Inicio Noticias & Blog Carta a Allyson Felix. Gracias por insistir, piernas de pollo

Carta a Allyson Felix. Gracias por insistir, piernas de pollo

AFP / JEWEL SAMAD
No sé si te veremos en París 2024. Pero, sea como sea, gracias, Allyson. En estos JJOO volviste a demostrar que la motivación, esa cualidad que no se puede medir en ningún laboratorio, aún marca diferencias.

Te confieso que quería que ganases.

No es culpa mía, sino del tiempo compartido y de tanto como transmite tu nombre: Allyson Felix.

Todavía me acuerdo de los JJOO de Atenas 2004.

Aquel mano a mano frente a Verónica Campbell (imbatible).

Tenías 18 años y tenías algo distinto, ya solo fuese el apellido, las piernas de pollo o esos ojos tuyos que identificaban tanta hambre.

Si no hay hambre, los atletas no son nadie.

Es más.

Si no existiese el hambre 17 años después hubiese sido imposible seguir escribiendo de ti: Allyson Felix.

Hablaríamos de una mujer ya retirada, quizá comentarista de televisión en estos JJOO diciendo las cosas como son desde la cabina.

Pero lograste llegar a Tokio.

Casi contrarreloj y con el tren en marcha, pero llegaste desde California.

La distancia nunca es suficiente.

Los años tampoco sentenciaron tu motivación.

Subiste del 200 al 400.

Ya no eres la atleta que, al fin, logró el oro individual en Londres 2012.

Ya no te imaginábamos al nivel de Mboma, de McPherson, de Miller Uibo…, pero nunca dejarás de ser Allison Felix.

Esa es la diferencia.

Me di cuenta en las semifinales de 400 en las que ya bajaste de 50 segundos.

Y en la final encontraste otra vez un sitio en el podio: tu sitio.

Como en Atenas, como en Pekín, como en Londres o como en Río de Janeiro.

Y luego remataste en el relevo del 4×400.

Es un viaje que dura 17 años y que colecciona 11 medallas olímpicas: una más que el gran Carl Lewis.

No sé si habrá mas, Allyson, pero está muy bien.

Hoy quería darte las gracias en mi nombre y en el de mucha gente, explicarte que los atletas que duran tanto tiempo son patrimonios de la humanidad y agradecerte que seas una fábrica de motivación para el mundo entero.

Al final, gran parte de las cosas que nos pasan dependen de la motivación.

La motivación es un valor que no se puede medir en ningún laboratorio pero que marca las diferencias más importantes.

Y, a los 35 años, tú, Allyson Felix, has sido una prueba monumental.

Atleta, madre y activista.

Sin miedo a decir la verdad y a recordarnos que el silencio es un lastre.

“Con el silencio no se arregla el mundo”, insistes tú, hija de predicador.

Y llegaste a estos JJOO por encima de tus debilidades, de los desengaños con el capitalismo y de esas dificultades que tantas veces implica la maternidad como dormir 4 o 5 horas al día (a veces menos).

No tenías ya necesidad de exponerte.

Río 2016 pareció un buen final con 31 años, con 3 nuevas medallas (dos oros y una plata), más que suficiente.

Podría recordar, incluso, que Usain Bolt es un año más joven que tú.

Pero no cansarse es una virtud que diferencia a casi nadie y que explica que en estos JJOO hayamos vuelto a verte.

Y, como siempre, a tan buen nivel, Allyson.

Hace 17 años no imaginábamos que esto fuese a durar tanto tiempo y que en una especialidad tan agresiva como la tuya los dolores casi siempre terminan haciendo de las suyas.

Pero mira tú.

Has destrozado a la historia con tu undécima medalla olímpica en estos JJOO y ya no sabemos cuándo ni dónde acabará esto.

Yo te escribo desde España, donde también hay muchísima gente que te admira.


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