Romario lo tenía todo para pasar a la historia como uno de los grandes ídolos del Barça. Maravilló con su fútbol y colaboró a la conquista de la Liga cumpliendo la promesa que hizo a su llegada de marcar 30 goles, una cifra asombrosa por aquella época. El brasileño acabó su primer curso como blaugrana con 32 dianas en 47 partidos y un único lunar, la final de la Champions League de Atenas perdida estrepitosamente ante el Milan de Fabio Capello (4-0). Una dolorosa derrota que empezó a cambiarlo todo.

El otro Romario: el ídolo caído (leer noticia)