuatro días a la semana, él creó un club de atletismo. Pero nunca nos forzó a mi hermano ni a mí a hacer atletismo. Es más, yo nunca pensé que fuera a hacerlo hasta que descubrí que no se me daba mal. Quizás por eso quiero tanto a este deporte, porque me ha demostrado lo importante que es llegar a las cosas por tí mismo y el esfuerzo que cuesta conseguir lo que buscas”.
En esta conversación ya casi no distingo al atleta del dentista. “Al final, tienes que estar ahí para lograr lo que buscas. Sé que hay cosas muy difíciles. A mí me encantaría que el atletismo me dejase un soporte económico de verdad. Pero como no me lo deja sé que tengo que entrenar a las ocho de la noche y que ,como ya estoy cansado de tantas horas de pie en consulta, hay entrenos que salen peor que cuando estaba en categoría cadete. Y no me gusta. Pero como les hago ver a mis pacientes en consulta, cuando se quejan de que no ven solución al dolor, recuerdo la importancia de ser constante. Al final, siempre llega la recompensa. De una u otra manera pero llega. La satisfacción en uno mismo es una recompensa perfectamente válida”.
Víctor Puyuelo marca la diferencia. “Mi trabajo me ha convertido un poco en un psicólogo. Póngase en mi piel. La mayoría de los días escucho a los pacientes decir ‘me duele aqui’ o ‘me duele allá’. Incluso podría hablar de los tratamientos de estética. Esos son muy, muy especiales. Los pacientes quieren resultados al instante y se pasan por momentos muy duros. Todavía me acuerdo de aquel paciente al que hice venir 20 o 25 veces porque no dábamos con el color y el tamaño de los dientes. Parecía que no íbamos a llegar nunca. Por eso cuando llegamos al final la satisfacción fue doble o triple, qué sé yo. Las caras lo demostraban y entonces te sientes como el atleta que llega a meta y logra lo que busca”.
De ahí que al final el atleta sea inseparable del dentista. “Totalmente”, matiza. “Somos dos en uno, porque el atletismo te lo puede enseñar todo. Además, yo he tenido la suerte de que me lo haya enseñado Alberto, mi hermano mayor que ahora es mi entrenador y que también es atleta. De hecho, él era el mejor de los dos hasta ese día en la última serie de 1.000 en la que le ataqué en los últimos 500 y cuando faltaban 200 metros se puso delante y me dijo, ‘de momento, ‘yo soy el mayor'”. La enseñanza de ese cambio final fue imborrable. “Sólo al recordar aquel día recuerdo que todo tiene su tiempo y que hay momentos en los que puedes lograr lo que nunca imaginaste. Entonces no me había dado tiempo a imaginar que podía ganar a mi hermano, que ya había sido campeón de Aragón”.
Víctor no duda del futuro, “en el que siempre voy a ser flexible. Si hoy no puedes, no pasa nada. Pero, a cambio, llegarán momentos en los que debes darlo todo que es lo que he aprendido de mi hermano como entrenador. Porque él, aparte de entrenador, es maestro y sabe lo que tiene que decirte y lo que no. Pero cuando hay que endurecer hay que endurecer como en ese entrenamiento letal que tenemos en la montaña de Jaca. Subimos desde 1.000 hasta 1.400 metros con cambios de dos minutos subiendo y uno bajando de recuperación. Hay momentos en los que crees que no vas a llegar. Pero al final, lo haces y llegas y tampoco es tan difícil. Solo se trata de pensar en positivo como cuando te duelen los dientes”.

Suscríbete a nuestro newsletter

Recibe en tu correo lo mejor y más destacado de LBDC

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí