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Aquel periodista de 'El Periódico de Catalunya' que, a los 68 años, organiza el maratón de Barcelona

Publicado por
Alfredo Varona
Se llama Juan Porcar y, aunque nunca dejó de ser periodista, el periodismo le llevó a otros lugares, al motor, a África, al mar… Hoy es un heredero de las emociones. “Si veo que el último es igual o más feliz que el primero digo vamos bien, porque entonces generamos felicidad, no frustración”.

“Mi vida personal y profesional es una unidad”. Lo dice un hombre de 68 años. “He tenido siempre cuidado. He tenido otras vidas en la carretera, en el mar, en el desierto. Pero siempre me sentiré periodista”, explica Juan Porcar, director de la empresa que organiza el maratón de Barcelona entre otros muchísimos eventos. “No he sido empresario. He hecho de empresario”, añade. “Trabajé en ‘El Periódico de Catalunya’. Ése es mi verdadero origen. El periodismo me llevó a otros lugares. Las cosas que me han gustado las he convertido en mi profesión”. 

 

Y a los 68 años ahí sigue.

Me sigue apeteciendo que llegue el lunes para ir a trabajar. He tenido esa suerte o no he tenido esa mala suerte. Pero siempre he pensado que la suerte te la tienes que trabajar. Buscando la suerte la he encontrado. 

 

Supo no conformarse.   

Esa es mi vida o parte de mi vida. Yo participaba en carreras en África que me hiciesen sentir y eso me facilitó conectar con la gente, demostrarles que, si yo lo he hecho, tú también puedes hacerlo. Pero has de generar esa ilusión por lo que haces. Mire, yo fui el primero que hice el Dakar en moto en 1980 y, para mí, fue lo más, como ir a cubrir la información del Real Madrid o Barcelona.  

 

Fue un pionero entonces.

Cuando fui a correr el Dakar en moto, yo lo explicaba y la gente se interesaba. Pero había marcas que me preguntaban si era una carrera ciclista.

 

¿Qué precio pagó por ser un pionero?

Ninguno, porque he amado el deporte y porque en todos los sitios que he ido he recordado siempre lo que el deporte puede hacer por nosotros. Al final, eso tiene recompensa.

 

¿La recompensa fue dejar de ser periodista?

No, hombre no. Al final, uno podrá cambiar de profesión. Pero en mi caso todo lo que vea en el mundo lo analizaré siempre como periodista.  Al final, es tu ADN: ves las cosas como periodista y eso forma parte de mi vida desde el colegio. Había compañeros míos que no bajaban al recreo y se quedaban escuchando las historias que yo les contaba.

 

¿Es tan importante contar historias?

Para mí, sí. Si supiera pintar me sabría expresar a través de la pintura. Pero si escribes y eres capaz de emocionar a alguien… ¿sabe usted lo importante que tiene eso?

 

Quisiera creerlo.

Tenemos una responsabilidad. Es como ahora cuando organizamos el maratón de Barcelona. Nos relacionamos con gente capaz de tatuarse el esfuerzo en su piel. Nuestra materia prima son los sentimientos y las emociones. Si defraudamos podemos hacer mucho daño a la gente. No nos podemos permitir defraudar.

 

¿Y cómo no se defrauda a la gente?

Haciendo que lo que esperan de ti. Es como cuando alguien se enamora de ti: tienes la responsabilidad de no defraudarle. 

 

Pero es difícil poner precio a las emociones.

Cuando organizas un evento como el maratón de Barcelona sabes que la gente va a hacer un esfuerzo sobrehumano. El que se integra en el maratón cambia su vida y la de su familia. Tiene una misión que cumplir y nosotros debemos ser fieles a esa filosofía.

 

¿Fue usted maratoniano?

No, sufrí la polio dos veces, tengo los gemelos de la pierna derecha atrofiados, y el traumatólogo me desaconsejó ese esfuerzo, no te pongas en riesgo.

 

¿Idealiza entonces a los maratonianos? 

Totalmente. Hace 16 años, cuando nos llamó el Ayuntamiento de Barcelona para organizar el maratón, hicimos un análisis y vimos que durante 27 años no habían pasado de 3.100 inscritos y que había una media de 570 que bajaban de 3 horas. Sin embargo, ahora con 20.000 solo 480 bajan de tres horas. La diferencia es que esos 3.100 se sentían atletas y que la mayoría de los 20.000 de ahora viene a vivir una experiencia.

