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Behobia: el noveno apellido vasco

Nos gustó tanto la columna en ‘El ultimo runner’ de nuestro compañero Alfredo Varona (@AlfredoVaronaA) que aquí la reproducimos porque refleja lo que es la Behovia representada en letras. Un alegato a la vida y al romanticismo

“Entre los ‘Ocho apellidos vascos’ echamos en falta uno, el de la Behovia-San Sebastián. No importa que sea un nombre compuesto. No deja de ser un nombre propio que rinde culto a más de 50 años de vida en el País Vasco. Hoy, esta carrera es uno de sus exponentes más serios. Una industria del esfuerzo con una credibilidad que cruzó mundos. Por eso hemos visto y no dejaremos de ver a australianos o peruanos, a japoneses o tailandeses corriendo la Behovia y asumiendo que no se trata de vencer sino de participar. Una parte más de su pasaporte que edificó una historia imborrable y  unas memorias tan valiosas como las de Rocio Jurado. Todo eso forma parte de una credibilidad sin peligro, de un semáforo en verde y de un disco duro cargado de héroes anónimos. Todo eso es la Behovia San Sebastián, uno de esos días  llenos de corpulencia y calidad de vida, sin miedo al error ni al ácido láctico. Uno de esos privilegios que solo se repiten una vez al año destinado a vivir en paz, a seleccionar cada uno de sus ingredientes en la cocina, a oficiar testamento y a mezclar a todas las clases sociales, desde la Universidad de Harvard hasta un polígono industrial de Barakaldo.

Leyendas tan difíciles de igualar como ésta, con un poder de convocatoria en el que siempre se regresa al futuro. Así es el guión de esta carrera, la princesa del otoño, una de las pocas cartas de amor que todavía nos quedan por escribir a mano. Sabia expresión del Norte, de su dureza y de su belleza, de su poesía y de su prosa. Un escenario gobernardo por camisetas de tirantes, trozos de y botellas de agua de plástico en las mesas de avituallamientos. Tanta vida es imposible resumir en un solo dia y de una sola vez. Nació hace mas de 50 años para descubrir una nueva profesión: la épica, esa épica que no solo forma parte de su partida de nacimiento. También se responsabiliza de sus días y de sus rotaciones, de los atletas que conocemos y de los que no conoceremos nunca. Por eso elegimos y sabemos elegir a la Behovia imposible de sustituir en el mes de noviembre.

Sería como prescindir de Dani Rovira en ‘Ocho apellidos vascos’, la película que se olvidó de uno de los mitos de su tierra, esta Behovia San Sebastián, que el domingo volverá a poner pie a tierra. Será como siempre o mejor que siempre. Nunca se nos olvidará pronunciar su nombre. Nunca nos faltarán los motivos para leer sus memorias y para formar parte de su población y desengancharnos  de lo que no es posible en el Pais Vasco: la indiferencia. Ni su historia ni sus promesas nos conceden ese permiso para no sentirnos parte del equipo. Ni su vida ni tampoco su entorno del que rescatamos paisajes bellísimos y esfuerzos que nos dan la razón hasta alcanzar la pancarta de meta en la Alameda del Boulevard en San Sebastián. No será fácil pero tampoco imposible. De las películas  aprendimos que la magia es así y que tiene que ser así llueva o no llueva el domingo. En’ Ocho apellidos vascos’ no vimos llover en una sola escena y tampoco pasó nada. Siguió siendo País  Vasco”.


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