Es tan triste como real. No vamos a entrar en la naturaleza de la Fiesta Nacional española ni en si es una práctica lícita y respetuosa o no, no tiene este artículo el objetivo de rajar ni de provocar una profunda reflexión en ese sentido. Ayer me topé con un tuit del compañero Álex Calabuig en el que dejaba un mensaje lleno de contundencia y realidad. “Deberían estar celebrándose cientos de carreras pequeñas, con todas las medidas de seguridad y salidas escalonadas, pero por el momento lo que vemos son estas imágenes. Las autoridades han perdido el norte. Quizá el humo de los puros de las corridas de toros impide pensar”.
Una incoherencia flagrante
Sinceramente no sé si será ese humo que emana de los habanos o de los puritos Rex lo que ha hecho perder el juicio a las autoridades pertinentes, pero lo que es evidente es que la incoherencia reina ahora mismo. La aglomeración de gente en la grada que vimos en las corridas de El Puerto de Santa María provocó un sismo en las redes sociales.
No es para menos, no hay ni un puñado de espectadores en el deporte que mueve los hilos de este país como es el fútbol y la plaza de toros de la localidad gaditana estaba literalmente a reventar. Ya no hablamos de las carreras populares. No hablamos de grandes maratones o pruebas con más de 10.000 participantes, sino de pruebas pequeñas que perfectamente pueden coordinarse para, como dice Álex, realizar salidas escalonadas y mantener unas medidas de seguridad para su correcta celebración. Para un servidor es poco menos que alucinante esta flagrante diferencia de trato. Y habla mucho (y muy mal) de cómo funcionan aquí las cosas…
