Alejandra Gálvez, la doctora que a los 43 años ha competido en el 800 de un Campeonato de España absoluto

Publicado por
Alfredo Varona
Publicidad
En una distancia para jóvenes no esperas ni en broma un caso así. Y menos haciendo hasta 5 guardias al mes. Pero Alejandra ha hecho a los 43 años la misma marca que a los 21. A su edad, incluso, ha meditado pedirse una excedencia para entrenar.

A los 43 años, Alejandra Gálvez ha participado en el último campeonato de España absoluto en una distancia para jóvenes como son los 800 metros.

A los 43 años, trabajando de ocho a tres en el hospital público de Almería, haciendo de tres a cinco guardias cada mes, siendo madre de tres hijas de 11, 8 y 4 años, llevándolas por las tardes a clases extraescolares, entrenando cuando puede y no cuando quiere…

A los 43 años, sin embargo, Alejandra Gálvez ha hecho este verano 2’12″68 en 800, la misma marca que hizo cuando tenía 21 años, cuando era una promesa en toda regla y no se imaginaba que algún día sería madre de tres niñas.

Publicidad

A los 43 años, Alejandra ha vuelto a ponerse un dorsal en la pista de Vallehermoso y también ha vuelto a ver a Guillermo Ferrero: el entrenador al que un día de hace muchos años, cuando ella estudiaba medicina en la Universidad Autónoma de Madrid, le dijo en esta misma pista:

-A mí es que me gusta mucho el 800.

-Muy bien -le contestó él-. Si quieres probar probamos.

Publicidad

Pero entonces lo que no sabía Alejandra Gálvez, esa joven que venía de Almería, es que su última carrera en pista fuese a ser en 2001 en la nocturna de Alcalá, en la carrera en la que iba a lograr su mejor marca en 800 (2’07″97).

Qué cosas más raras tiene la vida.

-Pero acababa de empezar la residencia en el hospital y era totalmente incompatible y tuve que decidirme -explica ahora.

Publicidad

A los 43 años, Alejandra Gálvez se emociona al recordar y al preguntarse cómo ha podido pasar tanto tiempo.

El día que volvió a competir en la pista, en diciembre de 2017, en un 400 que le salió en 1’03″60, sintió “emoción y vergüenza”. Tenía 40 años y llegó a preguntarse: “¿Qué hago yo aquí?

Había vuelto a entrenar en un grupo de jóvenes, entre 16 y 20 años, a sentir dolores de espalda y a pasarlas moradas para recuperar muscularmente de un día para otro y a darse cuenta de que ya no era como antes: la edad es el precio que pagamos por vivir.

Pero entonces llegó el confinamiento.

“Viendo la que se venía encima me compré una cinta de correr en casa que me llegó el día antes de que nos encerrasen”, explica hoy. “Comencé a hacer aeróbico, una media de 10 o 11 kilómetros diarios y descubrí que haciendo más km con menos intensidad y menos recuperación me iba mejor”.

El resultado es que cuando volvió a la pista llegó a hacer “cuatro o cinco series de 1.000 por debajo de 3’20” con 4’00” de recuperación o 4×400 con 8’00” de pausa en 1’02”, 1’01”, 1’02” y 1’05”.

Y todo eso explica que, a los 43 años, Alejandra Gálvez haya regresado a un campeonato de España absoluto como en 2001 cuando fue quinta en Valencia, como en esos mismos años en los que compartió línea de salida con Maite Martínez o como en aquellos tiempos cuando fue segunda en el cross de Itálica.

Tenía tanto talento Alejandra Gálvez y el talento sólo abre puertas.

A los 11 años, cayó en manos de un entrenador magnífico que le dejó marcada para siempre: Juan Salvador.

El día en el que ese hombre se despidió de ella le dijo:

Ya verás como algún día vas a unos JJOO.

Juan Salvador tenía entonces 54 años y estaba a punto de morir víctima de un cáncer de pulmón que, sin embargo, nunca le impidió estar a pie de pista porque la vocación se lleva en la sangre.

“Venía con una silla plegable”, recuerda hoy Alejandra, que entonces era la gran promesa del atletismo andaluz en las pruebas de combinadas. “Hasta el último día quiso estar presente en mis entrenos. No sabía lo que le necesitaba hasta que le perdí cuando vi que no había remedio y que Juan se iba y que se nos iba para siempre”.

Aún es duro escuchar a Alejandra, que luego llegó a entrenar a distancia. “Recuerdo que iba a una papelería a recoger el fax en el que estaba el plan de entrenamiento que me mandaba mi entrenadora”.

Pero ya nada fue igual y, aunque nunca se abandonó físicamente, “un día el atletismo se quedó en stand by” en su vida

Alejandra se alejó de su verdadera vocación, “que siempre será el deporte”. “Mi padre me convenció para estudiar medicina y, una vez que terminé de estudiar y me puse a trabajar, llegó ese día en el que ambas cosas no eran compatibles”.

Alejandra hoy es una doctora especializada en el aparato digestivo. Una mujer a la que no sobra tiempo y que, sin embargo, ha regresado a un campeonato de España absoluto en una especialidad tan exigente como los 800 metros.

“Pero es que yo soy muy cabezota y si veo algo que me motiva y que puedo hacerlo ¿por qué no voy a intentarlo?”, se pregunta. “Me gusta buscar emociones y si los que están a mi lado como mi hija mayor, a la que le encanta el atletismo, se emocionan conmigo ¿qué más le puedo pedir a la vida?”

“En mi caso es ahora o nunca”, sentencia.

Y este ultimo verano le da la razón.

“Escuchar mi nombre al speaker, el hecho de que Higuero dijese mi nombre o de volver a Vallehermoso que siempre será como mi casa. Y todo eso ha pasado este verano”.

Alejandra le ha preguntado a su entrenador:

-¿Puedo mejorar?

Su entrenador es Roberto Izquierdo, un buen mediofondista en su época que le ha dicho que sí.

-En un año has bajado 8 segundos tu marca.

Alejandra, incluso, ha pensado en coger una excedencia en su trabajo para dedicarse a entrenar como una atleta de élite.

“Claro que lo he pensado y no creo que sea una locura. Pero no sé si sería egoísta por mi parte”, explica Alejandra Gálvez que, sea como sea, desafía al futuro.

Esta tarde, cuando termine de hablar con ella se irá a entrenar “y hoy toca algo fuerte”. Pero a ella le protege una facultad que no se puede medir en ningún laboratorio: la motivación.

Publicidad
Compartir
Publicado por
Alfredo Varona