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¿Cuánto Pierdes en Salud Fumando?

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A pesar de la ley anti tabaco, el cigarrillo sigue siendo el mejor compañero de muchos, ya sea por rutina, por pasar el rato o para canalizar el estrés. Sin embargo, esta compañía que te hace sentir algo especial, se convertirá en tu peor enemigo, ya que te irá intoxicando poco a poco. Y qué decir de la exposición a tus seres queridos al tabaquismo pasivo.

Seas fumador asiduo u ocasional, te sorprenderá conocer hasta dónde pueden llegar sus efectos nocivos.

Índice de contenidos del artículo

Historia evolutiva del tabaco

La hoja del tabaco deriva de la planta Nicotina tabacum, y ya se utilizaba desde la antigüedad con fines esotéricos, religiosos y medicinales. Su origen data desde la época de las civilizaciones mayas y aztecas, teniendo su epicentro sobre todo entre los pueblos indígenas de las islas caribeñas. Posteriormente se extendió a Europa y al resto del mundo, modificando progresivamente su composición y forma de consumo.

Actualmente, la industria tabacalera sigue manteniendo su poderío, impactando en la población a nivel mundial, siendo el tabaco la principal causa de muerte y de enfermedades crónicas prevenibles.

Concepto de fumador

Podemos decir que hay tres tipos de fumadores:

  1. Ocasionales. Aquellos que fuman esporádicamente
  2. Asiduos. Los que fuman a diario. Estos pueden clasificarse en:
    1. Fumador leve. Si consume menos de 5 cigarrillos diarios
    2. Fumador moderado. Si fuma entre 6 y 15 cigarrillos diarios
    3. Fumador severo. Fuma más de 16 cigarrillos por día
  3. Pasivos. Aquellos que están expuestos ocasionalmente o diariamente al humo del tabaco de los fumadores

No hay estudios que determinen con exactitud cuánto hay que fumar para empezar a notar sus efectos deletéreos, y depende mucho de la tolerancia de cada persona. Lo que sí está claro, es que a mayor cantidad de tabaquismo y de años fumando, mayor será su impacto negativo en tu organismo.

Composición del cigarro


Dependiendo del tipo de tabaco, la composición es variable. Pero aquí hablaremos de los principales compuestos de los cigarrillos comunes:

