“Si seguimos igual, en 2050 habrá más plásticos que peces en el mar”

Cada año siguen llegando al mar ocho millones de toneladas de este tipo de residuos, como explica la ambientóloga Andrea Comaposada a estudiantes del instituto Joan Salvat-Papasseit de Barcelona que participan en un taller práctico para promover la conservación del medio marino durante la celebración del Salón Náutico

“Si seguimos igual, en 2050 habrá más plásticos que peces en el mar”

“¿Sabéis cuanta cantidad de plásticos se vierten al mar cada año?”, es la pregunta que lanza Andrea Comaposada, la directora de la empresa de servicios ambientales marinos Anèl·lides, a estudiantes del instituto Joan Salvat-Papasseit de Barcelona, que acuden al Salón Náutico para conocer la oferta sobre estudios de náutica y participar en este taller de concienciación ambiental.

La cifra asciende a la friolera cantidad de ocho millones de toneladas. La mayor parte, explica Comaposada, llegan arrastrados por los ríos. En momentos con intensas precipitaciones, las aguas residuales, sin oportunidad de pasar por el filtrado de las depuradoras, se vierten a los océanos también repletas de plásticos. La industria, el viento y los vertidos de los barcos son otros importantes aportadores de plásticos. “En el lugar más profundo, la Fossa de las Marianas, a 11.000 metros de profundidad, lo primero que se encontró fue el plástico de un caramelo”, continúa la ambientóloga a los jóvenes. De la misma forma, un plástico que cae en el Mediterráneo puede llegar al Pacífico: “Las islas de plástico son acumulaciones de residuos en medio de los océanos, en los puntos donde se encuentran las corrientes oceánicas”.

Las corrientes también fueron las responsables de que un pingüino en la Antártida se enredara con una mascarilla destinada a la protección contra el covid. “Si seguimos igual, en 2050 encontraremos más plásticos que peces en el mar”, prosigue Comaposada, cuyo trabajo en las escuelas promueve la conservación del medio marino. Los alumnos escuchan con interés las explicaciones, y se muestran impacientes por empezar el ejercicio práctico que se les propone a continuación.

Cada año siguen llegando al mar ocho millones de toneladas de este tipo de residuos

La normativa europea de prohibir los plásticos de un solo uso se centra en aquellos objetos que se utilizan durante 15 minutos y tardan más de 400 años en degradarse. Ese es el tiempo mínimo que necesita un botellín de agua o una lata. Pero esta es la contaminación más visible. Los macroplásticos habitualmente se encuentran en el fondo marino porque se llenan de agua y el peso los arrastra. El reto para los jóvenes que participan en el taller es encontrar los más pequeños entre un cuadrado de 50x50 centímetros de arena extraído de la paya de Barcelona. “Estos son los que se quedan en la superficie, ¿sabéis por qué?”, pregunta la formadora. “Porque tienen menos densidad que el agua de mar”, responde una alumna aventajada bajo la mirada sorprendida de la experta.

En seguida, entre el tamiz que se ha facilitado a los alumnos distribuidos en pequeños grupos, empiezan a aparecer pequeños plásticos de todos los colores y formas, que mezclados entre la arena apenas se percibían en un inicio. “La mayoría son plásticos secundarios, lo que significa que se han fragmentado”, explica Comaposada.

Hay muchos más de los que los alumnos han separado. También están ahí, sin que nadie los perciba, los llamados contaminadores invisibles, microplásticos que, con menos de cinco milímetros, perduran en la superficie de los océanos. “¿Qué podemos hacer frente a este gran problema?”, les pregunta a los alumnos, que conocen bien la importancia de las tres “R”: Reducir, reutilizar y reciclar.

AUTOR: Glòria Ayuso