Bezabeh vs Sergio Sánchez. Tolerancia 0 coma 1"

Resulta paradójico que un hombre que ha luchado contra el reloj la mitad de su vida, entrenando duro para bajar los tiempos, sea sancionado dos años por dopaje y se vaya a Suiza y a fabricar relojes.

No sé qué tipo de función desempeñaría, pero a tenor del nervio tan estridente que gasta, me cuesta imaginarlo ejerciendo de delicado operario orfebre colocando piececitas micro-centesimales en un torno, bajo la visión de una gran lupa. Lo imagino, más bien, haciéndose el ronso, quizás metiendo a hurtadillas unos relojes en su bolsillo.

Algunos no atinarán en este juego imaginado del ‘quién es quién’, pero, muchos si que acertarán y habrán descubierto detrás del tablero el semblante blanquecino y de pelo pajizo del leonés Sergio Sánchez, actual recordman europeo de los 3000 mil metros y con otras marcas en su haber, que podría sentar de culo a cualquier atleta profesional de la distancia. Eso sí, una marca válida, siempre y cuando la ley no diga que la logró gracias a caerse en el caldero mágico de Asterix y Obelix.

Como a lo mejor sabéis, hace unos meses ha vuelto al atletismo profesional despertando las pertinentes filias y fobias que todo tramposo recibe cuando regresa a la mesa del casino. Su regreso me apena, sobre todo porque no ha aprovechado su tiempo en esa Suiza aburrida para redactar unas mínimas líneas pidiendo perdón por su tropelía, lo cual le habría honrado bastante; perdonar y ser perdonado es de las cosas mas bonitas que enamoran de un ser humano. Al menos en mi caso.

Pero habrá quien piense que esto del doping es como esos amores que, cuando se rompen una vez no se pueden volver a reanudar. El tema es que Sánchez prefiere seguir a lo suyo y su primera misión fue colarse entre los tres atletas que participarían en la maratón de Río. Pero esta vez el tiro ha salido justiciero y por la culata. En el maratón de Hamburgo no le dejaron participar, partiendo luego hasta Marruecos donde se retiró argumentado que el trazado no era el esperado, fíjate tú, sorpresas que te da la vida de corredor ‘experimentado’. Y por último, intentó participar en el trofeo Ibérico celebrado en Maia (Portugal) del 10 mil, y no le dejaron tomar la salida, a pesar de tener un registro avalado en una reciente media maratón.

Sánchez al ver el que no le dejaban participar llamó al seleccionador Ramón Cid para que intercediera por él y este le hizo oídos sordos. O sea, pasó de él. Y en parte se entiende porque no debe ser fácil aguantar la presión del mundillo atlético.

Sin embargo, aquí viene el lío. Esa misma mano que no le coge el teléfono al leonés, descuelga el aparato para llamar a que participe en la copa de Europa de diez mil a otro ex-dopado, el etíope Bezabeh. Extraño personaje nacionalizado español, al que nadie tampoco hemos oído pedir perdón y que mi genética cinéfila hace que me recuerda cada vez más por su aspecto al personaje del Nosferatu de Murnau. Ese aspecto físico tan vampiresco me retrotrae a su pasado relacionado, dicen, con las artes en la transfusión de sangre, lo que resulta bien curioso.  El caso es que este hombre ha tenido bastante más suerte que Sánchez y sí que le permitieron participar en el maratón de Rotterdam para intentar la mínima en Río. Cosa que no lo consiguió.

Y no solo eso, de vez en cuando, incluso, goza con los parabienes del seleccionador que siempre que puede le manda un billetito con los gastos pagados para que venga de su etiopía natal y no sabemos si también paga su sarcófago, o bien lo cuela como equipaje de cabina.

Y lo mas increíble del caso, ahora le acaba de comprar el billetito para que vaya a Turquía a la Copa de Europa, sin participar en el campeonato de España, y en detrimento de un chaval limpio y lleno de ilusión que hizo 29 04, una marca nada desdeñable y que apunta maneras para ser considerado. Como mucho, siendo muy optimistas, Bezabeh hará 28. ¿Y qué prefieren a un chaval que llega un minuto después con la ilusión de las cosas que huelen a nuevo? ¿O a un atleta veterano que llega un minuto antes, manchado con el aroma a vieja práctica atlética en la que cada zancada le proyectaba en el suelo el perfil de una sombra sospechosa?

Por lo que veo aquí importa poco la ilusión de estos jóvenes que vienen pujantes y que ven como su trabajo queda ninguneado en detrimento de un atleta ex dopado que se gana la plaza de Turquía sin sudar la camiseta en el charco de Maia. Encima, ahora mismo, su estado de forma es una incógnita. Al final, con todo este galimatías entiendo que Sánchez y Bezabeh, deberían tener por igual el mismo trato de vacío telefónico por parte del seleccionador. En cambio, como ven, con el etíope tiene la manga mas ancha que la boca del túnel de metro. No sabemos si por las buenas relaciones que deben tener el representante de mi alegórico Nosferatu con el sector de fondo de la federación española o su director técnico, Ramón Cid, o no se. Aquí parece que se demuestra que para el seleccionador la llamada “tolerancia cero” es una cosa que queda bien como lema de un adhesivo de papel para regalarlo en las escuelas de atletismo, pero una vez llega a la oficina de la Federación, se queda traspapelado por la gracia divina bajo una montaña de papeles.

Todo esta estulticia indica una cosa, que no es sólo Sánchez, sino que, por desgracia, en nuestro país sigue mandando la sabiduría del refranero y ‘hay muchos mas tontos que también saben hacer relojes’.