  • Nicotina. Es la sustancia reina de la adicción. Sus características químicas hace que se mezcle fácilmente con el resto de partículas y gases del cigarro, depositándose ágilmente en los alvéolos pulmonares. Ahí se absorberá rápidamente hacia el torrente sanguíneo y, en cuestión de segundos, llegará al cerebro para sintetizar dopamina: la hormona de la recompensa y la satisfacción.
  • Alquitrán. Engloba muchos de los compuestos químicos, como el benceno (usado en la producción de plásticos y fibras sintéticas), la 2-naftila-mina (utilizada en la fabricación de tintes y como antioxidante de caucho) o el 4-aminobifenol (usado como revelador en películas en blanco y negro). Se caracteriza por ser una sustancia amarillenta y pegajosa, que provoca ese tinte característico en los dedos y en los dientes de los fumadores. Además, también se deposita en los pulmones, pudiendo llegar a acumularse hasta los 500 gramos al año, y siendo el principal responsable de las injurias pulmonares.
  • Piridina. Es una sustancia química volátil derivada del benceno, que actúa como un depresor del sistema nervioso central. Su efecto es similar al de la nicotina, y potencia los efectos adictivos de fumar.
  • Amonio. Es el componente que más potencia la adicción a la nicotina, ya que su presencia la cristaliza, acelerando así su dispersión en el humo. Así es más rápidamente absorbida hacia el torrente sanguíneo y, posteriormente, al cerebro. Este proceso químico es equiparable al que se usa para convertir el polvo de cocaína en crack.
  • Azúcar refinado. Puede llegar a contener hasta un 3% de su composición total. Se usa para camuflar parcialmente el sabor amargo del tabaco, y su combustión produce acetaldehído, una sustancia que también potencia la adicción a la nicotina.
  • Cacao. Se utilizan extractos muy concentrados para obtener cantidades considerables de teobromina, que favorecen la broncodilatación. Este efecto permite realizar caladas más profundas y más cargadas de humo, lo que finalmente impactará en la cantidad de sustancias nocivas que se inhalan.
  • Regaliz. Otro aromatizante para camuflar el amargor del cigarro, que al mismo tiempo, favorece la broncodilatación.
  • Gases tóxicos. Se generan en la combustión del cigarro:
    • Cianhídrico y monóxido de carbono (el mismo que se producen en los motores de combustión de muchos vehículos, en los incendios, o en los escapes de gas butano). Una vez que pasa a la sangre, daña los glóbulos rojos pudiendo disminuir su capacidad de transportar oxígeno a los tejidos hasta en un 15%.
    • Acetaldehído y formaldehído (los utilizados para fabricar disolventes y disecar cadáveres). Son los carcinógenos más abundantes en el humo del tabaco, y tienen la capacidad de disolverse en la saliva al fumar, pasando rápidamente al torrente sanguíneo.
  • Nitrosaminas (también se produce durante las frituras de alimentos). Daña las células de los tejidos, siendo un potente cancerígeno.
  • Metales pesados. Como cadmio, plomo, polonio 210, que se van acumulando en los tejidos, pudiendo provocar fallos multiorgánicos a largo plazo.
  • Menta. El mentol ejerce cierto efecto anestesiante en la orofaringe, apaciguando la sensación abrasiva del humo y haciéndolo más soportable. También tiene un efecto descongestionante y antiinflamatorio a nivel bronquial, por lo que permitirá inspirar con mayor profundidad y, por tanto, aumentar la cantidad de humo inhalado.
  • Relleno. Es una mezcla de tallos y deshechos de la hoja de tabaco, junto con el resto de compuestos. Algunas marcas tienen más relleno que otras, siendo menor la carga de nicotina cuanto más relleno contiene.
  • Papel. A mayor porosidad del papel que se use para enrollar el cigarro, más aire pasará para la combustión y, por tanto, mayor dilución de los componentes inhalados.
  • Filtros. Normalmente están hechos de acetato de celulosa, que retienen parte de los tóxicos antes de que estos lleguen a los pulmones del fumador. También enfrían el humo y lo hacen más fácilmente inhalable. Los cigarrillos con filtro microperforados en los laterales fueron desarrollados por la industria tabaquera con el objetivo de “proteger” la salud de los fumadores. Pero las evidencias médico-científicas sugieren que los fumadores “compensan” dicho efecto de dilución de sustancias nocivas mediante la inhalación más profunda o frecuente del humo. Por otra parte, el gesto de coger el cigarrillo con los dedos, pueden bloquear los agujeros de ventilación de los filtros, lo que incrementa la cantidad de humo y toxinas inhalados.

Alternativas al cigarro


La reflexión que se hacen muchos fumadores antes de dejar este hábito, es buscar la alternativa más saludable. Pero, ¿realmente hay algo que se fume y que no sea perjudicial? Veamos con más detalle las opciones más comunes:

Tabaco de liar

En un inicio, pareciera que el hecho de montarse uno mismo sus propios cigarrillos es más sano. Pero la realidad es que la fabricación este tipo de tabaco no sigue las mismas normativas que los cigarrillos convencionales, no teniendo la obligación de detallar el 100% de sus componentes en el etiquetado.

Se ha detectado que este tipo de tabaco puede llegar a contener hasta un 22% de aditivos idénticos que en el tabaco convencional, así como componentes cancerígenos. A pesar de que el consumo de cigarrillos de liar suele ser menor que en los fumadores de tabaco estándar, las concentraciones de monóxido de carbono son mayores en cada calada.

Porros

Digamos que, poco importa si quemas madera, un cigarro o una hierba, porque al final la combustión de cada sustrato producirá componentes tóxicos. De hecho, la marihuana fumada tal cual, contiene toxinas y carcinógenos similares que un cigarro convencional, en la misma cantidad o incluso mayores.

Los efectos de un porro equivaldrían a fumarse de 2,5 a 5 cigarros de una sentada. Por otra parte, la manera de fumar marihuana es diferente, pues este perfil de fumadores tiende a hacer caladas más profundas y duraderas, por lo que el tiempo de exposición al humo inhalado es mayor.

Cigarrillos electrónicos

Los cigarrillos electrónicos son una de las últimas tendencias, sobre todo entre los jóvenes. Estos artilugios resultan engañosos, pues se promocionan con formatos atractivos externamente y como un método “ sano” para fumar, o como herramienta transitoria para dejar de fumar. Si bien no contienen tabaco, son bastante nocivos, pues se requiere un calentamiento de una mezcla de hidrocarburos aromatizantes y otros compuestos químicos presentes en los cigarrillos comunes, incluso en mayor cantidad.

