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Anti running o cuando el correr es mainstream

el anti running

Reconozcámoslo, estamos en el punto de mira, sociológicamente somos carnaza a 5 el kilo(metro). Somos un fenómeno a analizar, y en menos de dos semanas el anti running ha sido productivo, nos han acusado de ser simples títeres siervos de la clase dominante, actuando como unos esbirros zombis al servicio del capitalismo, de ser simples víctimas de una moda por culpa de nuestra falta de autoestima y de que salgamos a correr motivados por powerpoints de empresa.

Tenemos un problema, ahora correr es mainstream, y eso pone los pelos de punta a la gente más cool, a la más guapa. Les hemos abandonado, les hemos dejado solos en la barra del bar con su gintonic amazónico y eso esta gente no nos lo perdona. Ya hemos recibido la primera oleada de bilis anti running en forma de artículos en prensa y hasta en algún documental, estad atentos y preparados para la segunda.

El anti Running generaliza

Resulta que estamos obsesionados por salir a correr, nos saltamos reuniones de trabajo, abandonamos toda actividad social, nos convertimos en un anuncio con patas y nos cascamos nuestra primera media a los dos meses de haber empezado a correr. A todos nos colocan en el mismo saco, generalización al máximo exponente, si eres un (puto) runner, eres un obseso y un inconsciente.

Es notorio que cada vez hay más -llamémoslo- actuaciones imprudentes o extremas, es verdad. Gracias (o por culpa, según el prisma con el que se mire) al aumento de practicantes el abanico de comportamientos es más grande, se hacen visibles los extremos y enseguida tenemos un titular fácil para hacer un poco de demagogia y así estigmatizar a todo un colectivo ajeno a estas historias.

La “moda del running”

El principal error del anti running es calificar el correr como una moda, año tras año el “fenómeno” crece en número de practicantes, pero estos anti runners insisten a calificarlo así, como una “nueva moda deportiva” y no es verdad. ¿Pero tú de donde demonios te has caído? ¿donde has estado los últimos 10 años?, el correr ha venido para quedarse, como bien dice Josep Gil en este artículo:


“hay una mayor concienciación de que uno debe cuidarse (eso todo el mundo lo ha sabido siempre) y por otro existe una mayor decisión individual de las personas a defender ese coto privado que es uno mismo. Siempre va a haber tiempo para trabajar, para la familia, para los amigos, para los deberes y quehaceres diarios, pero, en ese presupuesto de tiempo en que la sociedad se organiza, hoy en día siempre se dedica un hueco para uno mismo”

Los valores del correr

Resulta que si corres es por pura productividad personal, por competitividad y individualismo, tu única motivación como equipo es correr la carrera de las empresas. Para darse cuenta que esto no es verdad, recomiendo a todo seguidor del anti running se pase un día por cualquier grupo de entrenamiento que hoy en día pueblan nuestros parques y caminos. Se respira afán de superación claro está, pero también kilos de compañerismo, solidaridad y empatía. El tener objetivos comunes a meses vista, hace que día a día y codo a codo, estos compañeros del correr compartan sufrimiento, alegrías y tristezas, a parte de muchos kilómetros.

El correr y el espacio urbano

La bicicleta es la gran transgresora del espacio urbano, poniendo en jaque al automóvil y la moto como dueño y señor de la urbe, según el anti running, los corredores, como simple peones que somos, quedamos relegados a las sombras y a los callejones, y no creamos ningún tipo de conflicto, y eso, no es verdad. Los corredores estamos aportando nuestro grano de arena para recuperar el espacio urbano para las personas, fusionándonos con las calles en cada carrera popular de fin de semana, cerrando el paso a los coches mientras se realiza una actividad -aunque a muchos les pese- cívica y saludable, influimos a cambiar la perspectiva de los políticos, que son cada vez más activos a la hora de materializar iniciativas como los circuitos de running o rondas verdes.

Simplemente saliendo a correr por nuestras calles estamos democratizando el espacio, utilizándolo para una actividad lúdica-deportiva, y no lo olvidemos, sa-lu-da-ble.

Respeto

Huyamos del radicalismo y la generalización, vivimos en tiempos del cuñadismo, donde todo el mundo es experto en todo y cualquiera -aunque no se haya puesto unas zapatillas de correr en su vida- se atreve a evangelizar sobre los peligros y excesos del running.

El respeto, esa es la clave. cada vez hay más personas que optan por una vida un poco más saludable que la que tenían -aunque se hagan pesados en redes sociales- y cada uno a su manera, tiene un objetivo final que no deja de ser otro que llegar a ser un poco más feliz que antes (las endorfinas siempre ayudan). Respetar esto no debería ser un problema, que el prójimo opte por un estilo de vida diferente al tuyo, teniendo como objetivo el cuidarse más, e incluso teniendo la superación personal como hito es totalmente respetable en cualquier sociedad que se quiera calificar de normal -aunque admitámoslo- les dé rabia a estos proclamadores del fin de la civilización tal como la conocemos por culpa de los runners.

Poner la mirada en ti mismo, no tiene que ser incompatible con ser empático, solidario y social con el resto del mundo. El running ha venido para quedarse y está en un proceso de encaje con la sociedad que aún provoca algún roce que otro.

Es tarea de todos y todas nosotras hacer de todo esto una oportunidad para vivir mejor, ser más felices y que las próximas generaciones crezcan con los buenos hábitos de la práctica del deporte.


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7 COMENTARIOS

  1. Todo perfecto salvo la palabra “running”

    La odio y la detesto porque yo salgo a correr no a hacer running. Que esa palabra sí que es fruto de modas

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