El movimiento Black Lives Matter, que ha alcanzado su cénit en los Estados Unidos durante los últimos 11 días a raíz del asesinato de George Floyd a manos de un policía, ha abierto un cajón que permanecía oculto en muchos sectores sociales: el racismo sigue existiendo, pese a que los países desarrollados hayan firmado decenas de tratados de derechos humanos, y no hay lugar para la violencia racial ni en Norteamérica, ni en el resto del mundo.

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