Cachimbas

Con este método de fumar se inhala el humo de la combustión de una melaza (tabaco, geles, glicerina, aromatizantes, etc.) con carbón, que al contacto con el agua del depósito, quedará muy condensado y a baja temperatura, lo que hará que sea más agradable inhalarlo. A esto se añaden otros dos efectos: el mayor tiempo de consumo (el número de inhalaciones puede llegar a ser unas 10 veces mayor que cuando se fuma un cigarrillo, porque las sesiones sociales pueden durar horas) y el uso compartido de boquillas, que aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades como tuberculosis o virus como el herpes o la hepatitis.

Efectos del tabaco en el organismo


Las agresiones del humo del tabaco se producen tanto a nivel local (por la exposición directa a los tejidos) como sistémica, ya que una vez que los pulmones absorben el humo, este pasa al sistema circulatorio dejando su impronta por todos los órganos del cuerpo.

Veamos una lista no exhaustiva de las afecciones más comunes a los distintos niveles:

Sistema respiratorio

Vías respiratorias superiores

  • Rinitis
  • Anosmia
  • Neoplasia de cavum

Vías respiratorias inferiores

  • Asma
  • Neoplasias de laringe, tráquea o pulmones
  • EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), con enfisema pulmonar y/o bronquitis crónica. Si evoluciona en el tiempo, el parénquima pulmonar se va inflamando y destruyendo, favoreciendo las infecciones bronco-pulmonares, y pudiendo requerir oxígeno domiciliario en estadios avanzados.

A propósito del oxígeno, actualmente existe una gran parte de la población que posee artilugios para medir ciertas constantes vitales como el pulsi-oxímetro, o el smartwatch, que medirán, entre otros, la saturación de oxígeno en la hemoglobina. Pero ojo al dato con este valor, porque el monóxido de carbono tiene una longitud de onda similar a la del oxígeno, y estos aparatos no pueden distinguirlo. Por lo que, si eres fumador, puede que ese valor no corresponda al 100 % de tu oxigenación.

Cavidad oro-faríngea

Las agresiones del humo del tabaco sobre la mucosa y la microbiota oro-faríngea son banalizadas por muchos fumadores. Teniendo en cuenta que en condiciones normales el cigarro se fuma por la boca, esta vía de entrada del humo se expone a todas sus consecuencias:

  • Halitosis
  • Gingivitis
  • Caries, con posibles pérdidas dentales
  • Infecciones bacterianas, virales o micóticas
  • Ageusia (pérdida o alteración del gusto)
  • Neoplasias de todas las estructuras anatómicas de la zona bucal y garganta

Sistema inmune

Provoca una alteración del correcto funcionamiento del sistema inmune, por disminuir las cantidades de selenio y zinc, lo que conlleva a un mayor riesgo de infecciones, enfermedades autoinmunes, alergias y neoplasias.

Sistema ocular

  • Pérdida de agudeza visual por mala perfusión o isquemia de las arterias retinianas
  • Conjuntivitis por irritación del humo

Sistema digestivo

  • Gastritis
  • Disbiosis de la flora digestiva (mayor riesgo de intolerancias alimentarias, alteraciones del tránsito intestinal, malabsorción de nutrientes, etc).
  • Neoplasias (esófago, estómago, intestino, hígado, páncreas, etc)

Sistema cardiovascular

  • Lesiones de los vasos sanguíneos por alteración de su arquitectura y sus mecanismos reguladores de constricción y dilatación. Todo ello favorece ateroesclerosis, hipertensión, arteriopatías, aneurismas de aorta, varices, hemorroides, isquemias con riesgo de infartos a distintos niveles: miocardio, cerebral, ocular, pulmonar, digestivo, renal, genital, etc.
  • Anemia por déficit de vitamina B9 (ácido fólico) y B12, provocando una alteración en la morfología de los hematíes, siendo de mayor tamaño que lo habitual. Ello implica peor movilización de oxígeno por las arterias a los tejidos, teniendo que compensarse con un sobre esfuerzo cardio-respiratorio. Esto también favorece los fenómenos tromboembólicos.

Sistema músculo-articular

Existe un falso mito de que el deporte compensa el tabaquismo. La realidad es que el deporte no solo no lo compensa, sino que fumar y hacer deporte pude ser un coctel bastante peligroso.

Las sustancias nocivas que circulan por el torrente sanguíneo de un fumador, van a alterar las funciones fisiológicas cardio-pulmonares. Lo que conlleva a una mala captación y transporte de oxígeno a través de unos circuitos arteriales defectuosos. Por lo tanto, el flujo sanguíneo que reciben los músculos es deficitario, lo que llevará a una peor contractilidad, con tendencia hacia un metabolismo anaeróbico y a la acidosis metabólica por un aumento del estrés oxidativo. La compensación fisiológica hará aumentar la demanda del sistema cardiovascular, respiratorio y renal.

