Impagable Uriel Reguero, el entrenador de Nuria Lugueros, una de las revelaciones de la temporada de nuestro atletismo. “El 95% de veces veo entrenar a mis atletas. Si no estás a su lado, no ves. Y, si no ves, no puedes cambiar nada”, explica.
Él, Uriel Reguero, está corrigiendo exámenes y ella, Nuria Lugueros, vaya uno a saber donde está: dando clases a niños, estudiando inglés, preparando la oposición. Pero seguro que, esté donde esté, no ha separado los pies del suelo aunque acabe de ganar un cross como el de Yecla o de competir en un Europeo como el de Samorín. Ella, Nuria Lugueros, que tantas veces no pudo salir a competir al extranjero, “porque no rentaba”, y la vez que fue a hacerlo, en un estado óptimo, “en aquel 5.000 de Heuden (Bélgica), en el que hizo 15’50” fue a correr sola desde el km 2…, en fin…”. Así lo explica Uriel, el entrenador, el hijo del gran Elías Reguero que, aparte de ser funcionario o preparador físico del Forum Filatélico en la época dorada de Nate Davis, Quino Salvo, Samuel Puente…, fue entrenador de atletas. El entrenador que sacó a Mayte Martínez, quinta con él en un Europeo junior, o a Teodoro Cuñado en Valladolid. Quizá por eso hoy Uriel, el hijo, es un hombre cargado de un realismo valiente que no se deja manipular ni por abrazos como el de la fotografía. De ahí que sea aquí o en Copacabana, sea donde sea, incluso en el Pinar de Antequera, la Casa de Campo de Valladolid, siempre se lo recuerda a Nuria: “No te puedes olvidar de donde vienes”.
Y le repite: “No nos podemos olvidar, porque para llegar hasta aquí hubo momentos malos. Y hoy te das cuenta de que lo malo también fue bueno, porque te ayuda a diferenciar la gente que está a tu lado, la que, si mañana te lesionas, no te va a dar la espalda y que no va a ser mucha…, la que viene ahora a fotografiarse y luego, en los momentos malos, se esconde ésa no, ésa no nos vale…” Y entonces él, un hombre de 44 años, le recuerda a Nuria, la mujer de El Bierzo, dura como una roca, que “esto no es la sociedad, esto es la vida. Por eso no me pida que le cuente nada especial de ella. No porque no hay nada que pueda superar a esas dos palabras, trabajo e ilusión, de las que cada día no dejamos de aprender. Sin estas dos palabras, Nuria ya lo hubiera dejado hace tiempo. Pero esto no nos hace más ni menos. Ni a nosotros ni a nadie. Así que no se trata de reivindicar nada y menos ahora que entre comillas no necesitamos nada: hemos podido llegar, lo hemos sabido hacer…”.
“El atleta tiene que entender que esto es mejor verlo como un hobby del que vas a disfrutar”.
En realidad, sólo son las reglas del juego. “Llevo 22 atletas y no tengo ninguno que no sea universitario. Y el que no está en la Universidad está trabajando”, explica Uriel en un ejercicio de realismo que tampoco te castiga. Sólo te avisa de donde estás y de cómo es esto. “Aquí no es que haya mileuristas; es que hay atletas con un nivel que no llegan a 1.000 euros. Pero del mismo modo que sabes que la mayoría de las veces no vas a ganar en competición, el atleta tiene que entender que esto es mejor verlo como un hobby del que vas a disfrutar. De hecho, es lo que yo siempre le digo a Nuria, ‘disfruta, no te olvides de disfrutar’, y, mientras tanto, ‘aprovecha para prepararte para el resto de la vida’. Y por eso siempre está haciendo cosas. Hace unos años trabajó en ‘El Corte Inglés’, ahora entrena a unos niños, colabora con el Comité Olímpico Español, estudia inglés, oposita…, qué sé yo…, son tantas cosas…, pero es que esto es la vida”, vuelve a repetir el entrenador, cuyo lenguaje tal vez contagia esa energía, imprescindible para soñar y acaso para vivir.
