Tiempos duros en el Real Madrid. El equipo ha perdido su conexión con una grada que lleva año y medio frustrada. Sufre a unos jugadores que se desconectan de los partidos de una manera pasmosa para transmitir nerviosismo primero e indignación después. Y todo acaba en pitos hacia los jugadores que se desconectan. Es difícil encontrar a alguno que se haya librado, hasta Hazard, que acaba de llegar, ya sabe de la rigidez de una afición exigente que no perdona a nadie, sea galáctico o canterano. El nerviosismo es evidente. Da lo mismo que sean o no líderes en la Liga, que el público madridista exige compromiso, esfuerzo, raza y corazón. Si detecta esa entrega puede perdonar que las cosas no salgan bien, pero no aguanta el conformismo. Esa mal entendida resignación que atenaza a los jugadores es lo que hace que el Bernabéu dispare al blanco, a los suyos, partido tras partido.

El Bernabéu dispara al blanco (leer noticia)