Por otra parte, el efecto de la nicotina induce un aumento de la frecuencia cardiaca y de la tensión arterial basal, que se agravará durante el esfuerzo físico sometiendo al corazón, igualmente, a una mayor carga de trabajo.

Lo mismo ocurre a nivel de cartílagos y tendones, puesto que su irrigación sanguínea también se verá empobrecida.

Todo ello se traduce en un peor rendimiento deportivo y una mala recuperación posterior, así como mayor riesgo de lesiones y patologías cardiovasculares.

Esqueleto

La nicotina interfiere en el correcto metabolismo del calcio y la vitamina D, disminuyendo la remodelación normal de los huesos, teniendo mayor riesgo de osteoporosis. En el caso de las mujeres, hay un déficit de la producción de estrógenos que induce, igualmente, una perturbación del metabolismo óseo.

Sistema nervioso

Induce mayor riesgo de demencias como el Alzheimer, patologías vasculares como el ictus, o perturbación del impulso nervioso como las neuropatías.

Sistema tegumentario

Debido a la mala perfusión periférica, la piel, uñas y cabello, se fragilizarán provocando afecciones como mala cicatrización, acné, pérdida de colágeno, uñas quebradizas y amarillentas, o pérdida de brillo y densidad, con caída del cabello.

También se verá alterada la capacidad termo-reguladora.

Sistema genito-urinario

  • Insuficiencia renal
  • Neoplasias uro-vesicales de ovario, de testículo, etc.

Aparato reproductivo

Libido

Debido a la mala calidad de los vasos sanguíneos que irrigan los órganos genitales, provocaran una atrofia genital, con un déficit de síntesis hormonal (testosterona y estrógenos) y la consiguiente pérdida de libido. Además, sequedad vaginal y problemas de erección.

Fertilidad

Los espermatozoides y los óvulos son muy vulnerables a los tóxicos del humo del tabaco. Se perderá calidad en sus funciones, con mayor problema para fecundar y mayor riesgo de aborto o nacimiento prematuro, así como mayor riesgo de enfermedades en el futuro bebé como patologías respiratorias, malformaciones, síndrome de muerte súbita o leucemias. Remarcar aquí que, los óvulos de una madre fumadora, impactarán sobre los óvulos de su hija, y los de su nieta (en caso de que la hija tenga descendencia femenina).

Esto se debe a que los óvulos se sintetizan durante el embarazo. En cambio, no ocurre con la descendencia masculina, ya que los espermatozoides se sintetizan en la pubertad.

Lactancia

Las madres lactantes fumadoras, tendrán peor cantidad y calidad de leche, transmitiendo al bebé todos los tóxicos del tabaco.

Tabaquismo pasivo

Sea cual sea la fuente de humo, los fumadores pasivos son un sector poblacional muy vulnerable, en especial los hijos de fumadores. Si bien parece intuitivo alejarse de la gente para que no se “ traguen” el humo, se obvia que los restos del humo impregnados en manos, cabello y ropa, pueden llegar a otras personas con el simple hecho de dar un beso, tocar la cara o dar un abrazo. Pasa lo mismo cuando se fuma en el coche o en una habitación, porque todas esas partículas tóxicas se quedarán impregnadas en los materiales que la ocupan, exponiendo posteriormente a otras personas.

¿Qué motiva a fumar?

Hay muchas razones por las que los individuos deciden empezar a fumar. Veamos algunas de ellas:

Aspecto social

La mayoría de los fumadores se inicia de forma esporádica durante la adolescencia, por la presión social de sus amistades, con una edad promedio de 13 años. Tristemente, la edad de inicio al tabaquismo es cada vez más temprana. Posteriormente, durante la edad adulta, se va asociando cada vez más ese hábito a situaciones de ocio y celebraciones, y progresivamente a otras rutinas como acompañamiento del café y de bebidas alcohólicas, tras las comidas o el sexo. La mayoría de los fumadores ocasionales terminan siendo fumadores habituales.

Gestión emocional

Si hay algo que caracteriza a la mayoría de fumadores, es la histeria de no poder gestionar un evento estresante sin recurrir al cigarro, volviéndose más mansos y coherentes con la realidad tras unas caladas. Si lo analizamos, el acto de fumar puede considerarse un elemento relajante por varios motivos: rompe el momento estresante al alejarse momentáneamente de la situación y, además, el hecho de respirar profundamente en cada calada (aunque sea el humo tóxico del tabaco), genera una respuesta relajante de forma natural.

