Hay quien jura que, en pleno tembleque, en ese momento en el que la situación engulle a los jugadores, él salió al campo silbando, con las manos en los bolsillos. Con tranquilidad, despachando cada cosa por rutina. De primeras, un servicio lejano al pie del compañero. De inmediato, control en la frontal. Después de ser sujetado, zurdazo a la red. Lo de siempre. Como de guaje en El Requexón. Como en el Recre. Como en el Villarreal. Como en el Arsenal. Como en la selección. Lo de toda la vida.
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