“No sé si es energía o no. Llevo casi 20 años de entrenador en los que únicamente intento ayudar al atleta a pensar. A veces, hasta le cambias un poco su estilo de vida. Y le recuerdas que siempre hay que pelear y que, incluso, ahora que parece que todo va tan bien con Nuria, tiene que haber algo que vaya mal, porque eso es lo que nos permitirá mejorar”, insiste Uriel Reguero que, a pesar de ser hijo de entrenador, no recuerda su infancia atada al atletismo. “En casa también podíamos vivir sin el atletismo”, ironiza hoy al regresar al pasado. “No, no, yo no fui atleta, porque valía para poco genéticamente”. De ahí que naciese el entrenador, el hombre que hoy le entrega tantísimo tiempo al atletismo, “y el tiempo es algo que no se recupera jamás. El dinero va y viene. Pero el tiempo no, nunca”, responde él mismo cuando uno le pregunta por lo que sacrifica a cambio del atletismo, por ejemplo esos momentos que no pasa con sus dos hijos, de ocho y diez años, que cambian tan deprisa.
“Pero es que yo no entrego tiempo de calidad”, rebate. “Yo entrego tiempo en el más amplio sentido de la palabra, porque soy de los que defiende que tú, como entrenador, debes estar en el 95% de las veces en el entreno del atleta. Si no estás no contabiliza igual. Si no estás no puedes escuchar. Y si no escuchas no puedes cambiar nada. Por eso no admito debate. En mi concepción de esto tengo que estar sí o sí, es mi forma de pensar, porque, igual que el deber del atleta es el de correr, el tuyo es el de pensar para que él corra de la manera más barata o más económica posible. Y todo eso es el tiempo que se te va, el tiempo que no vuelve y el que luego te ayuda a valorar aún más si cabe el día en el que tu atleta gana porque, al final, de esos días hay muy pocos”. La realidad es que Nuria Lugueros, a los 29 años, acaba de ganar este domingo en un cross de la reputación de Yecla, “donde no cambiamos nada: yo le dije lo de siempre ‘sal y disfruta’, porque esa es la mejor manera de correr. No hay otra palabra que pueda definir mejor a este deporte”.
Tampoco hay otra palabra más indicada para comprender el pasado. “Había momentos en los que salía mal y ella, en vez de decir ‘adiós, hasta aquí hemos llegado’, volvía. Y volvía a correr. Y el hecho de volver entonces es lo que hoy nos permite estar aquí. Pero no sólo eso, sino hasta el mero hecho de lesionarse… Yo siempre le digo a ella, a todos mis atletas, ‘es que si no te lesionas luego no hay opción a remontar’. Y no se trata de darle más o menos escaparate a esto que hacemos. No hace falta. A mí no me hace falta. A mi edad, yo no necesito el escaparate de nadie. Pero sí te hace pensar que algo estamos haciendo bien y que, en este estado de normalidad, también se pueden lograr cosas”. Todo eso es parte de la ideología de este hombre Uriel Reguero que, desde luego, uno no se imaginaba así. De ahí la tentación por seguir escuchando. En realidad, podíamos tirarme horas, pero no puede ser en esta sociedad en la que no sobra tiempo…
“Tiene esa cabeza, esa capacidad para sacar el máximo jugo del dorsal. Sabe lo que quiere y no le asusta”
“No, no le puedo decir un entrenamiento de Nuria, porque yo no soy de repetir entrenamientos. Es más, si un atleta veo que se adapta a un entrenamiento rápidamente se lo quito. Y si me insiste con Nuria, antes el Europeo de cross, hizo 8×1000 con 1’00” de pausa acabando el último en 3’08”... Pero otras veces ha aguantado un ritmo de 3’20” en carrera con entrenos más lentos…” Por eso todo es digno de relativizarse “totalmente”, matiza él. “La ventaja en el caso de Nuria es que la competición nos da mucho juego. Tiene esa cabeza, esa capacidad para sacar el máximo jugo del dorsal. Sabe lo que quiere y no le asusta”. Y en un mundo así el futuro se dibuja poderoso. “Con una media de 90 o 100 kilómetros a la semana nos hemos metido entre las 20 mejores atletas de Europa, porque ella nunca dobla. Hay semanas, incluso, en las que hacemos seis días y en competición nos enfrentamos a mujeres que hacen 140 o 150 lo que significa que cada tres semanas nuestras son dos de ellas. Pero yo creo que nos compensa porque nos deja la musculatura más libre… Mi única duda es si al hacer menos el rendimiento disminuye. Pero entonces prefiero pensar en el futuro. No te puedes gastar y en la vida hay que tomar decisiones, elegir caminos”.