Pero es sobre todo el efecto de la nicotina, que actúa aumentando la síntesis de neurotransmisores relacionados con el placer y recompensa, regulando el estado anímico y del comportamiento.

Entonces, ¿fumar relaja? Sí, pero con matices, ya que el efecto es momentáneo y justo tras después de fumar. Cuando los niveles de nicotina vuelvan bajar en sangre, se iniciará de nuevo un periodo estresante en sí mismo por el efecto del síndrome de abstinencia.

Mantener la línea

Cuando el fumador se plantea dejar el hábito, le aterra el hecho de coger peso. Y con razón, ya el tabaco produce una inhibición del apetito y un aumento del metabolismo (mayor frecuencia cardiaca, consumo de oxígeno, inflamación crónica y estrés oxidativo), lo que implica un mayor consumo de calorías. Pero esta pérdida ponderal es patológica, desplazando la balanza hacia los perjuicios del tabaquismo.

La comida con índice glucémico alto y grasas saturadas, son las preferidas por el cerebro de los fumadores en el intento de la deshabituación tabáquica, por ejercer un efecto similar adictivo al de la nicotina: se debe remplazar una adicción por otra. Pero hay otras alternativas más saludables que inducen liberación de neurotransmisores implicados en el placer y la recompensa, como la actividad física suave, el contacto con la naturaleza, etc.

Nuevas experiencias

El simple hecho de experimentar nuevas sensaciones con el tabaco, puede acabar en una adicción a largo plazo, muy difícil de tratar.

Aburrimiento

Un gran porcentaje de fumadores asegura que cuando están ocupados, fuman menos que cuando tienen mucho tiempo libre. La cuestión sería, entonces, saber ocupar ese tiempo libre en algo que nos apasione, y que sustituya esa sensación placentera que nos aporta fumar.

¿Es fácil dejar de fumar?

Para la gran mayoría de fumadores resulta una ardua batalla y, si lo consiguen, el riesgo de recaídas es bastante elevado. Por ello es necesario un abordaje multidisciplinar, ya que implica una esfera emocional y otra física, a parte de tratar las patologías que ha desencadenado el hábito. El grado de dependencia es muy variable, y se determina mediante unos tests específicos realizados por los profesionales implicados en este tipo de terapias.

Es un proceso que implica varias fases, y en la que la persona tiene que llevar un acompañamiento personalizado.

Se considera una victoria ante el tabaco cuando se ha conseguido superar los 6 meses sin fumar, y se etiqueta de ex-fumador tras 1 año de haberlo dejado totalmente.

¿Cuándo se empiezan a notar los beneficios de dejar de fumar?

Cuanto antes se deje de fumar, menos efectos nocivos se tendrán a largo plazo, teniendo en cuenta la cantidad y calidad de producto fumado. No obstante, se considera que dejar de fumar antes de los 40 años protege en un 90 % las posibilidades de un evento fatal asociado con el tabaquismo.

En muchas ocasiones, y sobre todo al inicio del proceso, las personas se aquejan de un empeoramiento psíquico, como el nerviosismo, debido al síndrome de abstinencia, que deberá tratarse temporalmente con medicación específica. Por otra parte también aparece un empeoramiento sintomático con aumento de tos y de mucosidad, pero eso precisamente es uno de los síntomas indicativos de que los epitelios respiratorios están recuperando sus funciones normales. No obstante, siempre tiene que ser valorado por un especialista.

En otras ocasiones, los ex-fumadores perciben que tras dejar de fumar, son diagnosticados de varias patologías inexistentes cuando fumaban. Esto se debe al efecto cronológico acumulativo de la toxicidad del tabaco, de manera que en grandes fumadores, se perpetuará incluso años después de haber dejado de fumar.

Los efectos beneficiosos se van viendo progresivamente, y de forma directamente proporcional a los años y cantidad de tabaco consumido. De esta manera, pueden tardar de horas hasta varios años en eliminar la totalidad de tóxicos en el organismo, pero también puede haber secuelas irreversibles.

Conclusión

El tabaquismo es una de las principales causas en el mundo de morbilidad y mortalidad, muy adictivo y que es prevenible. La toxicidad de sus partículas nocivas impactan a nivel sistémico, tanto del propio fumador, como en los fumadores pasivos, de forma progresiva y dosis-dependiente. Las terapias de deshabituación tabáquica son multidisciplinares, y conlleva altos índices de recaídas.

Los hábitos saludables pueden compensar en parte sus efectos nocivos, por lo que la mejor opción es dejar el hábito por completo.

 


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