 

De eso se trata.

Hasta el último puede ponerse a llorar de alegría y hacerse un selfie. Por eso, si veo que el ultimo es igual o más feliz que el primero digo vamos bien, porque generamos felicidad, no frustración, y demostramos que todos pueden convivir.

 

Eso es lo mejor.

Por encima de la tecnología, está el ser humano. Mire, hace años cuando organizamos la Vuelta a Catalunya me vino el mánager del Banesto y me dijo que la cocina de los hoteles debía abrir a las cinco y media de la mañana. Yo le contesté, ‘pero ¿cómo? si la salida es a las once’. El día que vi levantarse a Indurain levantarse a las seis de la mañana para tomar un plato de pasta y luego acostarse me quedé sin palabras. Descubrí que este es un mundo sin excusas.

 

El deporte nos enseña cada día.

A mí me ha construido. Me recuerda que es más importante ser feliz que ser un triunfador. Pero ¿sabe lo que aún les explico a mis hijos?, que para poder ser feliz es importante no esperar nada a cambio porque, si no luego no lo recibes, eso va a generar frustración en ti. Hay que acostumbrarse a hacer las cosas a cambio de nada.

 

¿Qué historia le falta por escribir? 

Todas. Tengo un libro pendiente de hace 8 o 9 años. Pero lo importante es que aún tengo ideas, energía por hacer alguna cosa nueva. Tengo una frase: la aventura es vida y el resto es una pausa. La longevidad te la marcan los recuerdos, no los años. Trato de grabar mi vida de emociones. Me emociona recordar la Titan Desert y como llega la gente a meta.

Juan Porcar con su mujer en el desierto de Marruecos siguiendo la
Titan Desert

¿Y uno no se inmuniza frente a las emociones?

Todo lo contrario. Te sensibilizas más. Hace dos años entró un señor en la Titan. Se sentó en el suelo y se puso a llorar. Vi que tenía un brazo más delgado que otro. Me acerqué a él y se lo dije, porque yo también he pasado la polio y sabía que él había sufrido más que los demás para lograrlo. Hablamos. Me dio un abrazo. Aún nos escribimos.  

 

Envidia sana.

Pero usted también tiene edad para vivir estas cosas.

 

Bueno.

Yo creé la Titan a los 52 o 53 porque entonces decidí que debía alejarme del motor y, a los tres meses, arranqué la maratón de Barcelona.

 

Tiene 68 años. ¿No hay fecha caducidad?

No lo sé, pero a veces lo pienso. Corrí 14 años en África carreras con una intensidad brutal. Pero en la París-Ciudad del Cabo el último día que me bajé del Nissan supe que era mi última carrera. Tenía 39 años y entendí que ya era suficiente.

 

¿Fue un error?

No. Las cosas cuando las deja las debes dejar para siempre. Nunca va a ser igual aunque vuelvas al mismo sitio y con las mismas personas. Todo tiene que ser diferente y ya no vas a encontrarlo. Para ser feliz no puedes tener el cuerpo aquí y la mente pensando en el futuro. Debes sincronizar cuerpo y alma y el deporte nos ayuda en el intento.

 

Pero es difícil.

No es difícil si te lo propones.

 

¿Y cómo?

¿Hace usted deporte?

 

Sí.  

Seguro que ese es uno de los mejores momentos del día. Yo lo veo en la Titan Desert.  Al segundo o tercer día la gente me pregunta qué día de la semana es. Se han abstraído.

 

Es una vida bonita

Tengo una vida estupenda. Me siento afortunado. No sé cómo acabara. Aún no me ha dado tiempo a pensar como me gustaría que acabase. Pero sí me gustaría que intelectual y físicamente esté preparado. Sufrir me fastidiaría. He visto a amigos sufrir. En mi generación hay personas que han empezado a irse. Es el recorrido de la vida y no pasa nada porque todo lo que tiene vida en la tierra tiene fecha de nacimiento también la tiene de caducidad.

 

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  • Una lástima que nuestros hermanos del diario Sport, aún no sepan escribir "El Periódico..." Con la P en mayúscula... Alfredo Varona, nunca es tarde para corregirlo...

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Alfredo Varona