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Con la ambulancia en los talones

El día en que decides dar el salto y plantarte en una línea de salida en una carrera popular hay cosas que ni te planteas. Después llega el temido día en el que la realidad hace acto de presencia y  te das cuenta de que por tus venas no corre sangre keniata, etíope o jamaicana. Simplemente, lo sabes. Eres lento.

Y todos los lentos tanto cuando empezamos a participar en carreras como cuando llevamos unas cuantas encima,  hasta que no sentimos la seguridad del pitido del chip de la alfombra de llegada, tenemos  miedo. El mismo miedo. El miedo a quedarnos atrás de todo y tener que correr escoltados por una ambulancia, unas bicis, la policía o el coche de cierre de  carrera. Inseguridad total y absoluta. Desconocimiento. Miedo al ridículo, al que dirán y sobre todo, a sentirse…lo peor.

¿Por qué los últimos queremos ser los primeros?

Tengo la teoría de que esta es una de las razones por las que muchos lentos tenemos la manía de colocarnos lo más adelante posible en las carreras, a riesgo de ser aplastados por los rápidos. No pensamos por un momento que molestamos. Simplemente, no queremos ser los últimos y tratamos de ganar tiempo al tiempo, porque cuanto más adelante salgas, menos posibilidades de que te “pille el toro’. Error. Salgas donde salgas si eres lento y la carrera no es muy multitudinaria, el toro tarde o temprano, se va a asomar. Así que por si las moscas, mejor estar prevenido y preparado mentalmente para ello…

El año pasado me inscribí en la Mitja Marató de Terrassa sin tener muy claro a lo que me enfrentaba. Sólo sabía que el circuito era durillo, pero como formaba parte de mi plan de entreno para la Maratón de Barcelona, pues no le di más vueltas. Y allí me planté una mañana gélida de enero dispuesta a hacer mi tirada de 21k con un par. Me encontré con unos compañeros del trabajo y mientras estábamos alegremente de cháchara, sonó el disparo de salida. Ostras! la salidaaaa!!!.

Empezamos a correr y a los 50 m de pisar la alfombra miro hacia atrás y ¿qué ven mis ojos? La ambulancia. Primer pensamiento: yo me piro, yo no corro 21k con estos tíos aquí detrás pegados. Donde me he metido!  Pero como íbamos en un grupete, sin darme cuenta seguí corriendo. Noté que me estaba obligando a ir a un ritmo superior al que podía  para aguantar toda la media, así que aflojé  y los perdí. Me quedé sola, corriendo por las desiertas calles de Terrassa, con la ambulancia en los talones. Literal. Empecé a pensar: da igual, no lo pienses, tu a lo tuyo que esto es un entreno y vas en tiempo para acabarla en el tiempo reglamentario. Pero sufría…  porque el tráfico estaba cortado por mi culpa!!

Llegué al avituallamiento del km 5 en 35′ si no recuerdo mal, era una calle estrecha, en subida y estaba llenísimo de botellas y tapones, así que para no pegarme la gran leche y no patinar (creo que estábamos como mínimo a 0 grados), me subí a la acera, acto que aprovechó el ansioso conductor de la ambulancia para ponerse a mi altura, bajar la ventanilla y decirme: Qué, no sigues ¿no? Me cabreé tanto que le chillé que sí seguía, pero que se largara. Y aceleró y se largó. Y yo seguí corriendo. Seguí corriendo mientras pude, porque llegó un punto en que, me perdí. No había nadie en la calle, ni voluntarios ni estaba marcado, y con el cabreo que llevaba, me volví para la zona de salida llorando de la rabia.

 Y aquella primera experiencia mediomaratoniana…… trajo esta moraleja corredora:

1. Si vas a un ritmo dentro del tiempo oficial, no dejes que nada ni nadie te moleste tanto como para tirar la toalla. El corte de tráfico está determinado por el tiempo de la carrera, el coche escoba/ambulancia/policía, lo que sea, está allí para eso, y si van despacio, pues mala suerte. Y si se impacientan, pues haberse ido al vermut, oigan.

2. Si vas a debutar en un Medio Maratón y realmente sabes que te va a afectar el quedarte atrás y el fantasma de la ambulancia va a poder contigo, hazlo en uno ‘multitudinario‘. Hay muchas más posibilidades de encontrar gente de tu ritmo y por tanto no sentirte tan solo y no ver el cierre de carrera ni de lejos. Y si no es uno muy multitudinario, consulta los resultados del año anterior para ver qué volumen de corredores de tu ritmo había o cual fue el tiempo de los últimos.

En cualquier caso, quítate ya, pero ya!, de la cabeza,  esa idea de que quedarse atrás es una vergüenza. Siempre tiene que haber alguien que llegue el último. Cualquier carrera que hagas, cualquier distancia, es tu carrera y tus circunstancias. La has conseguido tú y sólo tú con tu esfuerzo. Así que sí, tú y tu última posición le habéis ganado a todos los que se han quedado tumbados en el sofá, durmiendo la resaca, tuiteando o jugando con la consola.

Así que sigue corriendo sin miedo, porque algún día… los últimos serán los primeros.

Me presento

Hace poco más de un año y medio decidí ponerme a correr con el objetivo de acabar la Marató de Barcelona. Mis aspiraciones no eran de tiempo sino simplemente d-espacio, vamos, terminarla. De intentar ponerme a prueba para demostrarme que las cosas que dependen de uno, son las únicas que podemos controlar. Lo conseguí, y desde entonces no he dejado de correr con la misma filosofía, disfrutando y aprendiendo.

Disfrutando, porque aunque es inevitable querer mejorar, para algunos, la marca no deja de ser algo secundario, así que probablemente, nunca abandonaremos el último cajón.

Aprendiendo porque cuando empiezas a correr y no tienes mucha guía o conocimiento, te pasan… cosas. A base de cometer errores aprendes las lecciones más importantes. Al menos yo, que tengo una tendencia innata a comprobar por mi misma las cosas y no escuchar a ‘los que saben’ tanto como debería.

Y aquí estamos, para contar las cosas que les pasan a las tortugas en el último cajón y las cosas que se aprenden de ello.

Cosas que a los rápidos… quizás os sorprenderán!

@planetamon


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6 COMENTARIOS

  1. Me he sentido reconocida, jaja, y la verdad que cuando pasa entran ganas de abandonarlo todo, pero que narices!!!
    A seguir corriendo y disfrutando, que en definitiva es lo que queda.

  2. Me pasó esto mismo hace un año ya casi en mi primer 10Km… pero en mi caso tanto la ambulancia como la escoba fueron muy amables conmigo… gracias a Dios… y me animaban :3 (Pero sí, sobretodo me moría de la vergüenza)

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